LA FAENA, POR EL PISO
La matanza de ganado volvió a caer en el primer semestre del año. El peso promedio de faena mejoró, pero aún tiene un largo trecho por recorrer, algo a lo que no ayuda la política oficial.
La faena de ganado ha bajado de los 16,1 millones de cabezas en 2009, a 11,8 millones el año pasado. Cuando se suponía que éste era el piso, sorprendentemente este año la matanza vuelve a caer en el primer semestre otro 13 por ciento, apuntando a un total anual del orden de los 10,6 millones.
Estos precios excepcionales, tanto en términos reales como en dólares, son resultado de una oferta ganadera muy baja, que difícilmente retroceda ya en años próximos. La caída en la oferta de carne fue atenuada por una fuerte suba en el peso promedio de faena, que pasó de 210-212 kilos en los últimos meses de la liquidación (segundo semestre de 2009) a los 228-230 kilos actuales.
Este promedio, si bien ha mejorado mucho, está lejos o muy lejos aun de los pesos en Brasil, Uruguay, Europa o Australia, sin hablar de Estados Unidos, donde cada animal adulto (se matan pocos terneros) rinde más de 300 kilos de carne en gancho. En los últimos meses, por las limitaciones a la exportación y la obligación (para sobrevivir) de los exportadores de vender la mayor parte de los cortes al mercado interno, ha comenzado a pagarse menos los novillos pesados o muy pesados, con castigos importantes a los de más de 500 kilos; estos animales dan cortes anatómicos grandes, que premia el mercado externo, pero que rechaza el sofisticado consumo interno, que prefiere la “carne chica”.
En todo el país, desde el invernador de La Pampa o el oeste de Buenos Aires, hasta el de Corrientes o las islas de Entre Ríos o Santa Fe, cada vez es mayor el número de ganaderos que termina sus novillos a pesos de faena de no más de 450-500 kilos, haciéndoles caso a las señales de los frigoríficos en materia de precios, lo cual a su vez es consecuencia de la política de limitación de las ventas al exterior.
La baja en el peso medio de faena no es mayor por las dificultades para la reposición de invernadores y “feedloteros”, que obligan a alargar los engordes para diluir la pésima relación de compra-venta. De todos modos, en los últimos 18 meses el peso en gancho ha subido, y esto ha permitido que mientras en los últimos dos años la faena haya caído un 34 por ciento, la producción de carne se haya reducido “sólo” un 29 por ciento.
Todo indicaría que la faena no seguirá bajando, y que a partir del mayor número de nacimientos que se prevé en próximos años, la oferta de ganado tenderá a crecer paulatinamente, dependiendo la mayor oferta de carne futura de cuán rápido se recuperen las pariciones y los destetes.
Se parte de un stock de vacas muy bajo (20 millones) y de una tasa de destete (60 por ciento) también muy pobre, por lo que lo más razonable es suponer que ya a partir de esta primavera (parición) y del próximo otoño (destete) ambas variables comiencen a recuperarse y la faena empiece a crecer progresivamente.
A medida que la faena se incremente, y bajo el supuesto de que la exportación seguirá limitada al mínimo, la mayor cantidad de carne traerá inevitablemente una baja en los precios del ganado y de la carne, que pasarán de los excepcionales niveles actuales a precios altos y remunerativos, pero más bajos.
Fuente: Ignacio Iriarte, La Voz del Interior; FyO.