Tomar ganancias o invertir las dos opciones que tienen hoy los ganaderos y qué aconsejan los expertos
La huella de carbono de la carne se encuentra bien posicionada con respecto a los países competidores, pero hay que demostrarlo con información que llegue a los consumidores
Quien toma la primera actitud puede justificarla por las reiteradas intervenciones oficiales que sufrió la ganadería en el pasado, pero esa conducta no le sirve al país. Por el contrario, quien toma la segunda posición entiende que la ganadería es un negocio importante para la Argentina. Y que conviene desarrollarlo porque hay un potencial de mejora, que se puede aprovechar con estrategias a nivel de cada empresa y del país.
Los dos escenarios anteriores fueron planteados por José Lizzi, líder de la comisión de Ganadería de CREA y fueron formulados durante el panel final de una reunión organizada en la Exposición Rural por el Foro Argentino de Genética Bovina, bajo el título “El impacto de la genética en la eficiencia y rentabilidad ganaderas”. El Foro es un ámbito integrado por las asociaciones de criadores, la Sociedad Rural Argentina y la Cámara Argentina de Biotecnología de la Reproducción e Inseminación Artificial con el propósito de encontrar diálogos entre las instituciones privadas y públicas. Durante la reunión, varios oradores analizaron la huella de carbono de la carne bovina argentina y el impacto de la genética en la eficiencia y rentabilidad en los planteos productivos.
Mauricio Álvarez, coordinador del programa Carnes y Fibras del INTA, coincidió con Lizzi al decir que “el escenario para la ganadería argentina es promisorio, porque el mundo demanda lo que nosotros producimos”.
“En términos numéricos, la producción de carne y leche representa 8000 millones de dólares por año, una facturación similar a la de la industria automotriz y con amplio despliegue federal” destacó. “Sin embargo, en los últimos años nos están interpelando por las cuestiones ambientales vinculadas a los rumiantes y va a ser necesario demostrar, con mediciones, que la ganadería tiene una buena huella de carbono”, desafió. En ese sentido, comentó que en el INTA han constituido una plataforma federal con todas las asociaciones de criadores de bovinos para medir el consumo residual de alimentos y la producción de metano de los rumiantes, a partir de cinco equipos importados distribuidos en diferentes regiones.
Datos ambientales
La reunión comenzó considerando las relaciones de la ganadería con el ambiente, a cargo de Leticia Tuninetti y Rodolfo Bongiovanni, técnicos del INTI y del INTA, respectivamente.
Tuninetti aclaró que “la contribución de la Argentina en la emisión de gases de efecto invernadero es escasa: 376 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente, que representan solo el 0,6% de la emisión global”. Estas emisiones se derivan de la energía, de la agricultura, de los procesos industriales y de la gestión de residuos y efluentes. En los 376 millones de toneladas, el 20% corresponde a la ganadería.