La silenciosa batalla que los guanacos y los pumas les están ganando a las ovejas
Al problema de la sobrepoblación de guanacos en Santa Cruz, que tienen en vilo a los productores de ganado ovino, se le sumó, aunque con menos incidencia, el de pumas. Los felinos están básicamente en el extremo este de la provincia, donde se ubica el primer parque nacional costero del país, el Monte León, con 70.000 hectáreas protegidas.
En Santa Cruz, mientras los primeros hacen un sobrepastoreo, los segundos provocan ataques que generan pérdidas de ejemplares a los productores ovinos
Al problema de la sobrepoblación de guanacos en Santa Cruz, que tienen en vilo a los productores de ganado ovino, se le sumó, aunque con menos incidencia, el de pumas. Los felinos están básicamente en el extremo este de la provincia, donde se ubica el primer parque nacional costero del país, el Monte León, con 70.000 hectáreas protegidas.
El mayor problema de los pumas, aseguran los productores, son las hembras cuando les enseñan a cazar a los cachorros y entonces sí “salen a cazar y causan estragos”.
En el parque nacional hay pumas y también tropillas de guanacos. Los productores de ovejas sostienen que, si bien el plan de manejo del Monte León se menciona dos veces que se debe, por la presencia de actividad ganadera en las propiedades linderas, mantener los alambrados perimetrales y asegurar la delimitación física para “garantizar la exclusión” de la ganadería, no hay ninguna mención para evitar que salgan los animales que están en el área protegida.
Stuart “Chacho” Blake, biólogo, dueño de la estancia Killik-Aike Norte y miembro hace años de World Wildlife Fund, explica a LA NACION que los productores pueden “convivir” con un puma solo: “Sale, mata una oveja y se la lleva de vuelta. A los cinco o siete días hace lo mismo; esas pérdidas no son grandes. El problema es cuando tienen cría. Si los animales tuvieran un GPS y en el parque identifican que hay un macho y una hembra juntos los vienen a buscar y se genera un control y de su multiplicación”. En Santa Cruz, en temporada de caza, este año se autorizó a cazar un puma por semana a los registrados.
Mucho más grave es la crisis derivada de la superpoblación de guanacos. “Desde lo ecológico, el puma no es un problema serio aunque las imágenes de cuando atacan las ovejas son impactantes. El guanaco es más traumático, está provocando un ecocidio”, describe Blake.
Otro animal atacado por un puma
Myke O’ Byrne, gerente del Instituto de Ganadería de Santa Cruz (IPG), califica de “desastre ecológico” lo que están generando los guanacos que pasaron de unos 500.000 a 3 millones del 2005 hasta este año (hay un censo provincial en marcha). Repasa que en 2019 se modificó el Plan Nacional de Manejo del animal, para provechar la carne y sus cueros.
“La provincia venía alertando desde 2006 sobre el crecimiento exponencial de la cantidad de animales; en los ‘90 se había prohibido su caza -precisa-. Santa Cruz tiene su propio plan de manejo que incluye el ‘encerrarlos’ y llevarlos a frigoríficos; compró equipamiento que está a disposición de quienes hacen la tarea”.
En 2017 el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación autorizó la exportación, tránsito interprovincial y comercialización en jurisdicción nacional de productos y subproductos cárnicos obtenidos en el marco del Proyecto de Uso Sustentable de Guanacos Silvestres hasta un máximo de 6000. En ese marco, en 2018 un frigorífico santacruceño exportó carne de guanaco por primera vez a la Unión Europea; la pandemia del Covid-19 frenó el proceso y, ahora, el freno en el tipo de cambio hace que no resulta rentable para los exportadores.
Impacto
Por el momento, la carne de guanaco se destina al mercado interno, que es marginal. “Avanza; los turistas lo aprecian, pero el crecimiento de la demanda es lento”, añade O’Byrne, quien subraya que “no hay mecanismo de control” del aumento de la población de guanacos.
“El deterioro del suelo es impresionante. Impactan la sequía y estos animales. Hay raciones de pasto para alimentar entre 4 y 5 millones de animales por año, pero entre ovejas y guanacos hay 6,5 millones. Hay bocas de más comiendo en un territorio muy frágil, con lo que tendremos un suelo más desnudo”, describe O’Byrne y enfatiza que el Gobierno entrante deberá ocuparse a fondo del tema “porque si no en 20 años tendremos un mapa rojo por desertificación; sin pasto no hay ovejas”.
Blake elogia al parque nacional Monte León, pero subraya que debe haber un plan de manejo distinto de los animales porque si no se pone en riesgo la producción de lana de la provincia: “Donde hay agua hay más guanacos; pasó lo mismo con los canguros en Australia. Los guanacos reproducen y reproducen y pastorean y pastorean hasta que no hay pasto. El ganado ovino, en cambio, es una población controlada por el productor, que siempre tiene que cuidar su pastoreo. No hay forma de manejarlo al guanaco cuando hay un criadero protegido, como es el parque nacional, que ‘exporta’ ejemplares”.
El Monte León se puso en marcha sobre las tierras cuya compra organizó la Fundación Vida Silvestre Argentina y pagó Douglas Tompkins, por medio de su fundación Patagonia Land Trust, donadas con el expreso fin de desarrollar un área protegida. “El parque y el productor parecen habitar en dos planetas totalmente distintos cuando no es así; debe haber un plan de manejo para que puedan coexistir”, dice Blake.
Fuente: Diario La Nación