Renació tras las cenizas un incendio lo destruyó y hoy está de pie luego de una inversión de US$35 millones

Pasaron casi seis años desde aquella madrugada helada de julio en que un incendio consumió por completo el frigorífico de Cabaña Argentina, en esta ciudad. Las llamas arrasaron con la estructura, el humo obligó a cortar la ruta 6 y más de 200 bomberos trabajaron durante horas para evitar una tragedia mayor.

Renació tras las cenizas un incendio lo destruyó y hoy está de pie luego de una inversión de US$35 millones

Hoy, en ese mismo predio, se levanta una planta completamente nueva, diseñada desde cero y con la intención de competir a nivel mundial. La inversión total fue de US$35 millones, financiada con una combinación de capital propio, créditos bancarios y el seguro cobrado tras el siniestro.

“Es una planta que, si bien va a abastecer el mercado doméstico, está totalmente orientada a la exportación por su diseño”, explicó Daniel Fenoglio, presidente de Carne Porcina Seleccionada, la firma hoy de pie.

Detrás del proyecto están los hermanos Blaquier (Santiago, Alejandro, Charlie, Ignacio y María Elena) y el grupo 5L SA, conformado por seis productores porcinos —Lartirigoyen, Las Lilas, Las Taperitas, La Payana, Los O’Dwyer y Llorente Hnos.— que se comprometieron a abastecer al menos el 50% del volumen que demande la planta.

El frigorífico tiene capacidad para faenar hasta 40.000 cerdos por mes, despostar más de cuatro millones de kilos de carne, congelar 140.000 kilos diarios y almacenar 1,6 millones de kilos en cámaras especiales. Fenoglio explicó que ofrece servicios de empaque, clasificación, despacho y logística personalizada, lo que permite adaptarse a distintos perfiles de clientes y mercados.

Aunque operará inicialmente con un solo turno, representará el 5% de la faena nacional porcina. Su diseño le permite escalar hasta tres turnos diarios sin necesidad de ampliar la infraestructura. “Cuando uno duplica la producción, no duplica los costos. Aumentan entre un 20 y un 30%. Eso te permite aspirar a mejores procesos y un menor costo por cerdo procesado”, destacó el ejecutivo.

El complejo se extiende sobre un predio de 38 hectáreas, con 18.000 metros cuadrados de superficie cubierta; podrá prever nuevas ampliaciones si el negocio lo demanda. Actualmente, más de 240 personas trabajan en el lugar, y ese número podría crecer si se activan más turnos de producción.

Fenoglio destacó que hay un diferencial importante, que es que la planta no está pensada como una estructura cerrada. “Queremos que funcione como una unidad de servicios abierta al sector, donde puedan faenar desde grandes productores hasta industriales que necesiten congelado o envasado”, señaló. De manera que los socios minoritarios del proyecto comprometieron su producción como parte de un esquema de integración que permite también el acceso de terceros, a través del sistema de fasón.

La ubicación también fue una decisión estratégica. A menos de 100 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, el establecimiento fue concebido desde el inicio con un enfoque exportador. Cuenta con vestuarios, comedores y circuitos internos diferenciados por áreas de riesgo sanitario, accesos separados para animales y productos, estaciones de prelavado y lavado, faena automatizada, cámaras de frío, oreo previo, desposte flexible y túneles de congelado rápido.

Uno de los aspectos más novedosos de la planta es el sistema automatizado de enfriado, que incluye un robot encargado de organizar las medias reses en las cámaras de oreo, asegurando una distribución homogénea del frío y reduciendo el esfuerzo físico de los operarios. Este proceso, clave para conservar la calidad de la carne, se completa con túneles de congelado rápido que permiten bajar la temperatura de forma controlada y mas eficiente.

 “El objetivo fue cumplir desde el primer día con los protocolos de exportación más exigentes, para no quedar limitados en el futuro”, explicó. En la Argentina hay unas 140 plantas de faena porcina, pero solo unas 10 están habilitadas para exportar.

Además de apuntar al comercio internacional, la planta también responde a un cambio profundo en el consumo doméstico. La carne de cerdo fresca viene ganando terreno frente a los productos industrializados, como fiambres y embutidos. “Antes lo que importaba era el sabor, ahora también importa la presentación, el color, la textura. El cerdo dejó de ser una rareza: hoy es una proteína que compite de igual a igual”, sostuvo Fenoglio.

Ese cambio exige mayor calidad, mejores procesos y trazabilidad garantizada. “Ya no alcanza con producir: hay que hacerlo bien, con estándares que permitan vender en cualquier parte del mundo”, resumió.

La cadena porcina carga con una serie de dificultades estructurales: la presión fiscal, la falta de incentivos para nuevas habilitaciones exportadoras y la volatilidad macroeconómica. A eso se suma que la Argentina no tiene aún una estrategia integral para el desarrollo de la carne porcina como sí ocurre con el pollo o la carne vacuna. “No alcanza con tener una buena planta, también necesitamos un entorno que nos permita competir”, resumió.

Uno de los principales obstáculos que enfrenta el sector es el esquema impositivo. “El saldo técnico de IVA que nos queda enterrado es millonario. Construimos con un IVA del 21% y vendemos con una alícuota del 10,5%. Es una distorsión que encarece cualquier proyecto a gran escala”, advirtió Fenoglio.

Recordó que durante el gobierno de Mauricio Macri se aplicó una reducción del IVA para todas las carnes, una medida que no contempló la particularidad del cerdo, que es mucho más intensivo en capital y estructura que la carne vacuna o el pollo. “Es un impuesto que debería ser neutro y no lo es. Y eso desalienta inversiones”, resumió.

Más allá del incendio que obligó a empezar de nuevo, Fenoglio remarcó que esta planta no se pensó solo para reemplazar lo perdido, sino como una apuesta a futuro. La idea fue construir un frigorífico que sirva como base para que toda la cadena porcina pueda crecer, con infraestructura moderna y capacidad de adaptación.

“La carne de cerdo va a seguir creciendo en el mercado interno, pero también va a aumentar la competencia por parte de las importaciones. En ese contexto, exportar no es una opción: es una necesidad”, resumió.

Fuente: Diario La Nación 

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