Se cumplen 50 años de la primera estimación del ENSO. El detrás de escena de un trabajo científico clave para el sector agropecuario

Los pronósticos de El Niño/Oscilación del Sur (ENSO por su siglas en inglés) se transformaron en un insumo clave para planificar las campañas agrícolas. Sin embargo, es poco lo que se sabe sobre la “cocina” de los mismos.

Se cumplen 50 años de la primera estimación del ENSO. El detrás de escena de un trabajo científico clave para el sector agropecuario

Han pasado cincuenta años desde que Bill Quinn de la Universidad Estatal de Oregón y Klaus Wyrtki de la Universidad de Hawaii hicieron el primer intento de pronosticar el fenómeno ENSO. Si bien su predicción inicial fue incorrecta, marcó el comienzo de un viaje hacia la comprensión y predicción de uno de los fenómenos climáticos más influyentes de la Tierra.

El ENSO es un fenómeno compuesto por dos estados o fases: “El Niño” y “La Niña”. Cuando el planeta no está en ninguna de las fases, se dice que es “ENSO-Neutral”. En promedio, El Niño y La Niña ocurren cada 3 a 7 años y cada fase dura entre 9 y 12 meses.

“En 1974 Quinn y Wyrtki se sintieron motivados a pronosticar ENSO por los impactos de ‘El Niño’ en la pesquería de anchoveta peruana, la pesquería comercial más grande en ese momento”, explica un artículo publicado esta semana por la agencia climática de EE.UU. (NOAA).

“Cuando las aguas se calentaron y los peces migraron a zonas más frías, la industria de la anchoa colapsó y siguió una cascada de otras consecuencias económicas negativas”, añade.

El primer pronóstico del ENSO se basó en el Índice de Oscilación del Sur (SOI), una medida de la fuerza de los vientos alisios. Bill Quinn predijo que, dado que el IOS fue elevado en 1973 y principios de 1974, y luego disminuyó rápidamente hacia el final del año, en 1975 debería comenzar un “Niño” débil.

Para probar esa hipótesis, Quinn y Wyrtki emprendieron la “Expedición de Vigilancia de El Niño” entre febrero y mayo de 1975 con el propósito de medir la temperatura del agua en el Pacífico central.

“Durante el primer crucero, los investigadores estaban entusiasmados con la presencia de aguas cálidas hacia el este de las Islas Galápagos, pero desafortunadamente las condiciones volvieron a la normalidad durante el segundo crucero de investigación en mayo. El pronóstico de Quinn y Wyrtki fue incorrecto. Si bien no se desarrolló El Niño en 1975, pudieron sentar las bases para avances futuros”, apunta el informe.

En los años transcurridos desde entonces se han desarrollado sistemas de observación de los océanos que incluyen satélites, boyas y amarres para recopilar datos en tiempo real que son analizados por sofisticados modelos informáticos de predicción dinámica y estadística.

“Quinn y Wyrtki no tuvieron acceso a los datos del conjunto de boyas amarradas en el Océano Atmosférico Tropical en el Pacífico ecuatorial, que proporciona registros en tiempo real sobre vientos, humedad relativa, temperatura del aire y temperatura del agua a 10 profundidades distintas en un total de 500 metros”, indica el artículo.

“Toda esta información se puede ingresar en nuestros modelos climáticos dinámicos, donde procesos complejos como la transferencia de calor, el movimiento del aire y la condensación se pueden estimar mediante ecuaciones”, asegura.

Debido a los avances matemáticos e informáticos, los modelos se han vuelto más precisos con el tiempo. Así surgió el Sistema de Alerta de El Niño y La Niña, que proporciona la actualización oficial del estado ENSO por parte del NOAA el segundo jueves de cada mes. Otras naciones del mundo también desarrollaron modelos predictivos propios, los cuales son sistematizados por International Research Institute for Climate and Society (IRI), organismo dependiente de Columbia Climate School.

Al combinar observaciones en tiempo real con modelos predictivos, los científicos pueden emitir advertencias y avisos a comunidades, gobiernos y empresas, de manera tal de que puedan prepararse para posibles perturbaciones derivadas de los cambios climáticos.

“A pesar de estos avances, la predicción de ENSO sigue siendo imperfecta. Los modelos climáticos avanzan continuamente, incorporan nuevos datos y perfeccionan algoritmos para mejorar la precisión”, explica NOAA.

“El clima es complejo y la predicción del ENSO no es una excepción. Las incertidumbres persisten, lo que nos recuerda la necesidad de continuar con la investigación y la innovación”, resume.

Fuente: Valor Soja 

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