Del campo a las góndolas. Incidencia de los granos en los precios de los alimentos
En los últimos meses se registró una tendencia alcista en los mercados internacionales, vinculada a distintos factores relacionados con la oferta y la demanda global, así como los mercados financieros, que impactó positivamente en los precios domésticos de los granos.

Este aumento del precio de los granos revivió preocupaciones sobre el impacto de los mismos en los precios de los alimentos derivados de trigo y maíz en el mercado interno. En consecuencia, se adoptaron diversas medidas de política agropecuaria con el objetivo de desacoplar el precio doméstico del internacional. En este punto resulta importante destacar que muchas de las medidas ya han sido llevadas a la práctica en nuestro país en distintos períodos históricos, siendo el más reciente el comprendido entre los años 2002 y 2015, donde se implementaron: derechos de exportación, tipos de cambio diferenciales, restricciones cuantitativas a la exportación, límites máximos de precios internos y compensaciones.
De este trabajo puede concluirse que el precio de los granos representa un porcentaje relativamente bajo del precio final de los alimentos, y por lo tanto tienen una incidencia menor en el Índice de Precios al Consumidor. La mayor parte del mismo está relacionada con otros insumos y costos, como salarios, energía, alquileres, fletes, impuestos, utilidades y otros costos de distribución. Por tanto, políticas dirigidas a evitar una suba en el precio de los granos no tendrán efectos significativos sobre los precios de los bienes de consumo. Una política destinada a combatir las causas de la inflación, incluida la de alimentos, debería basarse en otras herramientas de política monetaria, cambiaria y fiscal.
Como contrapartida al bajo impacto sobre los precios de los alimentos en el corto plazo, políticas como controles de precios, derechos de exportación y restricciones cuantitativas a las exportaciones, redundan en efectos negativos sobre la producción y reducen las oportunidades de hacer frente al alto riesgo climático que enfrentan los productores. Lo que resulta en una menor oferta y mayores precios en el mediano plazo, afectando también negativamente el bienestar de los consumidores: resultados contrarios a los deseados. Los efectos negativos son mayores en los casos de restricciones cuantitativas. De esta manera, estas políticas no parecen ser las adecuadas desde el punto de vista del bienestar general de la población, resultando en grandes pérdidas de eficiencia. A cambio de pequeñas ganancias de corto plazo en el bienestar del consumidor, se afecta negativamente el bienestar de todos los actores en el mediano plazo.
Debe tenerse en cuenta, asimismo, que las ganancias de corto plazo están limitadas por la duración del ciclo productivo, especialmente en el caso de la carne bovina. Finalmente, si el objetivo buscado es mitigar los efectos negativos de los aumentos de precios de alimentos sobre los consumidores, son las políticas de subsidios a la demanda las que mejores resultados han mostrado en términos de eficiencia y equidad, tal cual lo muestran experiencias internacionales de ayuda alimentaria como los cupones de alimentos de la Ley Agrícola de Estados Unidos. Las nuevas tecnologías permiten hoy llegar de manera sencilla a quienes necesiten de la política, segmentando adecuadamente por la situación socio-económica de cada consumidor (nivel de ingreso, educación, ocupación, hijos, etc.).
Fuente: Bolsa Cereales de Buenos Aires