Fenómeno extraño la región de 82.000 hectáreas donde la lluvia pasa de largo
En los departamentos Belgrano e Iriondo, Santa Fe, las precipitaciones acumuladas no superan los 30 mm en lo que va del año; la producción de maíz y de soja están en peligro
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Como si la lluvia nos esquivara”. Esta frase se repite en el sector productivo del sur de los departamentos Belgrano e Iriondo, en el suroeste de Santa Fe, donde la falta de precipitaciones afecta gravemente los cultivos. En lo que va del año, las lluvias acumuladas apenas alcanzaron los 30 mm, con registros entre un 70% y un 100% por debajo del promedio en enero y precipitaciones escasas en febrero. Mientras que en otras zonas la semana pasada se acumularon entre 90 y 100 mm, en esta región no se registraron más de 5 mm.
En diálogo con LA NACION, María José Dickie, ingeniera agrónoma especializada en Climatología del INTA, explicó que la situación hídrica es crítica en las localidades del área de influencia de la Agencia de Extensión Rural del INTA en Cañada de Gómez. Esta zona, que abarca los distritos de Armstrong, Las Parejas y Tortugas en el departamento Belgrano, y los de Cañada de Gómez, Villa Eloísa, Bustinza y Correa en el departamento Iriondo, comprende un total de 82.600 hectáreas.
“En enero llovió muy poco. En Cañada de Gómez y Correa se registraron 30 mm, lo que representa un 70% menos de lo normal”, explicó Dickie. Desde fines de diciembre hasta principios de enero prácticamente no llovió nada. En Villa Eloísa solo 2 mm, y en Armstrong, 3 mm. Bustinza tuvo 14 mm en enero y 30 mm en febrero. Las Parejas, 15 mm en enero y 10 mm en febrero. Tortugas acumuló 27 mm en enero y 22 mm en febrero.
A nivel general, en enero las lluvias estuvieron entre un 70% y un 100% por debajo del promedio y en febrero tampoco mejoraron. “Mientras que en otras zonas la semana pasada se registraron entre 90 y 100 mm, acá no llegaron ni a 5 mm”, detalló Dickie. Además, la distribución de las precipitaciones fue irregular. “En una misma zona, a pocos kilómetros de distancia, los registros fueron muy diferentes. La semana pasada, a 40 km al sur de Cañada de Gómez llovió 50 mm, mientras que en la ciudad no cayó ni una gota”, agregó.
El impacto en los cultivos fue importante. “Las reservas hídricas de noviembre, cuando llovió 150 mm, permitieron que los maíces de primera sembrados en septiembre pasaran su período crítico con algo de agua”, señaló Dickie. Sin embargo, la falta de lluvias y las altas temperaturas afectaron el peso del grano.
Los maíces sembrados a fines de octubre atravesaron su período crítico sin agua y con temperaturas elevadas. “Se esperaba un rendimiento de 120 a 130 quintales por hectárea, pero ahora se estima entre 80 y 100″, explicó la ingeniera agrónoma. Para los maíces tardíos, sembrados en diciembre, la situación depende de las lluvias pronosticadas para el fin de semana. “Son fundamentales para garantizar un desarrollo adecuado”.
La soja de primera también se ve afectada. “Se estima una pérdida de entre el 10% y el 20% del rendimiento, con aborto de vainas y caída de flores”, indicó. La soja de segunda presenta un panorama aún más complicado debido a la muerte de plantas y reducción del stand de cultivo. Aunque llueva en los próximos días, muchas pérdidas ya son irreversibles.
El sorgo se mantiene en buen estado en los suelos de mejor calidad, pero en terrenos de menor calidad se encuentra afectado. El girasol, que este año incrementó su superficie sembrada, muestra rendimientos intermedios.
En cuanto a las previsiones meteorológicas, Dickie destacó que “se pronostican precipitaciones entre el sábado y el domingo”. También hay una posible inestabilidad para mediados de la próxima semana, pero aún debe confirmarse.
Respecto a los maíces de septiembre que ya están secos, la humedad ambiental generada por lluvias menores podría favorecer la aparición de patógenos que afecten la calidad del grano y reduzcan aún más los rendimientos.
Más allá del impacto en los cultivos, la crisis también se refleja en lo económico. “El costo de producción de maíz por hectárea ronda los 80 quintales. Si los rindes son menores, no se cubren los costos”, explicó la agrónoma. “Antes se proyectaban 100 quintales por hectárea, pero ahora se esperan solo 90, lo que complica la rentabilidad”.
En el caso de la soja, la situación podría agravarse aún más si no se registran lluvias en los próximos días. “Las pérdidas podrían superar lo esperado y reducir aún más los ingresos”, advirtió.
Con la cosecha en riesgo, los productores están atentos a las lluvias del fin de semana. “Si no llegan, la situación será aún más complicada”, concluyó.
Fuente: Diario La Nación