Productores pican soja y maíz que no pueden cosechar por la sequía y deciden utilizarla para alimentación animal
La sequía extrema y los precios ajustados obligaron a Mauricio Minetti, productor de Esperanza, provincia de Santa Fe, a transformar un lote de soja en alimento para su tambo; esta situación se repite en varios campos de la zona con el maíz
“La satisfacción más grande de un agricultor es poder cosechar. Por eso, tener que picar la soja duele muchísimo. No es el fin con el que se sembró”. Con esta frase, Mauricio Minetti, productor del centro santafesino, resumió la difícil decisión que tuvo que tomar antes de ayer: picar 40 hectáreas de soja de primera en su campo de Esperanza.
La falta de lluvias y las altas temperaturas habían comenzado a secar las plantas, y el bajo rendimiento que esperaba obtener, combinado con los precios actuales de la oleaginosa y los estrechos márgenes, lo llevaron a destinar el cultivo como alimento para las vacas de su tambo. Así, buscó convertir las pérdidas en leche, un producto más rentable en este contexto.
El caso de Minetti no es aislado. Según contó, en campos vecinos se está picando maíz de manera anticipada. Lo mismo señalaron desde AS Agrosilos, una empresa de servicios de picado que opera en el departamento Las Colonias, cubriendo zonas como San Jerónimo Norte, Esperanza y San Carlos.
En diálogo con LA NACION, Sebastián Clausen, representante de la empresa, explicó: “Tenemos mucha demanda. Estábamos planificando una temporada para trabajar entre 700 y 800 hectáreas de acá a febrero o marzo, como hacemos todos los años. Pero ahora todo se adelantó, y esas hectáreas se tendrán que trabajar esta semana y la próxima porque los maíces se están quemando”.
Según detalló, aunque los granos de maíz aún no están formados, las plantas están largando las hojas como método de defensa. “Los maíces de segunda ya no van a cargar, así que los quemamos. En cuanto a los sorgos, están en un nivel de estrés muy alto. Podrían salvarse este fin de semana si se cumplen los pronósticos de lluvias y baja de temperatura”, agregó.
Incluso hubo lotes de sorgo en flor que también terminaron picados. “El productor vio que no iban a cargar, y ante la sequía decidió adelantarse”, dijo Clausen.
El lote que Minetti tuvo que picar fue sembrado a principios de noviembre con soja de primera. “Son sojas que deberían estar haciendo grano, pero abortaron las flores y la planta se estaba secando. Por eso decidimos picarla para dársela a las vacas en ordeñe”, explicó.
En condiciones normales, el rendimiento de ese lote habría sido de 35 a 40 quintales por hectárea. Sin embargo, debido al estado de las plantas, este año no llegaría ni a los 10 quintales.
Minetti es la tercera generación de una familia de productores agropecuarios. Su empresa, ubicada en Esperanza, a 50 kilómetros de la capital santafesina, combina agricultura y producción tambera. En el caso del maíz, la mayor parte de lo que producen se destina a forraje para las vacas. La soja, por otro lado, suele destinarse mayoritariamente a la exportación, aunque una parte se intercambia por expeller para alimentación animal. Ese era el plan original para el lote de 40 hectáreas que terminó siendo picado.
“Esperamos hasta último momento antes de decidir picarla, pero día a día la planta se iba secando cada vez más. Si bien la soja agronómicamente tiene un gran poder de recuperación, y si llegara a llover algo se recupera, los números están tan ajustados que no convendría”, explicó.
Las últimas semanas agravaron una situación ya complicada. “La última vez que llovió fue alrededor de Navidad. La tormenta que vino del sur a fin de año nos esquivó y, después, comenzaron los calores de 35 a 40 grados que están secando todo”, detalló.
El productor también puso sobre la mesa la difícil ecuación económica de la soja. “La oleaginosa tiene el mismo precio que hace ocho meses. Los números son muy malos, entonces no te podés permitir una soja de medio rendimiento o menos. Por eso decidimos convertirla en leche”, afirmó.
Según explicó, al picar el lote obtuvieron aproximadamente 3000 kilos de materia seca por hectárea. “Un kilo de materia seca lo convertís en un litro de leche, que hoy vale 400 pesos. Para que esa soja diera 3.000 kilos de grano era imposible. Teniendo en cuenta que el precio de la tonelada de soja está a 300 pesos por kilo, y que todavía hay que restarle los gastos de comercialización y otros costos, te queda en 250 pesos. No hay comparación con el litro de leche que vale 400 pesos”, detalló.
Finalmente, Minetti destacó la necesidad de un alivio fiscal para el sector. “Por eso es que pedimos que necesitamos que nos bajen las retenciones. En esta situación es muy difícil producir”, concluyó.
El productor indicó que esta no es la primera campaña difícil. “Ya es la quinta campaña complicada en la zona. El año pasado fue un poco mejor, pero los tres años anteriores y este están siendo fatales”, aseguró.
En San Agustín, la sequía y las altas temperaturas también golpearon fuerte. Emanuel Bertone, técnico en alimentación vacuna, describió la situación: “Estas últimas semanas la situación se complicó. Veníamos bien, pero con las temperaturas tan altas dejó de llover, y eso cambió todo. En las áreas de tambo, donde los productores estaban preparando reservas de maíz y algo de alfalfa, la calidad de los cultivos bajó mucho. No se llegó a tiempo para aprovecharlos porque el calor terminó quemando todo”.
El impacto también se sintió en los cultivos destinados a cosecha. “Las sojas se están secando y los maíces tienen muy poco grano. Incluso algunos lotes de sorgo están prácticamente perdidos. Muchos productores, al ver que los maíces no van a rendir bien o que las espigas no tienen grano, están optando por picarlos. Así al menos se aseguran algo de forraje para los animales”, agregó.
Además, Bertone señaló que los trabajos para almacenar reservas de forraje se detuvieron en las últimas semanas. “Ahora todos están enfocados en el picado de maíz, especialmente con los cultivos que no llegaron a tiempo. Hace unos 10 días, cuando quedó claro que no iba a llover, se empezó a picar intensamente en la zona. Los maíces que iban a rendir entre 90 y 110 quintales ahora dan mucho menos. Algunos productores prefirieron venderlos para picado y ahorrarse los costos de cosecha”, concluyó.
Fuente: Diario La Nación