Situación crítica. Lluvias muy desiguales en la principal región agrícola profundizaron una fuerte diferencias en los cultivos

Tras el fin de semana pasado, la región agrícola núcleo recibió precipitaciones que ofrecieron un respiro en medio de un contexto crítico para los cultivos. Sin embargo, las lluvias volvieron a ser heterogéneas y localizadas, con acumulados muy variables incluso a corta distancia.

Situación crítica. Lluvias muy desiguales en la principal región agrícola profundizaron una fuerte diferencias en los cultivos

Mientras que en el territorio cordobés se registraron los mayores acumulados, algunas localidades del sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires también recibieron lluvias significativas, como Carlos Pellegrini, donde se registraron 36 mm, 24 mm en General Villegas y 18 mm en Pergamino.

El carácter errático de las lluvias profundizó las diferencias en las condiciones de los cultivos. A pesar de que trajeron cierto alivio en algunas zonas, los productores dijeron que el panorama sigue siendo crítico, con rendimientos afectados y una gran incertidumbre sobre el impacto final. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), más de la mitad de los lotes de soja presentan condiciones regulares o malas, reflejo de varias semanas de escasas precipitaciones y altas temperaturas.

“Aunque este evento fue un poco más generoso y abarcativo que el de la semana pasada, es importante destacar que las lluvias volvieron a ser muy heterogéneas, con diferencias notables en los acumulados a corta distancia”, explicó Florencia Poeta, analista de la BCR, en diálogo con LA NACION. Según detalló, la red de estaciones meteorológicas de la entidad registró los mayores acumulados en Córdoba, destacándose Colonia Almada con 50 mm. En el centro santafecino también se reportaron valores significativos, como Carlos Pellegrini (36 mm), Rosario (25,6 mm) e Irigoyen (33 mm). En el sur de Santa Fe Bigand llovió 30 mm

No obstante, hubo estaciones donde no se registraron precipitaciones, como Maggiolo, Guatimozín y Monte Buey, además de otras con acumulados muy bajos, como Rojas con registros de 5 mm, Junín 6 mm y Chacabuco 3,8 mm. “Aunque los acumulados fueron modestos, estas lluvias suman milímetros que ayudan al desarrollo de los cultivos, especialmente considerando que más de la mitad de la soja de primera estaba en condiciones regulares o malas y comenzando su período crítico”, agregó Poeta. De acuerdo con el último informe de la BCR, el 55% del área sembrada presenta condiciones regulares a malas, un porcentaje que duplica el 25% registrado la semana anterior, lo que equivale a más de dos millones de hectáreas.

En cuanto a la soja de segunda, que ya enfrentaba un panorama adverso, Poeta señaló que las precipitaciones podrían ayudar a que estos lotes “continúen en carrera”, aunque advirtió que en áreas donde las lluvias no fueron suficientes la situación sigue siendo complicada. “Esta semana analizaremos con detalle cuál fue el impacto real de las precipitaciones, considerando esta marcada heterogeneidad. Estamos siendo muy cautelosos en nuestra evaluación”, puntualizó.

En términos climáticos, el pronóstico para el corto plazo no es alentador. “Hoy continuará la inestabilidad, pero a partir de mañana comenzará un período de estabilidad que podría extenderse hasta la primera semana de febrero, cuando podría producirse una nueva inestabilidad”, indicó Poeta.

Por su parte, María José Dickie, ingeniera agrónoma especializada en climatología del INTA, destacó las marcadas diferencias en las precipitaciones en el centro y sur de Santa Fe. “Algunas zonas recibieron entre 40 y 50 mm, mientras que en otras no cayó nada, incluso a poca distancia”, señaló. Añadió que cualquier lluvia adicional sería fundamental para los cultivos de soja y maíz, que enfrentan un panorama complicado. “Los maíces de primera ya están prácticamente secos y definidos. Ahora el foco está en la soja de segunda y los maíces tardíos o de segunda, que necesitan más precipitaciones y un descenso en las temperaturas”, explicó.

Dickie mencionó que los maíces sembrados a fines de octubre están en mejor estado y que en las áreas que recibieron lluvias recientes los cultivos podrían mostrar mejoras significativas. Sin embargo, los maíces sembrados en los primeros días de septiembre presentan mayores dificultades. “El rendimiento ya está afectado y, además, las plantas están perdiendo hojas, lo que agrava aún más la situación”, advirtió. En contraste, en localidades que recibieron lluvias los cultivos mantienen un mejor estado. “Hay un contraste impresionante en las condiciones de los cultivos según las precipitaciones recibidas”, concluyó.

Matías Curti, productor agropecuario de Arribeños, en el partido bonaerense de General Arenales, explicó que el viernes pasado la zona recibió 20 mm de lluvia, aunque de forma muy despareja. En estos días se registraron nuevas lluvias, pero advirtió que se necesitan al menos 100 mm para recargar los perfiles, que “están vacíos”.

 

Soja en Arribeños, Buenos Aires

En el caso de la soja, explicó que la de segunda presenta mayores complicaciones debido al estrés hídrico, con plantas que muestran un retraso en su desarrollo y con rendimientos muy bajos. Por su parte, la soja de primera atraviesa su período crítico y depende de más lluvias para evitar un deterioro mayor. Según comentó, estas precipitaciones recientes podrían generar cierta mejora en la oleaginosa, aunque aún queda por evaluar cómo impactaron en el llenado de granos de los maíces tempranos, que se vieron comprometidos por la falta de agua.

En ese sentido, Curti detalló que los maíces tempranos, sembrados en septiembre, lograron definir correctamente el número de granos, un factor clave para el rendimiento. Sin embargo, la sequía podría afectar tanto el llenado como el peso de los mismos. En contraste, los maíces sembrados fuera de la fecha óptima, en octubre, atraviesan su período crítico y enfrentan un riesgo aún mayor de pérdidas debido a la falta de agua.

Martín Sánchez, productor y asesor del sudeste cordobés, en la zona de Monte Buey, coincidió en que con la foto actual de precipitaciones tan variadas no se puede hablar en términos de región, ya que las variaciones son muy marcadas incluso a corta distancia. Pero a nivel general sostuvo que “los cultivos están bastante al límite”.

 

Los campos que recibieron entre 30 y 40 milímetros adicionales en los últimos 20 días presentan mejores condiciones, mientras que otros enfrentan mayores complicaciones. En el caso del maíz, muchas plantas están acelerando el secado, con un porcentaje ya totalmente seco desde la espiga hacia abajo, lo que impactará en los rendimientos debido a la pérdida de peso de grano y podría adelantar la cosecha. Los maíces sembrados en octubre, que atraviesan un período crítico, generan preocupación porque esta etapa coincide con las condiciones climáticas más adversas.

En cuanto a la soja, los lotes con menos lluvias muestran estrés hídrico, pérdida de hojas y crecimiento muy frenado, especialmente en la soja de segunda, que enfrenta dificultades para cerrar los surcos. “El estrés se agrava con las altas temperaturas”, advirtió Sánchez. Sin embargo, destacó que en áreas cercanas con mejores precipitaciones hay cultivos en excelente estado, como maíces con buen potencial de rendimiento y sojas de primera avanzadas a un estado conocido como R5 con buenas perspectivas.

Otra situación

La situación es diferente en La Pampa, que fue una de las provincias más favorecidas por las lluvias de las últimas semanas. Según Federico Cobreros, presidente de la Sociedad Rural del Departamento Quemú Quemú, las precipitaciones acumuladas de 100 milímetros durante la última semana de enero dieron un vuelco a la situación. “En nuestra provincia, los agricultores siempre nos preparamos para enfrentar lo peor. Este año, el problema principal fue la falta de reservas hídricas por los dos años de sequía. A pesar de eso, algunas prácticas, como los barbechos largos y la baja densidad de siembra, nos ayudaron mucho”, destacó Cobreros.

En tan solo 12 días, detalló, las lluvias modificaron las perspectivas del depto: el 10% del área no sembrada comenzará a prepararse para trigo y/o verdeo de invierno, y otro 15% que se daba por perdido en el resto de los cultivos de gruesa podría salvarse en un 50%, aunque con bajos rendimientos. Además, el 35% de los lotes pasó de condiciones regulares o malas a buenas, mientras que el 30% mejoró de buena a muy buena, consolidándose como excelente en el 10% restante. Este cambio reaviva las expectativas de los productores, que ahora ven un horizonte más favorable para los cultivos de la región.

Fuente: Diario La Nación 

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