Evitar que se fundan el atraso cambiario y la inflación pusieron a los productores y el Gobierno en la encrucijada
La devaluación del real durante abril y la pérdida de valor más avanzada de los principales socios comerciales de la Argentina, frente a una dinámica local sustentada en una devaluación muy por debajo de los índices de inflación, vía el sostenimiento del crawling peg del 2%, hace que nuestro país pierda competitividad.
Esta situación se refleja muy bien en la baja del tipo de cambio multilateral con Brasil. En estos momentos la Argentina perdió cerca del 70% de la competitividad ganada tras la fuerte devaluación, “overshooting”, que hizo saltar el dólar oficial de 340 a 800 pesos el primer día hábil posterior a la asunción de Javier Milei a la presidencia, el 10 de diciembre. Lo mismo puede decirse de la devaluación implementada en China.
Casi sin inflación, el dólar en Brasil acumula una suba del 6,8% en 2024 (de 4,85 a 5,18 reales por dólar), y en China avanza el 2,3% (de 7,08 a 7,24 yuanes por dólar). En el mismo periodo de análisis, el dólar oficial en la Argentina subió $60 o un 7,4%, contra una inflación superior al 50%, mientras que el dólar blue perdió $20 o su equivalente del 1,9%, quedando ofrecido a 1005 pesos por dólar para la venta.
¿En qué afecta esto a los productores de soja y de maíz que tienen que vender su cosecha? En términos de teoría económica todo atraso cambiario junto con un mayor avance en los índices de inflación termina impactando en un aumento de precios en los bienes y servicios que debe pagar el productor. Por caso, si el dólar oficial aumenta un 2% mensual y la tarifa del flete de camiones sube el 7,7% durante marzo, en la práctica y en el mundo real implica un aumento en dólares del 5,7% en la tarifa del flete (camión).
Dicho de otra forma, si no aumenta el precio de la soja y del maíz de forma tal que pueda compensar este aumento en dólares de costos como el flete, los productores deben vender cada vez una mayor cantidad de granos para pagar el mismo bien o servicio. Y no estamos hablando de la situación comparada respecto de un año atrás, estamos hablando de un aumento en los costos en dólares respecto del mes anterior.
En definitiva, cada vez que se consolida el atraso cambiario y el avance en paralelo de la inflación, los productores pierden poder adquisitivo medido en su moneda de cambio, la venta de granos y sus dólares equivalentes. La relación insumo/producto en la Argentina está sufriendo cambios semanales, siendo cada vez más desfavorable la situación para el productor.
Volvemos a repetir, solo un fuerte aumento en el precio de la soja y del maíz puede llegar a compensar el actual desfasaje cambiario y la pérdida de competitividad en los términos de intercambio con nuestros principales socios comerciales.
La pregunta obvia: ¿Qué otro factor puede revertir la caída en la competitividad del agro argentino y la pérdida de rentabilidad de sus productores? Desde el punto de vista simplista vemos dos factores que pueden modificar la situación actual. El primer, aumentar el ritmo de devaluación del dólar oficial, cosa que el Gobierno no está dispuesto a ceder, y el segundo, mucho más simple y realista, eliminar las retenciones del trigo, el maíz y el sorgo, y bajar el 50% las retenciones a la soja, a la harina y al aceite.
El Gobierno debe entender que el reclamo de la baja o eliminación de las retenciones no es político, ni gremial ni ideológico, es un reclamo que se sustenta en evitar que muchos productores se fundan; que estén obligados a retirarse, o que sean expulsados del sistema.
Fuente: Diario La Nación