Se pudrió en la soja: Dos consultores agropecuarios replican a Idígoras y creen que sus declaraciones son “añoranzas de un Estado Stakeholder”
Guillermo Devereux y José Luis Tedesco, socios de Sustentia Group Consultores, enviaron estas líneas de opinión. Las escribieron como clara respuesta a las declaraciones de Gustavo Idígoras, el presidente de las agroexportadoras de Ciara-CEC, donde advertía que la industria sojera en la Argentina parece condenada “irremediablemente” a la desaparición por la sucesión de políticas erradas.
Este es el texto de réplica a dichas afirmaciones: El 2 de abril del año pasado pusimos en evidencia la existencia de un Estado stakeholder, defensor de sus propios intereses, que no son otros que los de la propia corporación política. Esta falla genética e histórica en la gobernanza del Estado argentino daba lugar a que ciertos sectores de la economía nacional impulsen las políticas de Estado en beneficio del propio sector. Esto debería cambiar en la cadena de originación y transformación de bienes agropecuarios si tenemos en cuenta que el nuevo gobierno, por sus principios declarados, plantea evitar la intromisión del Estado en asuntos privados.
Hace pocos días desde una de las cámaras de la agroindustria se declaró que “la soja va a desaparecer y vamos al fracaso total de la industria aceitera”; que “hace 15 años que estamos absolutamente estancados, como en la producción de soja”; que “si Argentina sigue así no va a producir más de 15/20 millones de toneladas de soja por año y Bolivia nos va a arrasar y pasar por arriba, ya que en los últimos 15 años creció su producción en 400% y Argentina cero”.
Creemos firmemente que se debe refutar esa declaración dramática y alarmista. Quienes estamos ligados a la producción agropecuaria sabemos perfectamente que la sojano va a desaparecer en Argentina y si la industria aceitera fracasa, debido a que Brasil se viene posicionando como el principal exportador global de harina de soja, deberán evaluar las fallas propias en la competitividad.
Además resultan extrañas estas declaraciones, especialmente porque un año atrás desde ese mismo espacio se lanzaba la propuesta del Plan Federal Agroindustrial y no se mencionaba nada acerca de que habíamos perdido el tren, ni del crecimiento de Bolivia, Paraguay y Brasil. Tampoco se hizo mención, ni antes ni ahora, de que estos crecimientos no son un hecho coyuntural del último año, sino estructurales, en evolución ascendente y sin una intervención destructora del Estado. A diferencia de la decadente realidad argentina en el sector, propiciada por gobiernos adictos al rol del Estado stakeholder, a través del cual se canalizaron los intereses de quienes detentaron su poder y los de algunas contrapartes privadas, acostumbradas a pretender que los mercados se manejan por teléfono y discrecionalmente.
En el Plan Federal Agroindustrial anunciado con bombos y platillos, se proponía bajo un esquema totalmente adaptado a la medida de uno de los jugadores más fuertes de este ecosistema y sin fundamento técnico que lo respaldara, una reducción paulatina a través de una década de los impuestos a las exportaciones, mal llamados retenciones; y a los que que tampoco corresponde ser denominados derechos de exportación porque consagran los derechos del Estado stakeholder por sobre la libre empresa y los ciudadanos.
En aquel anuncio del propio sector privado, el sector agropecuario originador era una vez más el pato de la boda. El porqué es otro tema, largo de discutir, pero sobre el cual la dirigencia agropecuaria tiene mucho por reflexionar; y por el que la universalidad de productores mantienen una deuda consigo mismos de mayor involucramiento en la representación y en las políticas gremiales.
Argentina tiene grandes pendientes, como la eliminación de los impuestos a las exportaciones, los diferenciales del tipo de cambio, la abundante mala logística y deficiente infraestructura, pero sigue siendo unos de los mejores y más eficientes originadores del mundo.
Si el negocio se vuelve desfavorable para los traders a nivel global es harina de otro costal, pero mientras exista demanda global de soja, va a existir la oferta global de soja y Argentina es hoy el tercer productor y exportador de soja y sus derivados a nivel mundial.
Aunque Bolivia y Paraguay hayan crecido muy fuertemente en los últimos tiempos sólo producen el 6,4% y el 20% respectivamente de lo que produce Argentina, y tanto China como India adelantan a Paraguay en el ranking mundial, mientras Bolivia queda además por detrás de Canadá y Rusia. Es decir, deberían dar un salto demasiado grande, más grande aún del que ya dieron, para volverse altamente relevantes en la producción global de soja y ello requiere territorio que no tienen.
Seguramente resulte un fastidio para las empresas productoras de petróleo y sus operarios trabajar en la extracción de petróleo en el desierto, sería más agradable hacerlo en el clima y los paisajes de la Toscana italiana, pero el petróleo está ahí en Medio Oriente.
Como espejo de lo anteriormente dicho, una de las formas más competitivas de originar granos sucede en Argentina, por ello muy a pesar de las pésimas políticas agropecuarias sufridas durante dos décadas el sector agro originador creció discretamente y se mantuvo. Lo hizo por debajo de su potencial, pero sigue siendo un actor mundial relevante en la producción de soja. Solo hay que sacarle el pie de encima para que desarrolle todo su potencial. Mientras que al sector transformador industrial le tocará discutir en sus propias mesas sus problemas, sin promover alarmismos extemporáneos.
Diversas cámaras tuvieron grandes ingresos adicionales debido al diferencial de Derechos de Exportación y del tipo de cambio durante larguísimos años. Para propiciar el crecimiento del agro es fundamental consagrar la igualdad ante el marco legal y tener un escenario de 0% de diferencial del tipo de cambio y 0% de nivel de retenciones. Si esto ocurre tal como se anuncia desde el gobierno, tendremos soja para rato, además de muchas otras producciones.
Fuente: Bichos de Campo