Queremos seguir viviendo acá el pueblo bonaerense que sufre con la inundación un drama de hace más de 50 años

Un grupo de vecinos de la localidad de Ordoqui, partido de Carlos Casares, reflejaron la dura situación que viven y exigieron respuestas

Queremos seguir viviendo acá el pueblo bonaerense que sufre con la inundación un drama de hace más de 50 años

Un grupo de vecinos de la localidad de Ordoqui, partido de Carlos Casares, decidieron salir a exigir una respuesta al municipio ante la inundación que afectó varios lugares: necesitan una obra hidráulica. En ese lugar, las lluvias intensas de este otoño provocaron el anegamiento de caminos, la interrupción de clases de los colegios y serias dificultades para sacar la producción. Los habitantes dicen que la situación se repite desde hace más de 50 años.

“Esta situación no es nueva”, señaló Matías Santa María, productor tambero de la zona, quien remarcó que es necesario que se realicen obras para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la zona. Según resaltaron los vecinos, los trabajadores, estudiantes y vehículos quedan aislados por esta situación. “Nos quedamos sin salida. Somos 25 personas trabajando en el campo: 11 van y vienen desde Ordoqui, 4 desde Bolívar. Cuando llueve fuerte, la única forma de entrar o salir es con camioneta 4x4 o en tractor”, describió para el sitio Casares Online el productor, quien trabaja en un establecimiento lechero ubicado en el camino que une Ordoqui con La Colorada.

La falta de mantenimiento es una constante entre los habitantes y reclaman una solución urgente al problema. “La falta de mantenimiento es permanente. Tenemos que insistir y llamar muchas veces para que vengan a hacer algo. Son muchos años de alcantarillas sin renovarse, calculo que son 20 años que no se cambian alcantarillas. En el otoño del 2022 vino la Municipalidad y sacó las alcantarillas rotas y dejaron dos badenes, donde ayudó a aliviar la situación porque pasa mucha agua, pero era algo provisorio y quedó. Hoy siguen estando esos badenes, lo cual dificulta también después la circulación de los chicos que andan en moto o en autos bajos. Cuando viene mucha agua no pueden pasar hasta que no baja el nivel", describió.

Aseguró, además, que la gente de la zona está arreglando los caminos por su cuenta: “El municipio nos dio permiso para contratar una máquina y prometió descontarlo de la tasa vial. La solución que nos dieron fue: háganlo ustedes mismos”.

Nicolás Murguía, empleado rural, contó que sus hijos se quedaron sin clases durante dos semanas. “La escuela estuvo 15 días sin poder recibir a los chicos. Ahora que el camino secó un poco, se puede pasar, pero es siempre lo mismo. Los mismos cortes, en los mismos lugares. Y no hay una sola respuesta. Ni máquinas, ni personal. Nada”, señala con preocupación.

Para Murguía, la rutina de trabajo en el campo se convierte en un desafío de todos los días. “Hay que manejarse como se puede. Si no tenés vehículo alto, no salís. Tengo compañeros que están más lejos y ni siquiera pueden intentar. A veces uno se pregunta si todo este sacrificio vale la pena, pero es nuestro trabajo, lo elegimos. Lo que no elegimos es que nadie nos dé una solución”, precisó.

En ese contexto, Alicia Sánchez, directora del centro cultural de Ordoqui, coincidió en que las obras que se hacen no resisten. “Las lluvias borran todo. El agua pasa por donde quiere. Vemos tapones mal hechos, caminos baldeados sin alcantarillas. Este año, por primera vez, vimos el agua llegar a las casas. Y nadie reacciona”, señaló y agregó que esto afecta a todos por igual. “Tenemos dos nenes del otro lado del charco, uno trasplantado y otro donante. ¿Cómo se supone que vamos a dormir tranquilos sabiendo eso?”, narró.

Sánchez insistió en que las soluciones deben ser estructurales en la localidad. “No alcanza con arreglar caminos. Necesitamos obras hidráulicas. En 40 años hubo 16 inundaciones y las que pasan en Bolívar nos afectan también a nosotros. Existe la ley 10.710, que prevé obras en la cuenca del Salado, con fondos incluidos. ¿Qué esperan para aplicarla?”, se pregunta.

El sentimiento de abandono es compartido entre los vecinos que se agolparon en la zona para exponer a los medios la situación que atraviesan y viven a diario. “Sentimos que nos quieren expulsar. Nos arreglan un paso y listo, pero no es solo un camino real: es nuestra vida, nuestra elección. Queremos seguir viviendo acá. No queremos que nos expulsen como ya pasó en otros pueblos. Las inundaciones nos dejan con caminos devastados, con inasistencia por parte de los docentes”, concluyó Sánchez, quien, además, aludió al vaciamiento progresivo de muchas zonas rurales de la provincia.

Fuente: Diario La Nación 

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