Una verdadera radiografía de la producción de leche

El INTA presentó las conclusiones de la encuesta sectorial lechera. Las estadísticas marcan que hay mucho margen para seguir creciendo en tecnología y manejo.

Una verdadera radiografía de la producción de leche

Sin información estadística seria y rigurosa es muy difícil diseñar políticas para darle un horizonte de crecimiento al primer eslabón de la cadena lechera: los tambos, que vienen de dos años complicados por las secuelas que dejaron las graves inundaciones de 2016 y 2017, y en los últimos meses por el impacto de la sequía.

El INTA acaba de presentar los resultados de la encuesta sectorial lechera, que relevó la situación de 190 establecimientos de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos. El estudio, que abarca el período que va de julio de 2016 a junio de 2017, se enmarca en el proyecto Sustentabilidad de los Sistemas de Producción de Leche Bovina del INTA.

Lo importante es que permite visibilizar algunas de las tendencias que marcan la coyuntura del sector. “El tambo promedio sigue teniendo unas 175 a 180 vacas pero en una menor superficie de campo (de 154 a 135,6 hectáreas VT), en comparación con el período 2001/2004, cuando se comenzó a realizar esta encuesta”, le contó a Clarín Rural Laura Gastaldi, licenciada en Administración Rural y unas de las referentes de este trabajo, en el que también participaron, entre otros, Gabriela Litwin, Marina Maekawa y Alejandro Centeno.

Lo que esto quiere decir es que en los últimos 15 años fue aumentando la carga animal por hectárea -se produce más leche en menos superficie-con una mayor utilización de los concentrados y el silo en las raciones. “La producción de leche por vaca, en promedio, bajó de 19,3 litros (en el período 2014/15) a 17,5 litros (2016/17) pero en esta situación influyeron los problemas climáticos”, reconoció la investigadora del INTA.

En relación a la inversión tecnológica hay algunos cuestiones para seguir de cerca. En un 18% de los establecimientos todavía se utiliza brete a la par; es decir, no hay fosa y el tambero tiene que agacharse para ordeñar (ese porcentaje superaba el 30% hace 15 años). “El 60% de los tambos, además, posee instalaciones cuya antigüedad supera o está próxima a cumplir su vida útil. Específicamente, el 12% tiene tinglados construidos hace más de 30 años y el otro 48% promedia los 20 años. El resto de los tambos corresponde a instalaciones que fueron renovadas, ampliadas o construidas en los últimos 10 años”, indica el estudio.

Una buena noticia es que en los últimos cinco años se empezó a incorporar sombra artificial en los corrales de espera (aunque sólo en la mitad de los establecimientos encuestados) para mitigar las consecuencias del calor en las vacas pero los ventiladores y aspersores son poco frecuentes (sólo 8% de los casos).

Los especialistas del INTA también relevaron un punto sensible: el manejo de los efluentes que se generan durante el ordeñe y la limpieza de las instalaciones. El 75% de los tambos los derivan a lagunas, ubicadas a unos 60 metros, el 11% utiliza cámaras y el 14% no realiza ningún tipo de tratamiento.

A pesar de que contienen un alto contenido de materia orgánica, que se puede usar para fertilizar pasturas y cultivos forrajeros, en el 40% de los casos los efluentes no se utilizan con fines agronómicos y el 35% los usa pero sin separar la fracción sólida de la líquida. Pero un dato significativo es que el 26% de los establecimientos ya cuenta con estercolera para distribuir los efluentes en los lotes (en un 46% de los casos se compró en los últimos cinco años).

Un tema que se analiza con especial atención, por su vulnerabilidad, es el de los tambos más chicos, los que ordeñan menos de 2.000 litros de leche por día. “Lo que vemos es que el manejo es la principal diferencia entre los que ganan plata y los que la pierden. Cuanto más pequeño es un establecimiento más eficiente tiene que ser”, aseguró Gastaldi.

Es que los productores tamberos que cuentan con asesoramiento profesional, manejo reproductivo y productivo, protocolos y rutinas de trabajo consolidadas y realizan gestión económica y financiera tienen muchas más herramientas para lograr rentabilidad.

En relación con el estancamiento en la producción argentina de leche, que hace unos 15 años que oscila en los 10.000 millones de litros anuales, Gastaldi recordó que entre el 2012/13 y el 2014/15 se había logrado un leve crecimiento de la producción diaria por tambo, pasando de 2.866 litros a 2.982 litros, pero las inundaciones del 2016 y 2017 frenaron ese repunte (que retrocedió a 2.764 litros diarios).

Habrá que ver si los tambos vuelven a recuperar su nivel productivo cuando el escenario climático sea más favorable.

Fuente: Gastón Neffen | Clarin

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