SE DUPLICÓ EL USO DE AGROQUÍMICOS
Esta dependencia cada vez mayor de los agroquímicos se repite en los demás países agrícolas. De todas maneras, también aumentaron las plagas.
Las enfermedades, plagas y malezas fueron analizadas en el módulo Protección de Soja y Maíz, coordinado por Santiago Barberis, de la empresa Lares SRL y Solapa 4, durante la mañana de la segunda jornada de Mundo Soja Maíz. El congreso organizado por SEMA superó en esta edición los 1200 inscriptos, a los que se sumaron más de 920 asistentes virtuales, a partir de la transmisión online en vivo realizada por Agrositio.
Al comienzo de su disertación y como referencia para comprender lo que ocurre con la protección de los cultivos, Barberis presentó datos estadísticos de la evolución del consumo de agroquímicos. El dato más saliente es que el uso se duplicó de 2006 al 2011, siendo la soja (glifosato) el cultivo que se lleva la mayor parte. También aumentó el uso de otros productos del mercado, lo que indica que no todo el mercado de agroquímicos es glifosato. Esta tendencia, de una dependencia cada vez mayor de los agroquímicos se repite en los demás países agrícolas.
Lo cierto es que en paralelo a este aumento en el consumo, también se ha dado un aumento en la aparición de plagas, enfermedades y malezas. Uno de los factores que promueve esta situación es, sin duda, el clima. Sin embargo, hay otro factor insoslayable muy importante: el manejo.
“Cuanto más simplificamos los sistemas productivos, más vulnerables somos a la aparición de problemas”, sostuvo Barberis. Y ejemplificó con el caso de los trips: “recordemos que comenzaron siendo deseables porque servían de alimento a las plagas predadoras en el cultivo de soja. Pero a partir de la desaparición de los predadores por las estrategias de manejo, la población de trips cambió drásticamente. Es decir, que no se trata de una modificación impulsada por el clima, sino por una cuestión de manejo”.
En el caso del maíz tardío o de segunda, el consultor se refirió a un ensayo realizado en Santa Fe con maíz pisingallo, que evidenció que cuando en diciembre hay más de 100 ml de precipitaciones se pueden esperar 3 toneladas de rendimiento. Pero la realidad es que no todos los años son iguales. Entonces recomendó optar por siembras tempranas en los años Niño o neutro, y en los años Niña optar por siembras tardías.
“A medida que atrasamos las fechas de siembra más problemas tenemos con las plagas y las enfermedades (Diatraea, Heliothis y Tizón), es decir que la decisión basada en la recurrencia de lluvias, debe acompañarse con la protección apropiada”, recomendó.
Frente a este escenario, para el maíz tardío principalmente, Barberis recomendó darle al monitoreo la importancia que tiene.
En cuanto a los costos, el especialista reveló que “cuando empezamos a tener problemas de malezas tolerantes y plagas duras de combatir, la protección representa un 16% en campos alquilados, y el 26% en campo propio”, de acuerdo a un análisis realizado al norte de la provincia de Buenos Aires. O sea: “hay un aumento en los costos por hectárea y se debe tanto al uso de más volumen de producto, como de productos más caros”, consideró Barberis.
En esta línea, otra de las opciones es usar la protección en la semilla, teniendo que definir en el desglose de los costos si se toma como protección o como valor de semilla. Pero en cualquier caso, Barberis afirmó que “la plata está bien usada”.
Los especialistas recomendaron hacer monitoreo del sistema, es decir no sólo del cultivo, sino también de su antecesor, y enfatizaron en incluir rotaciones, con el maíz como el principal aportante de carbono, ya que cuanto más rico y diverso es el sistema, menor será la incidencia de plagas, enfermedades y malezas.
Fuente: ON 24.