Con aplicaciones selectivas, se utiliza hasta un 90 % menos de herbicidas

Los sensores de malezas realizan pulverizaciones específicas y concentradas, que ayudan a reducir el impacto ambiental y económico en los sistemas productivos.

Con aplicaciones selectivas, se utiliza hasta un 90 % menos de herbicidas

Los sensores de malezas realizan pulverizaciones específicas y concentradas, que ayudan a reducir el impacto ambiental y económico en los sistemas productivos.

Entre las diversas problemáticas que enfrenta el productor en la actualidad, las malezas ocupan un lugar destacado. Por resistentes y recurrentes, su control plantea un desafío: ser eficientes, al tiempo que sustentables. En este contexto, especialistas del INTA Manfredi, Córdoba, recomiendan el uso de sensores de malezas por su capacidad para realizar aplicaciones específicas y concentradas, sólo sobre las plantas y no sobre el suelo, lo que ayuda a reducir la resistencia, la deriva, los costos y el impacto ambiental.

El próximo 14 y 15 de noviembre en Salta, el INTA junto con Casafe organiza el Congreso Nacional de Fitosanitarios para promover las buenas prácticas agrícolas.

De acuerdo con Juan Pablo Vélez –técnico del proyecto Agricultura de Precisión del INTA Manfredi– resulta “clave” que los productores se perfeccionen en la incorporación de técnicas y tecnologías que hagan más eficiente el combate de las malezas resistentes.

Para esto, el especialista ponderó al detector de malezas por presentar excelentes resultados a campo: “Los sensores realizan un control selectivo; esto aumenta la eficiencia y permite ahorrar hasta un 90 % en herbicidas, con los consecuentes beneficios asociados con la reducción de los costos y del impacto ambiental”.

Estos equipos identifican a las malezas, a partir de los cinco centímetros de alto, y las rocían con el caldo, por lo que la aplicación resulta específica y concentrada. Esta acción tiene numerosos beneficios entre los que se destacan la reducción de desperdicios de herbicidas y la disminución de costos e impacto ambiental.

Asimismo, Vélez señaló que “esta tecnología reduce considerablemente la deriva, no sólo por el bajo volumen de aplicación sino también por el tipo de rociado de gota grande, con la ventaja de poder trabajar con cierta presencia de viento y disminuir, en gran medida, los riesgos en las aplicaciones periurbanas”.

“Otra aplicación en donde se puede sacar ventajas con esta tecnología –agregó el técnico– es en la técnica de doble golpe, en la que después de 15 días de aplicación de un hormonal se aplica un desecante”. El primer tratamiento puede realizarse con una cobertura total y la segunda, con el detector de malezas.

En este sentido, el especialista indicó que “existen numerosas variables y combinaciones que dan un sinfín de escenarios posibles para aplicar con detectores de malezas: duración del barbecho, diferentes tipos de malezas, interacciones con cultivos de cobertura o productos residuales, características de los rastrojos, tipo de producto que se aplica”. “Hay que tener en cuenta todo esto para que el productor diseñe su estrategia y pueda sacarle el máximo provecho”, remarcó Vélez.

Malezas, blanco de la luz roja

Los sensores de malezas cuentan con una fuente activa de luz roja que brilla continuamente en dirección al suelo. Cuando ésta se aplica sobre un material vegetal vivo, la clorofila de la planta absorbe parte de la luz roja y otra parte la emite como luz infrarroja (NIR), que se convierte en la señal que activa la pulverización.

Una vez identificada la planta, el sensor envía una señal eléctrica a la válvula de acción instantánea que debe abrir y un sistema inteligente calcula el retraso necesario para aplicar el producto exactamente sobre la maleza. Este sistema, al ser activo, permite pulverizar de día y de noche con la misma eficacia.

Los picos de aplicación se comandan y programan, de manera independiente, desde la consola. “Si bien, actualmente, la computadora que dirige estos equipos posee pocas prestaciones, cuenta con las necesarias para una rápida puesta a punto y salida al campo”, especificó Vélez.

Y agregó: “Actualmente, estos equipos no discriminan entre malezas y cultivos, por lo que mayormente es utilizado en tratamientos durante barbecho. Pero, en un futuro no tan lejano serán comunes los equipamientos que, mediante visión artificial, podrán diferenciarlos y determinar a qué especie corresponde la maleza y diseñar el tratamiento con la combinación de productos correctos para dicha población”.

Fuente: INTA

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