Variedad, ambiente y fertilización: lo que hay que saber para la campaña de trigo.

No todos los materiales se comportan de igual manera en los diversos ambientes En trigo el fertilizante y el genotipo superan el 60% de los costos del cultivo.

Variedad, ambiente y fertilización: lo que hay que saber para la campaña de trigo.

En este sentido, en el país tenemos numerosas redes de ensayos que tienen como objetivo principal brindarnos información del comportamiento de las variedades comerciales existentes. Esta información es vital para empezar a trazar estrategias de acuerdo al objetivo planteado: mejor adaptabilidad a ese tipo de lote, calidad, rendimiento, sanidad, etcétera.

No todos los materiales se comportan de la misma forma en todos los ambientes y esta es una tarea de extensión que debemos reforzar todos los años frente a la “variedad de moda”. Las diferentes fechas de siembra, cultivos antecesores, localización en el relieve, sistema de siembra, etcétera nos ofrecen una inmensa gama de ambientes a enfrentar en donde no todos los genotipos responden de la misma manera.

La caracterización del ambiente donde vamos a sembrar el cultivo es tan importante como la elección correcta del material para esas condiciones. Hay variedades de trigo con mayor capacidad de soportar bajas temperaturas, que serían los más adecuados en la elección de un lote situado en un bajo o sobre rastrojo de maíz.

Otros genotipos tienen características sanitarias diferenciales frente al resto, como otros, gran capacidad de transformar nitrógeno en rendimiento y también arrojar resultados referidos a las calidades superiores.

Fertilización

Los requerimientos de trigo en cuanto a nutrientes están gobernados por el nitrógeno (N), el fosforo (P) y el potasio (K) dentro de los 17 totales que son considerados esenciales para su crecimiento y desarrollo.

Todavía en nuestro país el K no es una limitante con lo cual reduciremos el diagnóstico en nuestro planteo al P y N. El índice de cosecha (extraído/ absorbido) de estos nutrientes son muy elevados (entre el 65 y 75%). Ejemplo: con un trigo de 5000 kg/ha se exportan aproximadamente en fertilizantes alrededor de 180 kg/ha de urea y 94 kg/ha de DAP.

Es por este motivo que el cultivo de trigo tiene una alta respuesta a la fertilización fosfatada a pesar de que solo entre el 5 y el 30% del fósforo aplicado al suelo como fertilizante es absorbido por las plantas durante esa misma campaña.

En cuanto a la fuente proveedora del nutriente, sabemos que no se observan diferencias en la eficiencia de uso del fósforo de todos los fertilizantes cuando la solubilidad de los mismos en agua es mayor al 80%. Con lo cual quizá no sea necesario recomendar el uso de una u otra fuente determinada, como sí sabemos que es importante la dosis del mismo y el PH del suelo.

En el sudeste cordobés, la dosis mínima para obtener los máximos rendimientos en trigo con valores de P Bray entre 8 y 16 ppm es de 29 kg P/ha o unos 127 kg/ha de fosfato monoamónico (MAP), dosis que escapa de la generalidad de la receta ya caduca de 80 kg/ha de MAP como “arrancador” de trigo.

En cuanto al nitrógeno, la estrategia comprende algunas variables más a tener en cuenta que solo sus requerimientos: el modo de aplicación, el antecesor, el régimen de precipitaciones zonales son algunas de las variables a considerar.

En esta región de Córdoba, las precipitaciones invernales son escasas, con lo cual cualquier estrategia de manejo que aumente las probabilidades de incorporar el nitrógeno al sistema es esencial.

Fertilizar anticipadamente (presiembra o en la siembra) aumenta la probabilidad de recibir precipitaciones durante el ciclo, acrecentando la posibilidad de que el N esté disponible en macollaje donde es un factor importante (además de la radiación y las bajas temperaturas).

Si la decisión de siembra inclinó la balanza sobre un lote con antecesor maíz o con excesiva cobertura, hay que tener en cuenta las pérdidas por “inmovilización” del nitrógeno aplicado. Si bien las pérdidas del nutriente en estaciones frías por “volatilización” no son tan importantes como en el verano, en la práctica de la fertilización “al voleo” hay que contemplar pérdidas del fertilizante arrojado de 20% o más por inmovilización de N en el rastrojo.

Hoy, en la zona, los máximos rendimientos se obtienen con dosis de ajuste a 200-220 kg de N/ha de 0 a 60 centímetros de suelo + fertilizante y para años secos con 180 kg de N suelo + fertilizante.

El autor es técnico del INTA Corral de Bustos

Fuente: Por: Juan Pablo Ioele - Diario La Nación

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