“Empática y atractiva”: una cooperativa del agro encontró una fórmula estratégica para acercarse a la sociedad
La Cooperativa Guillermo Lehmann, que el año pasado ganó el Premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria, creó reservas forestales, mecanismos de medición de huellas ambientales, recicla silobolsas y tiene proyectos educativos.
“El cuidado del impacto social está en la génesis de la cooperativa”, así lo reflejó Gonzalo Turri, director ejecutivo de la Cooperativa Guillermo Lehmann, de Pilar, una localidad del centro santafecino, al referirse a los proyectos que desarrollaron vinculados con la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente. Esta organización, que nuclea a unos 2500 socios de 11 provincias, ha creado desde reservas forestales, mecanismos de medición de huellas ambientales, reciclaje de silobolsas y proyectos educativos en pos de ser más “empática y atractiva” ante la sociedad. “Queremos ser el aliado estratégico del productor agropecuario con una propuesta que supere lo económico-comercial. Es decir, generar impactos positivos en la comunidad cuidando el medio ambiente”, dijo Turri.
La cooperativa, que nació en 1951, comenzó con una consignataria de hacienda, luego incorporó el acopio de granos, la industrialización de algunos de esos granos a través de fábricas de alimentos balanceados, la comercialización de agroinsumos y la clasificación de semillas. El año pasado ganó el galardón de Oro en la XXI edición del Premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria donde, además, se quedó con la terna en la categoría Mejor Gestión Sustentable.
Entre los proyectos que la distinguen está uno que desarrollaron con la Universidad Tecnológica Nacional: las primeras mediciones en cultivos y tambos para poder medir el impacto que generan en el ambiente los diferentes procesos productivos que llevan adelante sus socios productores. Es decir, no solo la liberación de gases de efecto invernadero, sino también la huella hídrica, eutrofización y acidificación de los suelos.
A fines de 2021, se inició la planificación del proyecto a cinco años, durante la cual se firmaron diversos convenios y se establecieron programas. En 2022 se dio inicio concretamente al trabajo. En una etapa inicial se realizaron pruebas de herramientas de medición en doce empresas de la región.
“Hoy la herramienta está afinada y probada. Sigue los estándares más exigentes a nivel internacional, con la que se miden diferentes huellas ambientales, es decir, no solo la liberación de gases de efecto invernadero, sino también la huella hídrica, eutrofización y acidificación de los suelos”, indicó.
Actualmente, señaló, están trabajando en dos dimensiones. Por un lado, este año buscarán sumar 50 nuevos casos de empresas tamberas de la región que estén dispuestas a medir su huella ambiental. “Lo que buscamos es que cuando nos refiramos a esas huellas no dependamos exclusivamente de referencias bibliográficas o estudios realizados en Europa o Estados Unidos, sino que podamos tener información de nuestro territorio para hablar con fundamentos. Además de emprender un proceso de mejora a partir de la base cierta que tenga la realidad actual de nuestra región”, explicó.
Por otro lado, agregó que trabajan con algunas consultoras para que puedan certificar esa medición. “Nos parece importante que cuando el productor se presente ante la industria láctea pueda tener su medición certificada, cuando se presente en una entidad crediticia tenga su medición de huellas ambientales también certificadas. Además de que desde ese lugar, también como cooperativa, le agregamos valor a los socios de la cooperativa”, añadió.
En simultáneo comenzaron a planificar un proyecto para la recuperación de plásticos de los silobolsas. En rigor, comercializan el plástico en la planta que la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) tiene en Cañada de Gómez y el 100% del producido de la venta se lo donan a Bomberos Voluntarios de Pilar y a los bomberos voluntarios de San Agustín, que es otra localidad donde tiene presencia la cooperativa. “Este proyecto ya tiene tres años y es una forma de tener una circularidad con alto impacto, porque recuperamos plásticos y, además, el beneficio económico va a una institución intermedia”, expresó.
Además, crearon una reserva forestal de unos 4600 ejemplares de eucaliptos de cinco especies distintas, destinada a investigar cuál especie se adapta mejor al tipo de suelo presente en la región. “Asimismo, se busca determinar cuál de ellas es más eficiente en términos de captura de carbono, contribuyendo así a la comprensión y preservación de nuestro entorno ambiental. Es un proyecto desarrollado en colaboración con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL [Universidad Nacional del Litoral]”, precisó.
“Así, en la medida que vamos teniendo los resultados de ese ensayo y de esa reserva forestal, podemos compartirlos con nuestros productores y darles las indicaciones de cómo se implantan, de cómo se preservan y cuál es la más eficiente para que el propio productor no tenga que ir probando”, remarcó.
En la misma línea, pero con más antigüedad, porque data de 15 años, tienen un proyecto forestal del grupo juvenil a través del cual los jóvenes de la cooperativa incentivan a productores, municipios y comunas para que puedan poblar los espacios verdes disponibles con nuevas plantas.
“Lo satisfactorio de todo esto es que en estos 15 años han logrado contagiar a productores y municipios para que implanten 66.000 ejemplares nuevos. Si uno lo lleva y pone todo junto, es como si fuera una reserva arbórea de 270 hectáreas”, contó.
Por otro lado, tienen un acuerdo con la Universidad Católica de Santa Fe para colaborar en la educación ambiental, con el objetivo de facilitar la comprensión de las demandas y requisitos de los principales mercados, así como la importancia de ciertas normativas.
“Actualmente los jóvenes quieren trabajar en empresas que tengan un propósito con el cual ellos se conecten. El campo también tiene que encontrar formas más armónicas de dialogar con la comunidad no rural, entonces nosotros pensamos que trabajando en esto vamos a hacer una organización más atractiva y más empática”, dijo y agregó: “Si le hacemos hacer buenos negocios al productor, nos ocupamos de trabajar en esta dimensión. En definitiva, vamos a pensar en hacer una cooperativa sustentable. Cuando uno piensa en sustentable y sostenible siempre está hablando de mediano y largo plazo”.
Fuente: Pilar Vazquez – Diario La Nación