LA SOJA Y EL DÓLAR EN UN TIEMPO DE INCERTIDUMBRE, POR MANUEL ALVARADO LEDESMA.
Las cosas están cambiando y el contexto pierde visibilidad.
Si centramos nuestra mirada en la economía local, vemos que las cosas están cambiando.
Si focalizamos nuestra atención en la situación política, ahora pasadas las elecciones de la ciudad de Buenos Aires, advertimos que el contexto general se está modificando. La pregunta es ¿el poder ejecutivo pierde fuerza?
Hasta ahora, el consumo se halla en un escalón alto, el nivel de actividad es bueno, las reservas son elevadas y es alta la recaudación pero simultáneamente, la fuga de capitales no cesa sino que más bien crece. Por ello, los desafíos se están diseñando rápidamente.
Los desafíos macroeconómicos que se presentan son muy complejos, sobre todo si el poder político comienza a mostrar flancos débiles.
El resultado de las elecciones, donde Mauricio Macri ha quedado como gran ganador, parece confirmar el inicio de una etapa diferente. De la inexpugnable fortaleza se pasaría al paulatino aumento de la debilidad de las autoridades nacionales.
En medio del nuevo clima político, el cuadro económico muestra sus flaquezas.
Después de varios años de cuentas sanas, ahora hay déficit fiscal que, además, es creciente. Y lo es porque la oferta política se ha centrado en la capacidad de cubrir las demandas con dinero.
La emisión de dinero sigue su curso sin mayor restricción. La inflación muestra, por momentos cierta tranquilidad, pero enseguida se revela indómita y con perspectivas cada vez más preocupantes.
La malla de subsidios es cada vez más difícil de mantener dado el creciente retraso de las tarifas.
El tipo de cambio poco tiene que ver con un nivel de incentivo a las exportaciones. Por el contrario funciona como aliciente de las importaciones. El dólar pierde capacidad de compra día a día por efecto de la inflación y, así, el retraso cambiario se hace más evidente.
Y para peor de males, el Banco Central se descapitaliza por los destinos que la política económica le impone a sus reservas.
Desde hace un buen tiempo que los fondos se van del país. Son casi cuatro años de huida de dólares.
La demanda local de dólares y aún de euros no cesa. La economía se dolariza. Y por ende las transacciones tienden a disminuir.
La fuga de capitales empuja hacia una eventual situación de recesión. Todavía ella está lejos, pero muchos empiezan a advertir su llegada.
En los centros de decisión se contempla la posibilidad de una caída en el nivel de actividad que podría darse tan pronto pasen las elecciones presidenciales.
Con el actual ritmo de fuga de capitales más el cuadro macroeconómico presente, el valor local del dólar se convierte, cada día que pasa, en un problema más grave.
Cierto es que el dólar a nivel internacional sigue débil y que el real brasileño mantiene una paridad favorable al comercio de la Argentina, pero… ¿es ello suficiente para frenar la demanda local por dólares?
La presión de la demanda local sobre el dólar estimula la suba de su valor. Y la inflación se retroalimenta, a la vez que fogonea la suba de su paridad. El círculo vicioso parece estar en marcha.
En este contexto, y sin necesidad de recurrir a complejas ingenierías financieras, la tenencia de soja es una alternativa para el eslabón agrario bastante confiable para mantener su capacidad de compra en el tiempo.
A diferencia de otros granos como el maíz o el trigo, la soja no tiene mucho que ver con el mercado interno. Ello la pone en mejor situación frente al embate de una política económica preocupada por la suba interna de precios.
Además es un elemento de liquidez y, simultáneamente, tiene valor intrínseco.
Fuente: Agrositio.