Cuáles son las tendencias que están cambiando al agro en los Estados Unidos

DEKALB COUNTY, Illinois.- Con la apertura a nuevas formas de administración, el ingreso de generaciones jóvenes y la adopción de tecnología digital, el agro norteamericano va mutando de rostro para adaptarse a los desafíos de un mundo cada vez más competitivo.

Cuáles son las tendencias que están cambiando al agro en los Estados Unidos

Una recorrida por la cooperativa CHS en Dekalb County, en Illinois, el corazón del Corn Belt de Estados Unidos, en una visita organizada por NK Semillas, de Syngenta, con periodistas de Brasil y la Argentina, permitió registrar esas tendencias que se reflejan en esta región.

"El farmer ama el maíz", enfatiza Mike Friedlund, vendedor de semillas de Syngenta en la zona. En Dekalb County se siembran 150.000 hectáreas de cultivos: el 65% corresponde a maíz y el resto a soja. "Se hace un poco de trigo de invierno", informa.

El rinde promedio del maíz en la región es de 11.000 kg por hectárea. El etanol es el destino de la mayoría de la producción. CHS posee una planta de etanol a 15 kilómetros de Dekalb County. En porcentajes minoritarios, el maíz de la zona se vende para el engorde de ganado y para la exportación como grano.

La integración tecnológica con la industria del etanol es clave. Syngenta desarrolló hace unos años un evento biotecnológico que le permite al maíz expresar la enzima alfamilasa que, antes, las plantas de etanol debían incorporar en forma externa como una suerte de aditivo. Este evento, conocido como Endogen, se comprobó en los últimos años que también es útil para el tambo y la alimentación animal ganadera (acelera la conversión en carne). En 2024/25 prevén que estará disponible en la Argentina.

Cooperativas

En la gestión del campo, el rol de las cooperativas es central en esta zona del Corn Belt. Venden semillas, agroquímicos y fertilizantes. "Nuestras ventas se reparten en proporciones iguales en esos rubros", dice Dave Klecner, director de Operaciones de la cooperativa CHS. Brindan también asesoramiento técnico, pero las decisiones de compra y operación las toman los productores.

El perfil de los farmers viene cambiando en los últimos años. "En las familias suele haber alguien que se dedica al trabajo del campo y el resto tiene otros trabajos o está part time", explica Dave Mayers, responsable de la gestión agronómica de la cooperativa CHS en Dekalb County. Aunque no se conoce la figura del contratista como tal, hay sí un crecimiento de la superficie arrendada. Los técnicos de la cooperativa estimaron que el 60% de la superficie agrícola de Dekalb County se realiza sobre campo alquilado. Los contratos van de uno a tres años.

Según explican, está cayendo el número de productores. En la región, el promedio de la superficie productiva es de 540 hectáreas y tienen un total de 870 productores. El precio promedio de la hectárea en esta zona agrícola es de 18.000 dólares. "La renta es baja y el costo de producción es alto", dice Kleckner.

Riesgos

Pero hay algo que es evidente: los farmers solo tienen que lidiar con los riesgos climáticos y del mercado internacional de commodidties. Para ellos el "riesgo político", variable esencial en la pampa húmeda, es prácticamente inexistente. Una prueba de ello fueron las grandes lluvias que padecieron en la campaña agrícola 2019/2020 y que en esta región provocaron una caída del 20% en la superficie sembrada con maíz. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés) tiene un programa de seguros para cubrir a un productor en caso de que no siembre por exceso de lluvias o sequía. "Sin ayuda gubernamental saldría del negocio", reconoce Friedlund. Aunque mayoritariamente los farmers apoyan al presidente Donald Trump, esa política trasciende a la eventualidad de un gobierno republicano o demócrata.

Apuesta a la tecnología

La agricultura digital es otra tendencia muy clara en el agro norteamericano. "Tenemos mapas satelitales de todos los suelos de la región y está difundida la agricultura de precisión", dice Myers. También los productores están acostumbrados a realizar análisis de suelo, lo que les permite aplicar las dosis justas de fertilizantes. "Se está adoptando la agricultura digital", señala el técnico.

En materia ambiental, reconocen que están creciendo las exigencias sobre el modo de aplicación de los agroquímicos. "Hay más restricciones, no se puede aplicar a 100 metros de ríos o lagos y a menos de 120 metros de casas", explica Myers. También hay límites para las aplicaciones de herbicidas cuando las condiciones climáticas no lo permiten. El herbicida dicamba no puede utilizarse cuando el viento es excesivo, por ejemplo.

Respecto de la valoración social de los productores en los ambientes urbanos, los técnicos de la cooperativa reconocen que no es sencilla. "El 1% de la población se dedica al campo, es difícil encontrar un reconocimiento", sostiene Myers.

Fuente: Cristian Mira – Diario La Nación

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