Argentina ya suma un total de 78.000 hectáreas sembradas con cultivos HB4 tolerantes a sequía
En el presente año 225 productores sembraron en total 55.000 hectáreas con trigo HB4 (tolerante a sequía) de Bioceres en el marco de contratos de producción. Es una cifra sustancialmente superior a las 7000 hectáreas implantadas en 2020. En tanto, según se informó, en el último balance trimestral presentado– se cosecharon 23.000 hectáreas con soja HB4, las cuales, al igual que en el caso del trigo, se realizan en el marco de contratos de multiplicación de semilla.

“El acuerdo de América del Norte contempla un programa conjunto de desarrollo y comercialización de productos con GDM, centrado en los cultivares de soja con grupos de madurez II e inferiores”, explicó Bioceres.
Adicionalmente, en Brasil Bioceres se asoció con la semillera TMG para desarrollar cultivares HB4 para los grupos de madurez VI y superiores. La meta, junto al empleo de genética propia, es cubrir así todo el espectro de grupos de madurez de soja.
Con respecto al trigo HB4, se presentaron solicitudes de aprobación regulatoria en Australia, Nueva Zelanda, Indonesia y Sudáfrica, mientras que CTNBio de Brasil solicitó a Bioceres información en el proceso de autorización solicitado por la compañía en esa nación.
En la Argentina el trigo HB4 (evento IND-ØØ412-7) se encuentra aprobado desde 2020, pero su liberación definitiva está condicionada a que el evento sea autorizado por Brasil, el principal comprador de trigo argentino. Vale remarcar que Argentina fue el primer país en el mundo en autorizar un evento de trigo modificado tolerante a sequía.
El evento de tolerancia a sequía ya había sido aprobado en 2015 en soja (IND-ØØ41Ø-5) por el Estado argentino de manera condicional, lo que implica que no puede ser comercializado en el mercado argentino hasta que obtenga el permiso de importación por parte de China (primer comprador mundial de poroto de soja).
El gen que confiere la tolerancia a sequía (HB4 es su nombre comercial) proviene del girasol y fue descubierto por un equipo de investigadores –liderado por Raquel Chan– de la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet.
Fuente: Bichos de Campo