La carta comercial que tiene Trump para inyectarle un empujón alcista al precio del aceite de soja estadounidense
El presidente Donald Trump aún no terminó de definir cuál será su política de biocombustibles y existe en EE.UU. una gran incertidumbre al respecto. Sin embargo, es probable que las importaciones de insumos para la elaboración de biodiésel tienen los días contados con las políticas proteccionistas del actual gobierno.
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El régimen nacional de promoción de biocombustibles en EE.UU. (RFS por sus siglas en inglés) y las políticas provinciales –principalmente el Estándar de Combustibles con Bajo Contenido de Carbono de California (LCFS)– impulsaron en el último lustro un crecimiento significativo de la producción de biodiésel en ese país.
Sin embargo, el uso de aceite de soja destinado a la fabricación de biodiésel en EE.UU. comenzó a disminuir año tras año debido a que tiene una puntuación de intensidad de carbono menos favorable en comparación con el sebo bovino y el aceite de cocina usado, lo que incentivó el uso de estos últimos.
Por otra parte, el crecimiento del valor interno del aceite de soja en EE.UU. contribuyó a hacer más competitiva la importación de aceites vegetales y grasas animales, especialmente en el caso de las industrias de biodiésel localizadas en zonas portuarias.
El resultado de se proceso es que la participación del aceite de soja en la industria estadounidense de biodiésel disminuyó al 35% en el ciclo comercial 2023/24 versus un 45% en 2021/22.
“Como resultado de mayores importaciones, la proporción de grasas animales (provenientes de países como Australia, Brasil y Argentina) y de aceite de cocina usado en la producción de biodiésel fue del 42% en el ciclo 2023/24, mientras que la proporción de aceites vegetales cayó al 58% del total en comparación con el 67% en el ciclo comercial 2021/22”, señala un informe del USDA
“Las importaciones de China en 2023/24 representaron el 55% de las importaciones totales de aceite de cocina usado de EE.UU., seguidas de las de Canadá y Malasia. Suponiendo que todas esas importaciones se destinaron a biocombustibles, representaron el 13% de las materias primas totales utilizadas en la producción de biodiésel en 2023/24”, añade.
El problema se agravó cuando las importaciones de aceite de colza –fundamentalmente de Canadá– aumentaron tras la aprobación, por parte de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA), del uso de ese insumo en la producción de biodiésel en diciembre de 2022.
“Las ventajas regulatorias y de precio de ciertas importaciones, como el aceite de cocina usado, el sebo y el aceite de colza en comparación con el aceite de soja de producción nacional, provocaron cambios en el comercio mundial. Como resultado, EE.UU. se convirtió en un importador neto de aceites vegetales, grasas y aceite de cocina usado en el año comercial 2023/24”, apunta el informe.
Por lo pronto, el mes pasado el Departamento del Tesoro de EE.UU. publicó un documento relativo a cómo funcionará el nuevo régimen de promoción de biocombustibles, denominado 45Z, en el cual se expresa claramente que el aceite de cocina usado (UCO por sus siglas en inglés) de origen importado no será considerado al momento de asignar incentivos fiscales.
Más allá de ese caso puntual, tanto los productores como la agroindustria estadounidense está esperando que Trump aplique aranceles a las importaciones de aceites y grasas animales, de manera tal que la demanda de insumos para elaborar biodiésel se concentra en productos nacionales y en especial en aceite de soja elaborado en EE.UU.
El bloqueo comercial de tales insumos representaría, a priori, un factor alcista para las cotizaciones del aceite de soja en el CME Group, aunque esa iniciativa, para que la tendencia pueda consolidarse, debería ir acompañado por una política de promoción fiscal que incentive el consumo de biodiésel a nivel nacional.
Fuente: Bichos de Campo