Se fue la nieve y llega la difícil misión de cuantificar un drama productivo
Tras el intenso temporal que cubrió la provincia de Santa Cruz, los productores se encuentran abocados a relevar las pérdidas ocasionadas en su ganado. Septiembre trajo consigo un alivio parcial para Santa Cruz, donde las temperaturas comenzaron a elevarse y la nieve acumulada empieza a derretirse.
Este deshielo deja expuestos los estragos causados por las intensas nevadas de julio pasado, que cubrieron la provincia de blanco y dejaron a miles de ovejas atrapadas. Con el manto blanco desapareciendo, los productores ahora deben enfrentar la dura realidad de las pérdidas sufridas.
César Guatti, representante de la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz en la Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), explicó a La Nación: “La nieve se está derritiendo y ahora empezamos a ver las consecuencias de la nevada. Todavía es muy difícil cuantificar las pérdidas, pero como ahora comienzan las tareas de esquila, cuando se terminen estos trabajos podremos evaluar con mayor precisión la cantidad de hacienda que se perdió”.
En Santa Cruz, la baja receptividad de los campos complica la situación. Se requieren entre cuatro y cinco hectáreas por cada oveja, lo que implica que las unidades económicas son muy grandes. “Para tener una unidad económica se necesita aproximadamente 20.000 hectáreas. Por lo tanto, una vez que se reúna toda la hacienda, tendremos una dimensión más precisa del daño causado por la nevada”, agregó Guatti.
Durante junio último, las imágenes más impactantes se vieron con una nevada que cubrió el 99% de la provincia, afectando a unos 1100 establecimientos agropecuarios y aproximadamente 2,1 millones de ovejas. “En un momento, casi la mitad de esas ovejas estuvieron comprometidas. Ahora debemos ver cuántas realmente se salvaron”, detalló.
A medida que avanzan, los productores enfrentan no solo la mortalidad, sino también otras consecuencias como la reducción en la producción de lana y la pérdida de crías debido a abortos espontáneos provocados por la falta de alimentos. “En el último tercio de la gestación, las ovejas tienen mayores requerimientos alimenticios y la falta de estos nutrientes puede llevar a la pérdida de crías”, explicó. Las tareas de esquila se realizan entre septiembre y octubre, la parición ocurre entre octubre y noviembre y la contabilización de la producción de corderos se realiza en diciembre y enero.
A pesar de la magnitud del desastre, hubo un alivio parcial gracias a una mejora en la primera quincena de julio, cuando se produjo un deshielo inesperado. “La nevada fue muy grave en algunos lugares, pero hubo un punto a favor: el deshielo en la primera quincena de julio, lo cual permitió a los productores respirar un poco y salvar muchas ovejas”, comentó. “Fue un fenómeno raro porque se esperaba que hasta los primeros días de agosto no haya un deshielo”, agregó.
Por eso, aunque los productores aún no han podido cuantificar completamente las pérdidas, confían en que la situación no será tan grave como inicialmente temían. “Esta ola cálida hizo que baje la nieve y eso permitió el acceso a lugares que estaban inaccesibles, lo que permitió salvar muchas ovejas”, señaló.
Enrique Jamieson, presidente de la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz (FIAS), estimó que las pérdidas en ganado rondarán el 15 al 20%, aunque el impacto económico total será aún mayor debido a la reducción en la productividad, como los abortos y la lana de menor calidad. “Por suerte, pudimos forrajear y mover algunos animales para rescatarlos y proporcionarles comida. No obstante, las cuentas definitivas aún están en proceso”, detalló Jamieson.
Actualmente, detalló, se está preparando una planilla para presentar los daños provocados por el temporal. Esta evaluación no solo incluirá el número de cabezas de ganado perdidas o muertas, sino también los índices de producción afectados. Al igual que Guatti, Jamieson manifestó su preocupación por las ovejas y vacas que han abortado, así como por la calidad de la lana, que puede verse comprometida debido al estrés extremo, resultando en lana quebradiza.
“Cuando comiencen a nacer los corderos, podremos tener una mejor idea del porcentaje de parición y las pérdidas exactas”, explicó. “Afortunadamente, en julio las condiciones mejoraron un poco, lo que permitió descubrir algunos campos y salvar hacienda gracias a la comida que se llevó”, agregó.
Fuente: Diario La Nación