Cuello de botella los millones de dólares que todos los años se pierden en el momento crucial de la cosecha

Según el productor Juan Balbín, de General Villegas, la recolección “se demora demasiado en la Argentina y se producen importantes pérdidas de rendimientos”; las causas detrás de este fenómeno

Cuello de botella los millones de dólares que todos los años se pierden en el momento crucial de la cosecha

Muchas veces, los productores deben esperar varios días para empezar a cosechar cultivos que ya están listos. En esta época del año, las máquinas no alcanzan para una demanda concentrada de trilla de soja y maíz, a los que se agregan trigo, cebada, girasol y sorgo durante el resto del año.

Esta demora genera pérdidas para todos los integrantes de la cadena agrícola y también para el Estado. El ejemplo más patético se vivió hace unos días con el desastre que provocó el temporal en los granos gruesos: se perjudicaron los productores, pero también habrá un faltante de dólares en las arcas fiscales, porque muchas hectáreas de soja, que prometían rendimientos de tendencia, no se cosecharán por los daños sufridos.

Pérdidas clínicas y subclínicas

Según el productor Juan Balbín, de General Villegas, “la cosecha se demora demasiado en la Argentina y se producen importantes pérdidas de rendimientos”.

“Los productores cuidan todos los pasos previos a la trilla, pero luego tercerizan la cosecha y muchas veces se desentienden de los pormenores de esa etapa. Es una actitud muy cómoda del agricultor, que consume imágenes satelitales o programas agrícolas digitales, pero que pocas veces sale con un aro a medir cuanto grano que quedó en el campo. En muchos casos, solo se preocupa por conseguir una máquina y que haga todo rápido y que termine lo antes posible”.

 “Esto ocurre porque no hay suficientes contratistas con máquinas modernas y la cosecha puede demorarse 30 días esperándolas en un campo. En ese intervalo se producen pérdidas que pueden ser superiores a las de una siembra o control de malezas tardíos”, agrega.

La demora en la cosecha puede provocar pérdidas clínicas -de granos que quedan en el campo y se pueden medir con el aro- y subclínicas, por movilización de nutrientes en los granos. Estas se producen cada vez que llueve sobre un cultivo listo para cosechar, lo que dispara el proceso de germinación, que se detiene a los dos o tres días cuando el grano se seca.

“Pero en el camino se solubilizan nutrientes y se afecta el peso de 1000 granos. Multiplicando por esas pérdidas por 16-18 millones de hectáreas de soja se pierden millones de dólares”, advierte el empresario. Por otro lado, con temporales con granizo durante la cosecha, como el ocurrió hace unos días, explotan las pérdidas clínicas.

Pocas cosechadoras

La escasez de cosechadoras tiene su origen en su alto costo. Las grandes, de 47 a 52 pies, con 14 metros de ancho de trabajo y plataforma de 24 surcos para maíz, cuestan de 1 a 1,3 millones de dólares en la Argentina. Las medianas, de 30 pies, exigen 500.000 dólares para su adquisición. Estos costos “son 70 a 100% superiores a los de las mismas máquinas en países vecinos y responden en gran medida a la carga de impuestos que gravan la importación de cosechadoras”, critica Balbín, que fue presidente de Aacrea y del INTA. Estos incluyen IVA sobre el valor CIF, derechos de importación, Tasa de Estadística y otros tributos.

Un millón de dólares es un costo muy elevado para un contratista o para un productor que, además, deben hacer frente al costo para financiar la máquina durante varios años con tasa positiva, a diferencia de lo que ocurría hasta 2023.

Este alto costo de compra de la máquina exige trillar 5000 hectáreas por año por lo menos para la amortización, de las cuales por lo menos 3000 deberían ser de soja. Este uso se diferencia muchísimo del que hace un productor norteamericano, que tiene su propia cosechadora y con ella trilla 500 o 600 hectáreas.

Aumentar el parque

Frente a la realidad descripta, Balbín dice que “se necesita imperiosamente aumentar la capacidad de trilla, que es una labor estratégica junto a la pulverización”.

Para eso se requiere reducir el costo de las máquinas bajando impuestos a las cosechadoras nuevas. También es imperioso agilizar la importación de maquinaria usada, como se anunció recientemente, para aprovechar unidades con pocas horas de utilización en Estados Unidos y en otros países, que tendrían mucha vida útil en nuestro país.

“Contar con un parque de maquinarias con más capacidad diaria de trilla permitiría mitigar los efectos del cambio climático y acortar los tiempos de riesgo. Muchos hablan de mitigar el cambio climático, pero no se toman decisiones y no se considera la dimensión de no tener un parque acorde a las necesidades”, acota.

Según Balbín, habría que pasar de la cosecha de soja durante dos meses, con el cultivo expuesto a muchas adversidades, a un periodo de pocas semanas a partir de una gran disponibilidad de equipos de trilla. En ese escenario, los silobolsas permitirían cosechar rápido y conservar la mercadería sin generar problemas logísticos de transporte o abarrotamiento de instalaciones de acopio en los pueblos.

Conviene recordar que las máquinas modernas tienen gran capacidad de trabajo. Una cosechadora de 35 pies puede trillar 30 a 50 hectáreas de soja por día, si el cultivo está seco y sin malezas trabajando en lotes grandes. Por su parte, las de 50 pies pueden llegar a 100 hectáreas por día.

Los equipos más modernos están provistos de una cámara combinada con inteligencia artificial que regula de forma autónoma la trilla en función del estado de cultivo, humedad, viento, etcétera, sin necesidad de intervención humana.

“El problema de la cosecha larga no se soluciona con un aumento de la tarifa que se le paga al contratista -del 7 al 10% actualmente- porque los márgenes agrícolas actuales no lo permiten. Hay que bajarle los costos a ese operador a través del precio de la máquina”. reclama Balbín.

“Se requieren decisiones urgentes en esta materia, que redundarán en beneficio de toda la cadena agrícola e, indirectamente, en mayor recaudación impositiva para el Estado”, concluye.

Fuente: Diario La Nación 

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