Cumbre del Mercosur Fernández y Lula denostaron la exportación de materias primas ante un Lacalle Pou que se burló de ambos
La LXII Reunión del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes y Jefas de Estado del Mercosur, que se realizó este martes en Puerto Iguazú, fue una suerte de comedia de enredos en la cual los presidentes de Argentina y Brasil denostaron la exportación de materias primas al tiempo que afirmaron
La LXII Reunión del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes y Jefas de Estado del Mercosur, que se realizó este martes en Puerto Iguazú, fue una suerte de comedia de enredos en la cual los presidentes de Argentina y Brasil denostaron la exportación de materias primas al tiempo que afirmaron –luego de 25 años sin novedades– que tienen (ahora sí) la esperanza de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Europa. El mandatario uruguayo, cansado de no poder lograr una TLC con China, se burló de ambos.
El presidente argentino Alberto Fernández exhortó a sus pares del Mercosur a “integrarse al mundo no sólo como proveedores de materias primas, sino como exportadores de productos elaborados” y dijo que aspira a que las negociaciones en marcha con la Unión Europea “arrojen resultados equilibrados para todas las partes”.
“Hablo de ser parte del mundo global con la fuerza de las economías que se desarrollan y no con la debilidad de las que se primarizan. Nadie puede condenarnos a ser los proveedores de la materia prima que otros industrializan y luego nos venden a precios exorbitantes”, dijo el jefe de Estado argentino en su discurso frente a los presidentes del Mercado Común del Sur.
Increíblemente, luego citó –una por una– los factores que hacen virtualmente inviable una integración económica entre el Mercosur y la UE-27 como si se tratasen de cuestiones factibles de resolver.
Vale recordar, por ejemplo, que el acuerdo comercial UE-Mercosur firmado en 2019 estableció que Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay contarían –en caso de ser aprobado– con una cuota anual de 54.450 toneladas peso carcasa de cortes bovinos enfriados (unas 37.000 toneladas peso producto), la cual ingresaría con un arancel del 7,5% de manera progresiva en un plazo de seis años. Semejante volumen, bajísimo para el potencial exportador del Mercosur, fue considerado de imposible cumplimiento por países como Irlanda y Francia, que procedieron a vetar el acuerdo.
El presidente argentino señaló además que la UE-27 tomó recientemente “decisiones ambientales unilaterales” que “cambian las reglas del preacuerdo que se firmó a mediados de 2019” y que, en los hechos, invalida el todo lo negociado cuatro años atrás.
La medida en cuestión introduce una nueva legislación orientada a evitar que ingresen a su territorio productos agroindustriales provenientes de zonas deforestadas después del 31 de diciembre de 2020 y que no afecten derechos indígenas.
“Tenemos una visión crítica de lo que se acordó entonces. Aquello fue el fruto de un esfuerzo muy desigual entre las partes. Así, el Mercosur fue el que más cedió siendo el bloque con menor nivel de desarrollo relativo en el acuerdo”, sostuvo Fernández, quien, de todas maneras, confió en llegar a un acuerdo más favorable con la EU-27.
En la misma línea que Fernández, casi compartiendo el mismo libreto, el presidente brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva dijo este martes que el preacuerdo negociado en 2019 entre el Mercosur y la Unión Europea es inaceptable y que se compromete a concluir un tratado equilibrado que asegure el espacio necesario para la adopción de políticas públicas “a favor de la integración productiva y la reindustrialización”.
“No tenemos interés en acuerdos que nos condenen al eterno papel de exportadores de materias primas, minerales y petróleo. Necesitamos políticas que contemplen una integración regional profunda, basada en el trabajo calificado y la producción de ciencia, tecnología e innovación. Esto requiere más integración, la articulación de los procesos productivos y la interconexión energética, vial y de comunicaciones”, afirmó Lula.
Cuando llegó el turno del mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, el tono discursivo cambió rotundamente. “Otra cumbre más y el mundo sigue cambiando, se generan nuevas necesidades y oportunidades”, se quejó en referencia implícita a que su país no puede avanzar la negociación de un Tratado de Libre Comercio con China porque la nación asiática exige que el mismo sea aceptado por Brasil y Argentina, algo que está muy lejos de ocurrir con los modelos económicos proteccionistas vigentes en ambas naciones.
“Es mucho mejor (negociar) juntos. Si vamos en ‘barra’ con Argentina, Brasil y Paraguay, vamos a ser mucho más fuertes, con mejores condiciones negociadoras. El inmovilismo es lo que nos preocupa”, aseguró.
En ese tema, Lacalle Pou le auguró al presidente Da Silva la mayor de las suertes respecto a una culminación exitosa del acuerdo con la Unión Europa. Y añadió que ya van 25 años de negociaciones, un espacio de tiempo que en el mundo moderno no es lógico.
En cuanto al acuerdo comercial que está negociando Uruguay con China, insistió en que la posición oriental es negociar en bloque, pero que, cuando no se progresa, la política de Uruguay es avanzar de forma bilateral. Es decir: chau Mercosur.
También manifestó que la participación de Uruguay en comercio exterior dentro del Mercosur se ha ido debilitando y que las balanzas económicas con los socios del bloque son deficitarias. E incluso mandó al frente a la Argentina, país que viene implementando obstáculos de todo tipo para frenar importaciones.
Por último, el presidente paraguayo Mario Abdo Benítez aprovechó la oportunidad para mencionar que “la cuestión de la eficiencia del transporte, relacionada con la navegación pluvial en aguas internacionales, sigue siendo central para la República del Paraguay. Esperamos que su tratamiento no se quede en el ámbito retórico integracionista”.
Tales declaraciones fueron específicamente destinadas a la Argentina, que desde este año, como si se tratase de una retención “de exportación”, aplica de manera unilateral un peaje sobre el tramo de la Hidrovía del Paraná usada por embarcaciones guaraníes.
“Las medidas adoptadas por fuera de la institucionalidad conspiran contra el espíritu integracionista. Tienen consecuencias negativas reales, pérdida de eficiencia de los productos en los mercados internacionales y afectación de empleos. El transporte fluvial es un instrumento trascendental de nuestra economía y esperamos que cualquier decisión al respecto sea tramitada con el mayor celo a los acuerdos internacionales”, remarcó Abdo Benítez sin que a Fernández se le moviera un pelo.
Fuente: Bichos de Campo