OFERTA EN BAJA, PESO MEDIO EN ALZA
Crece el peso medio de todas las categorías. Lo más llamativo es lo que sucede con el peso de faena de las vacas, que salta de 207 kilos promedio a principios de 2009 a 240 kilos.
Oferta baja, con tendencia muy lenta a reducirse. A favor, la escasez de hacienda; en contra, la caída del cuero y de los recuperos. Por ahora, un empate. En el horizonte, los primeros nubarrones que marcan una desaceleración económica, todavía no visible, pero que afecta ya a varios sectores.
En los últimos meses, el peso medio por animal faenado siguió creciendo, moderando por esta vía el faltante de carne derivado de una faena que resulta la más baja en 35 años. En el año 2009, en plena liquidación, el peso medio era de 210 kilos por animal, y el año pasado promedió los 222 kilos. Este año, este indicador arrancó en enero con 227 kilos para escalar en agosto a los 232 kilos. Crece el peso medio de todas las categorías, pero llama la atención el índice de las vacas, que salta de los 207 kilos a principios del 2009 a los 240 kilos, como consecuencia de que es muy alta la proporción de vacas gordas y cada vez menor la participación de vacas conserva y manufactura.
Crece el peso medio de todas las categorías, desde novillos y novillitos, hasta terneros y vaquillonas. En una faena de 10,3 millones de cabezas, como se estima para este año, hay un aumento en la producción de carne del unas 227 mil toneladas que debe atribuirse a esta razón. De todos modos, los 232-233 kilos de carne en gancho por animal que tiene hoy nuestro país está lejos de los rendimientos de los países desarrollados y también por debajo de los países vecinos como Uruguay, Brasil o Chile.
Esta evolución positiva puede atribuirse a cuatro factores diferentes: primero, las disposiciones oficiales que elevaron el peso mínimo de faena. Es probable que si no existieran estos límites, las preferencias del mercado por las carnes chicas llevaría a muchos feedlots y productores a enviar a faena muchos terneros por debajo de los 300 kilos. Segundo, la fase actual del ciclo ganadero tiende naturalmente a acrecentar el peso ponderado de faena, al reducirse la participación en la matanza de hembras y animales jóvenes, las categorías que aportan menos kilos.
Tercero: como consecuencia de las dificultades (físicas) para reponer; de la desfavorable relación gordo/invernada; de los altos precios de la hacienda y de la alta disponibilidad de forraje por la baja carga, todos los animales tienden a permanecer más tiempo en el campo, sumando kilos hasta el punto de exceso de engrasamiento. Los precios han dejado de crecer, pero todo lleva a cargarles más kilos a novillos y vacas. Cuarto: la relación carne/grano sigue siendo muy favorable; miles de productores de ciclo completo tienen más recursos forrajeros (praderas, silo, grano, verdeos) que cabezas, y se lo ponen a los animales.
Entre el 2009 y el 2011 la caída en la faena fue del orden del millón de toneladas; sin la suba en el peso medio la caída habría sido de 1,23 millones de toneladas. En términos de consumo, la caída en dos años de la ingesta per cápita se moderó en 5,5 kilos gracias a la suba del peso medio. Entre 2009 y 2011, la faena cayó 36 por ciento, mientras que la producción de carne cayó “sólo” un 29 por ciento.
Fuente: Ignacio Iriarte, La Voz del Interior; FyO.