¿A que juega Roberto Feletti? A pesar del rechazo de la molinería, insiste con un Fideicomiso Triguero que parece un “traje a medida” para beneficio de una sola empresa

La semana pasada, cuando publicamos una primera nota sobre el fideicomiso triguero lanzado por el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, alguno llegó a decir que Bichos de Campo estaba “operando”, como suele argumentarse para descalificar el trabajo periodístico. Pero todo se confirmó al rato, con sendos comunicados enviados por las tres entidades que representan a los molinos de trigo (FAIM, Apymimra y CIM).

¿A que juega Roberto Feletti? A pesar del rechazo de la molinería, insiste con un Fideicomiso Triguero que parece un “traje a medida” para beneficio de una sola empresa

En ellos se decía que las empresas no querían ingresar a ese mecanismo, pues consideran que era un estropicio que no iba a hacer bajar los precios del pan -como prometía el funcionario- y que en cambio llevaría a la quiebra a la inmensa mayoría de los molinos.

Frente a tan rotunda e inédita posición, Feletti insistió. Convocó para el lunes pasado a esas tres cámaras de la molinería (que ratificaron su rechazo) y al día siguiente a panaderías y fabricantes de pasta, que son los sectores que hipotéticamente se beneficiarían con el sistema. A unos y otros les dijo más o menos lo mismo: que el fideicomiso estaba listo para comenzar a funcionar y así se empezaría a compensar el precio del trigo destinado al mercado interno. La idea es que la tonelada, que vale 45.000 pesos en el mercado real, cotizara a 25.000 pesos. La inmensa diferencia, unos 20.000 pesos por tonelada o 20 pesos por kilo, lo subsidiaría el Fideicomiso.

Al escollo que representaba la resistencia de las cámaras molineras Feletti lo sorteó con un recurso digno del Mago sin Dientes: En dos comunicados oficiales argumentó que no importaba tanto la posición de las entidades gremiales empresarias, pues finalmente no serían éstas las que cobraran el dinero, sino que los subsidios irían a parar directamente a las empresas que adhirieran voluntariamente al mecanismo. Es decir, comunicó que de ahí en más no negociaría con las cámaras sino directamente empresa por empresa.

Llegó a escribir el comunicado oficial que “el sector molinero manifestó su voluntad de adhesión” cuando sucedía todo lo contrario. No fue magia.

Este miércoles de censo, el diario oficialista Página/12 publicó una ilustrativa nota que se preguntaba con cierta lógica: ¿Por qué luego de dos meses de que el presidente Alberto Fernández anunciara la creación de este Fondo Estabilizador del Trigo (FETA) no pudo ponerse todavía en marcha? Allí se da espacio a las explicaciones de Feletti, que habla en off.  Pero insiste en que ya el próximo viernes podría comenzar a pagar las compensaciones y que hay molinos que -a título individual y desoyendo a sus dirigentes- se han inscripto en el sistema.

Este párrafo de la nota de Página/12 no tiene desperdicio: “A pesar de las dificultades mencionadas, desde Comercio Interior aseguran que parte del dinero se encuentra disponible y podrían comenzar los giros este próximo viernes para ver el impacto en precios en las próximas semanas. Hay tres empresas que ya realizaron los trámites y podrían recibir los giros este viernes: Molino Cañuelas, Molisur y Molinos Florencia.  Además, existen diez que se encuentran con el trámite avanzado y estarían en condiciones de recibir el subsidio la próxima semana”.

No se sabe cuáles son esas supuestas “diez empresas” que están haciendo los trámites. Lo que cualquier idiota sí podría determinar con facilidad es que las tres empresas ya anotadas son en verdad una sola: Molinos Florencia es parte del grupo Cañuelas. Molisur SA, una empresa con sede en Río Cuarto, también sería parte del mismo grupo Cañuelas. Es decir que las tres empresas mencionada por las fuentes de Comercio Interior se resumen en una sola: Molinos Cañuelas.

¿Nos está tomando de boludos el secretario Feletti? ¿A qué está jugando?

Vamos a repetir aquí lo que decía la primera nota de Bichos de Campo sobre este famoso FETA: Los molinos no lo quieren porque -en primer lugar- desconfían de que el Estado vaya a cumplir (por más fideicomiso que arme) en tiempo y forma con el pago de los subsidios. O peor todavía, temen que haya discrecionalidad en el reparto de los 400 millones de dólares que se supone recaudará Feletti de la suba de las retenciones a la soja para poder “desacoplar” el precio local del trigo. Esto ya lo vivieron muchos molinos cuando la ex ONCCA -en manos de Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray- distribuyó compensaciones en el primer kirchnerismo: el único grupo que cobraba en tiempo y forma era Cañuelas.

Pero hay una segunda razón que motiva a los molinos a rechazar el mecanismo de Feletti: muchos creen justamente que el FETA ha sido diseñado como un “traje a medida” para socorrer con capital fresco de las nuevas compensaciones a Molinos Cañuelas, una empresa (Molca SA) que ingresó en concurso de acreedores el año pasado con deudas acumuladas por más de 29.000 millones de pesos, más otros 11.000 millones adeudados por su controlada Compañía Argentina de Granos.

Aunque hay organismos del Estado que son acreedores importantes de parte de esa millonaria deuda (que es mayor incluso a la que tenía Vicentin), Comercio Interior no pone reparos a la adhesión de esa firma, mientras que exige para el resto de todos los molinos que -para cobrar- estén completamente al día con la AFIP. Esta doble balanza es la primera discrecionalidad que parece saltar a la vista. Pero no la única.

“Es como una doble Nelson”, comparó un empresario que sigue de cerca esta pulseada. Explicó que para el universo de los molinos, ingresar al Fideicomiso de Feletti sería muy peligroso (habría que estar al día con el fisco, para luego tener que sufrir a la espera de cobrar las compensaciones, porque de lo contrario se fundirían financiando el Estado). Pero no entrar al sistema también podría ser letal, pues podrían perder mercado a manos de Cañuelas, el único molino que sí cobraría los subsidios y podría distribuir la harina más barata que el resto.

Finalmente lo que está en juego aquí es quién se queda con el mercado local de harina de trigo. Molinos Cañuelas compró los molinos de Cargill en 2018 y acumula así 10 plantas que llegaron a manejar casi 30% del negocio. Pero con la debacle financiera, la compañía viene perdiendo participación (nadie le quiere vender trigo, porque justamente ha sido mal pagador) y ahora descendió a aproximadamente 22,5% del mercado. La caída del gigante benefició al resto de los molinos, unos 145 en total, que recuperaron aire y pudieron ganar posiciones.

La pregunta es pertinente: ¿Podría estar Feletti (o algún funcionario mucho más poderoso que él) operando a favor de Molinos Cañuelas y sirviéndole el fideicomiso en bandeja para que esta empresa recupere porciones del mercado? Son especulaciones. Pero si finalmente fuera la única firma que ingresara al fideicomiso y recibiera los dineros oficiales en tiempo y forma, volvería a contar con capital de trabajo suficiente como para salir a competir por el poco trigo disponible, dejando fuera de carrera a muchas pymes.

A favor de estas sospechas hay otros elementos que ya hemos mencionado. Por un lado, para asignar cupos de mercado (y establecer los pagos), el FETA decidió tomar en consideración los volúmenes de molienda de los últimos tres años y no los de la actualidad. Esto de por sí amplía la posibilidad de participación de Cañuelas, que viene cayendo, en detrimento de otros molinos, que vienen creciendo.

El otro argumento es mucho más claro: Feletti siempre habló de la necesidad de subsidiar el trigo Triple Cero (que es el más rústico), para así poder contener la suba del precio del pan común. Pero en la última resolución que implementó el fideicomiso incorporó a una serie de harinas Cuatro Ceros y refinadas que se utilizan para hacer “especialidades”, como la tapa pascualina, los spaghetti, las facturas, y otros tantos panificados que no deberían estar subsidiados. Muchas de esas harinas son la especialidad justamente de los molinos más grandes y tecnificados. Como Cañuelas.

Cuando el lunes los dirigentes de la molinería hicieron esta pregunta a Feletti, éste contestó que la incorporación de este tipo de harinas había surgido por pedido de Martín Guzmán, el ministro de Economía. En esa ocasión también prometió adelantar el 75% de los recursos del fideicomiso para que los molinos no corrieran el riesgo de quedar descalzados por financiar el Estado. Y hasta llegó a tentar a los molinos díscolos con un eventual aumento del precio a la que habría que vender la bolsa de harina, como para que el impacto financiero no fuese tan grande.

¿A qué juega Feletti? ¿No era que su prioridad pasaba por contener los precios del pan común?

Con el trigo por las nubes, cerca de los 45.000 pesos por tonelada, los precios de la Harina Triple 000 sin interferencia del gobierno son actualmente de unos 1.600 pesos puesta en el molino, más flete y más impuestos. La cuatro 0000 sube a 1.750 pesos. Feletti quiere bajar los valores de la primera de ellas (la segunda se añadió después el fideicomiso) a los valores de pre-guerra entre Rusia y Ucrania, que estaban cerca de 1.200 pesos. Así contado, el FETA podría ser un mecanismo deseable para un alto porcentaje de la población al que se le complica gastar entre 250 y 300 pesos por kilo de pan común.

La pregunta de fondo es cuánto inciden los precios del trigo (y de la harina, que son casi paralelos) en el valor final del pan. La respuesta que más se repite es que poco, entre 10 a 20% según el momento. En rigor, un kilo de trigo a los valores de mercado vale hoy 45 pesos. Y se necesita 1,25 kilos para elaborar un kilo de pan. Como ya se dijo, esté se vende al menos cinco veces más caro. Es evidente que hay muchos otros factores que inciden en la definición de lo que paga el consumidor: alquileres, mano de obra, energía, otros ingredientes, fletes…

En este contexto, nada asegura que Feletti, aún gastando los 400 millones de dólares anuales que recaudaría adicionalmente de la soja, vaya a producir con su fideicomiso una rebaja real de los precios del pan: lo más probable es que las panaderías y fábricas de pasta aprovechen el envío de harina de trigo más barata sin trasladar esa ventaja al consumidos final. Es lo que sucede con mucha frecuencia en la historia argentina, incluso en otros rubros. Sube la hacienda y aumenta la carne. Luego los valores del ganado bajan, pero los precios de la carne nunca lo hacen.

“¿Por qué vamos a subsidiar a los turistas que van a comer el pan gourmet en La Cabrera o en otros restaurantes de ese estilo'”, preguntan con razón los molineros que se quejan de este gran operativo oficial. La pregunta es recurrente cuando el kirchnerismo repite políticas como la del fideicomiso, que desvía la atención de los verdaderos necesitados aunque siempre declame lo contrario. En este caso, la sospecha concreta es que se invoca la necesidad de los pobres para favorecer a una enorme empresa que está en default (es decir, que defraudó a muchos otros actores públicos y privados, grandes y chicos) y que además suele asumir posiciones muy agresivas contra sus competidores, aprovechando su posición de supremacía en el mercado de la harina.

Es la misma empresa (más molinos Florencia y Molisur), el grupo liderado por Molinos Cañuelas, a la que el propio Feletti acaba de multar -junto a las cámaras de molineros que rechazan este fideicomiso- con 150 millones de pesos por concertar “conductas anticompetitivas” en el marco de un “cartel institucionalizado”, según dice la Resolución 332/20922 firmada por el funcionario a principios de abril pasado. Obviamente que Cañuelas no pagó todavía nada de eso.

¿A qué juega Feletti? ¿Cuál es su verdadera intención?

Fuente: Bichos de Campo

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