El récord argentino más triste. Cayó al mínimo histórico el poder de compra de carne vacuna por parte del salario
El 2023 podría ser definido como el “año de los récords” porque, a pesar de las dificultades climáticas, se lograron máximos históricos en destetes de terneros/as y en exportaciones de carne vacuna, las cuales estuvieron sostenidas por un nivel de faena que resultó ser la segunda marca más elevada y a través de la cual se contribuyó a sostener el consumo interno de proteínas rojas.
Un análisis realizado por el equipo de Seguimiento Forrajero Satelital de CREA estimó que en la primavera de 2022 las restricciones hídricas generaron un faltante de forraje equivalente a la demanda de 1,50 millones de vientres, lo que afectó la preñez y redujo la cantidad de terneros/as en una cifra de 1,67 millones de cabezas menos para 2024.
Los inconvenientes climáticos se agravaron durante el verano 2023, lo que duplicó la caída en la capacidad de carga y promovió una salida anticipada de terneros/as y el descarte y venta de vacas.
“A pesar de que la producción forrajera de la primavera 2023 es un 10% mayor al promedio histórico, aún hay zonas muy complicadas, con poca agua en el perfil, sin recuperar tasas de crecimiento de pasto y que, aunque se cumpla el pronóstico de lluvias superiores a las normales para la época, tienen bajas chances de recuperación en el corto plazo o requieren un mayor tiempo para revertir su situación”, explicó Mercedes Vassallo en el último Outlook Ganadero del año 2023 publicado en Contenidos CREA.
El impacto del desastre climático promovió –ante la necesidad de liberar campo– una altísima faena durante todo el transcurso del presente año, con la particularidad de que gran parte de la oferta de carne se sostuvo a partir de un crecimiento del sacrificio de vientres.
La tasa de extracción de hembras (faena de hembras/stock de hembras) registró este año el nivel más elevado desde el período de la última gran liquidación de hacienda (2008/09), lo que implica que la capacidad productiva de la “fábrica” ganadera está comprometida.
“Otro dato importante para analizar es la evolución de la extracción de machos, que alcanzó este año un nuevo máximo a partir de la necesidad de acortar las invernadas para ajustar cargas ante el déficit de oferta forrajera”, apuntó Pilar Sayaguez, integrante de la Comisión de Ganadería de CREA.
En lo que respecta a la demanda, la capacidad de compra de carne por parte del salario mínimo vital y móvil de los argentinos se encuentra en un “piso” histórico, lo que no representa una buena noticia porque más del 70% de la oferta de carne bovina se destina al mercado interno.
En cuanto a la demanda externa, China –que representa el principal destino de las exportaciones argentinas– está disminuyendo su ritmo de compra de carne vacuna y se espera que en 2024 importe un volumen inferior al de 2023.
“En un escenario sin cupos ni restricciones a la exportación de carne, existe la posibilidad de incrementar las ventas externas del producto en EE.UU., Israel y mercados de Medio Oriente, el sudeste asiático y otros destinos a los que dejamos de exportar en los últimos años, pero para eso es necesario implementar políticas comerciales que, en caso de resultar exitosas, tardarán tiempo y trabajo en consolidarse”, remarcó Tomás de Coulon del Área de Ganadería de CREA.
A diferencia de los commodities, que cuentan con demanda permanente en diferentes mercados del mundo, la carne vacuna es un producto con acceso restringido en la mayor parte de las naciones, las cuales suelen aplicar cupos y aranceles con el propósito de proteger a sus propios sectores ganaderos.
En función de la matriz comercial del negocio cárnico argentino, el mercado interno sigue teniendo un peso preponderante en la formación de los precios de la hacienda, lo que se evidencia al analizar la correlación entre el precio minorista de la carne vacuna con el del novillito.
Si bien otros factores –como las exportaciones y la competencia de carnes alternativas– tienen incidencia en la formación de los precios de la hacienda, la variable crucial sigue siendo la capacidad de compra del consumidor argentino.
Los precios de las diferentes categorías ganaderas mostraron una importante recuperación en las últimas semanas y, si bien no están en los valores máximos históricos, son similares a los registrados en el primer bimestre de 2011 (período de recuperación de stock posterior a la liquidación del 2009) y de 2016 (periodo de cambio de gobierno nacional).
“La estacionalidad indica que el próximo ajuste de precios de la hacienda debería darse en febrero o marzo del año que viene, aunque, debido a las condiciones presentes en la demanda, no observamos una coyuntura que permita anticipar un nuevo máximo histórico de precios”, proyectó Lara Botham de la Comisión de Ganadería de CREA.
El equipo técnico modelizó diferentes escenarios para 2024 con faenas de 11, 12 y 13 millones de cabezas y exportaciones por 941.000 toneladas res con hueso (escenario de continuidad) y 1.064.000 toneladas res con hueso (escenario optimista con adecuada gestión comercial y óptima competitividad externa).
Al respecto, con una proyección de faena del orden de 12 millones de cabezas vacunas y exportaciones por más de 940.000 toneladas res con hueso, el consumo interno estimado per cápita quedaría por debajo de los 39 kilogramos res con hueso, lo que implica que las carnes alternativas tendrían –con ese supuesto– un rol más relevante para cubrir la demanda de proteínas animales en la mesa de los argentinos.
“El sistema ganadero está exportando muchos más animales de los que ingresan y eso tiene un costo en términos de productividad. Si observamos la dinámica reciente de los ciclos ganaderos, es factible anticipar que iríamos hacia un proceso de recomposición de stocks que tenderá a reducir la oferta disponible de hacienda”, expresó José Lizzi, líder de la Comisión de Ganadería de CREA.
“Si en 2024 se mantiene una faena elevada o bien se incrementa el volumen exportado, eso se hará –tal como sucedió en 2023– a costa del stock vacuno”, resumió.
Fuente: Valor Soja