Problema estructural un cóctel explosivo tiene en vilo a sectores que quieren exportar más
Expertos y referentes de las economías regionales señalaron que el combo del dólar planchado, costos en alza en esa moneda y la presión impositiva resta competitividad
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Los sectores productivos enfrentan un desafío cada vez mayor para mantener su competitividad en un contexto donde los costos internos siguen en alza mientras que los precios internacionales se sostienen para productos como las economías regionales o maquinaria. Los costos de producción, desde la mano de obra hasta los insumos y la energía, no se pueden trasladar a los valores de la exportación, lo que impacta en la rentabilidad de los productores y exportadores. Según los expertos, si se contara con un tipo de cambio más favorable, el escenario sería considerablemente distinto.
El economista Ernesto Ambrosetti sostuvo que el problema real no radica solo en el atraso cambiario, sino en los elevados costos internos, la presión impositiva y la falta de financiamiento accesible para la inversión. De acuerdo con el experto, la necesidad de eficiencia es clave, ya que, con un crawling peg del 1% mensual, el tipo de cambio no se modificará significativamente en el corto plazo. La única corrección esperada ocurrirá con la liberación del cepo, pero no será suficiente si no se implementan medidas estructurales como reducción de impuestos y desregulación. Mientras tanto, las empresas deben encontrar formas de reducir costos y mejorar su productividad para sostenerse en un contexto de creciente incertidumbre económica.
Víctor Hugo Juri, dueño de una pyme familiar que desarrolla equipos de siembra directa y fertilización líquida y sólida, en Carmen de Areco, provincia de Buenos Aires, sostuvo que actualmente, los precios de la materia prima están muy elevados y no es que el dólar esté bajo. Sin embargo, mencionó que algunos empresarios aprovecharon la situación y contexto para subir los precios, “se olvidaron de bajarlos” y ahora les resulta difícil ajustarlos. Por ejemplo, la chapa ha bajado considerablemente, y el acero inoxidable ha disminuido un 50%. “Yo trato de tecnificar y acelerar los procesos, y no de sentarme en un sillón con una computadora a aumentar precios. ¿No podrán mejorar su producción y así equilibrar su economía? Nadie quiere empatar”, especificó.
En ese contexto, Jorge Pazos, exportador de arándanos y presidente del Comité Argentino de Arándanos, especificó que no pueden trasladar los costos en dólares a la exportación. Los precios de ciertas economías regionales son commodities que pueden tener variaciones semana a semana, ya que acuerdo con la temporada, la exportación, los volúmenes y la competencia internacional, tienen un valor estándar. En promedio, el valor FOB de la exportación de arándanos ronda los US$8 el kilo. Hoy la mano de obra, que antes se adecuaba a esos US$8, ha aumentado significativamente. Si bien se incrementó, en términos de dólares esto significa más costos. “Ahora podríamos pensar que el cosechero está ganando muy bien, pero en realidad, con lo que antes vivía, hoy vive igual. Es decir, si antes ganaba US$300, hoy gana US$800, pero su poder adquisitivo no ha cambiado demasiado. ¿Cómo hacemos para prorratear la mano de obra en un valor que ya está internacionalmente establecido? No podemos simplemente trasladar el costo de la mano de obra al precio de exportación, porque el precio internacional es el precio internacional. No es posible decirle al importador: “Necesito vender a 10 dólares en lugar de 8 dólares para alcanzar mi punto de equilibrio”, ejemplificó.
“Hay otros costos internos que no podemos trasladar: lo que antes valía 10 ahora vale 35. Los fertilizantes, herbicidas y fungicidas, junto con el costo de mantenimiento anual de cualquier campo han aumentado. Si tuviéramos un tipo de cambio distinto, la situación sería diferente. Hoy la exportación se maneja con el dólar blend, una composición 80/20, pero no es suficiente para cubrir los costos. El problema es estructural”, aclaró.
El que asume la pérdida es, en la mayoría de los casos, el productor, que tiene ciclos anuales o de varios años, según la actividad. “No logramos que al productor le paguen lo que debería recibir en las tranqueras. Se tienen que ir destrabando situaciones impositivas y lograr de que todos se ajusten a tener valores que permitan seguir produciendo. Para ser competitivos hay que adecuar nuestra cadena de producción en relación con los costos internos, pero eso no nos permite ser competitivos porque los precios generalmente tienen un valor internacional fijo”, aseveró Pazos.
Ante estos escenarios, los empresarios buscan mercados con menor oferta disponible para conseguir mejores precios. También trabajan para el mercado interno como una alternativa. Sin embargo, remarcó que aún con esas estrategias, siguen con pérdidas o en algunos casos en “quebranto” para llegar a la próxima temporada. La esperanza está puesta en que la situación económica mejore en el futuro. El último informe del sector reflejó que el arándano perdió el 67% de su volumen de exportación. “¿Por qué se exporta menos? Porque las condiciones de comercialización no son viables. Además de producir y mantener los cultivos durante todo el año, hay costos adicionales como la poda, la cosecha, la fertilización y los sistemas de riego, que implican consumo de energía. También hay que comprar insumos y materiales de embalaje, como cajas de cartón, pallets, mantas térmicas y zunchos, que se pagan en pesos o dólares, pero que terminan impactando en los costos de exportación”, sintetizó.
Según Ambrosetti, la situación del sector no tiene que ver con el atraso cambiario, ya que el problema con el tipo de cambio es que los costos todavía están altos, la desregulación todavía no está tan profunda y se tiene que bajar la presión impositiva para que ese tipo de cambio sea más competitivo. “Para que una empresa pueda bajar los costos requiere inversión, y ahora están altas las tasas bancarias: deberían estar un 8% o 9% menos las tasas para que sea atractivo para poder invertir”, precisó.
“El problema con el tipo de cambio es que con los altos costos y la falta de profundidad en la apertura económica, es decir, la reducción de costos en los insumos, como por ejemplo el precio de la maquinaria, se generan dificultades. Para conformar toda la maquinaria, normalmente se importan partes de esta. El margen que les queda es muy pequeño, y, en muchos casos, necesitarían un dólar, por ejemplo, de $1400 para estar mejor y obtener mayores beneficios”, profundizó el economista.
“La única adecuación del tipo de cambio que veo es cuando se libere el cepo, lo que podría implicar una corrección de aproximadamente un 10% o 15%, dependiendo de cómo esté la economía en ese momento”, afirmó. Habló de que debe haber no solo una reducción de impuestos a nivel nacional, sino también a nivel provincial y municipal.
Fuente: Diario La Nación