Se van éxodo de vacas y angustia donde la falta de agua es un drama sin fin

En el departamento 9 de Julio, en el norte de Santa Fe, no llovió lo suficiente y los productores se desprenden de su hacienda de manera forzada

Se van éxodo de vacas y angustia donde la falta de agua es un drama sin fin

Al dirigente rural Gerónimo Senn lo invade una mezcla de angustia y temor cada vez que ve los camiones cargados con hacienda que cruzan las rutas del departamento 9 de Julio, en el norte de Santa Fe. Son muchos. Demasiados. Y sabe lo que significan. “Eso es hacienda que se va”, explica. Se va para faena o a otros campos tras su venta. Pero lo que realmente lo inquieta no es solo la imagen en sí, sino lo que revela: no se trata de una decisión voluntaria de los productores ni de una estrategia comercial. Es una reacción forzada. Ya no hay pasto ni agua, y mantener el rodeo en estas condiciones se volvió inviable. Lo que más le duele a Senn es saber que los campos que hoy se vacían difícilmente vuelvan a poblarse de animales.

Como productor agropecuario y presidente de la Sociedad Rural de Tostado, la ciudad cabecera del partido, advierte que la situación allí es crítica: muchas de las explotaciones ganaderas se desarman. No por elección, sino por urgencia. En lo que va del año, muchas localidades de la región no superaron los 200 milímetros acumulados de lluvia. Sin humedad no hay forma de implantar pasturas. Y sin forraje la ganadería no tiene alimento. Tampoco hay agua.

 “No tenemos lluvias importantes en este último tiempo y hay zonas que han recibido menos de 200 milímetros para comenzar el invierno. Eso complica mucho la situación. Sin humedad no se pueden implantar pasturas ni verdeos”, advierte Senn.

Explica que lo poco que se sembró depende de lluvias que no llegan, mientras el agua para el consumo animal escasea cada vez más. “Hay zonas donde directamente no hay agua. Están haciendo perforaciones a 75 metros y no sacan buena agua”, señala y agrega: “Otros ni se animan a tocar el agua, porque saben que después de los 9 metros, el agua es salobre”.

En ese contexto, los productores recurren a distintas alternativas. Algunos profundizan represas. Senn relata que la Sociedad Rural local instaló bombas para extraer agua del río, y que muchos deben recorrer hasta 40 kilómetros con camiones para abastecer sus establecimientos. En el norte del departamento hay quienes toman agua de un canal abierto tras la sequía de 2008/2009. A pesar de estos esfuerzos no alcanza.

“Hace un rato estuve con un cliente, un productor, que tuvo que comprar retroexcavadoras porque no daban abasto las que había y necesitaba profundizar sus represas”, indica. No obstante, a pesar de los esfuerzos, no logran llegar al agua y eligen desprenderse de los animales.

“Ya veo camiones con hacienda por la ruta. En los remates hay mucha cantidad. Y eso es hacienda que se va. La gente ya aprendió y empieza a achicar los campos, a reducir el stock porque se vienen meses durísimos”, dice.

Esta reducción ya ocurrió antes. Senn recuerda que entre 2006 y 2009, en pleno cierre de exportaciones con el kirchnerismo y con una fuerte sequía, el departamento 9 de Julio perdió entre un 35 y un 40% del stock ganadero. En ese entonces había unas 980.000 cabezas. Hoy apenas superan las 600.000. Y la tendencia es descendente. No obstante, Senn marca que la diferencia respecto a la sequía de 2008–2009 es el precio de la hacienda, lo que permite que los productores puedan llevar mejor la situación. Sin embargo, indica que está seguro de que el stock va a caer.

Frente a este panorama, muchos productores optan por abandonar la ganadería y pasarse a la agricultura, pese al contexto difícil. Y el cultivo que más avanza en esta reconversión es el algodón. “El algodón viene ganando mucho terreno en la zona. Es conocido como cultivo fuerte en el Chaco, pero ahora nuestra región del norte santafesino es la que más algodón siembra en el país”, asegura.

En campos donde antes se necesitaban tres o cuatro hectáreas para mantener una vaca, hoy hay cosecha de algodón. “La ganadería no compite con esa rentabilidad”, explica.

En cambio, cultivos como soja o maíz sufren una fuerte caída en los rindes por la falta de agua, lo que deja a los productores muy complicados en términos económicos. Senn advierte sobre la falta de herramientas financieras y el ánimo cada vez más apagado de los productores.

“Lo que reclamamos permanentemente son líneas de financiamiento. Habrá productores que necesiten un crédito para sostener esta caída, otros que lo usen para alimentar la hacienda o para hacer alguna inversión. Eso es lo que hoy está faltando”, señala. “El productor vende capital para mantener capital. No está vendiendo producción: eso ya se vendió”, concluye.

Fuente: Diario La Nación 

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