Gran aprendizaje lograron reducir brechas de rinde en los principales cultivos y cuentan cómo lo hicieron

Más de 200 asesores probaron a campo que es posible acercarse al techo de producción sin resignar rentabilidad; fertilización estratégica, elección de híbridos, siembra y control de malezas, entre las claves

Gran aprendizaje lograron reducir brechas de rinde en los principales cultivos y cuentan cómo lo hicieron

Reducir la brecha entre lo que un cultivo puede rendir y lo que realmente se cosecha es uno de los grandes desafíos de la agricultura argentina. Actualmente los rindes promedio alcanzan entre el 50 y el 55% del potencial en maíz y en trigo y entre el 60 y el 65% en soja. Si el país lograra acercarse al 80% del techo productivo, la producción combinada de estos tres cultivos podría pasar de 125 a 170 millones de toneladas por año.

Con ese diagnóstico como punto de partida, distintos grupos técnicos evaluaron estrategias para aumentar los rendimientos sin perder rentabilidad. En ensayos realizados en ocho regiones agrícolas, el rinde promedio de maíz subió de 10,5 a 12,3 toneladas por hectárea (un 16% más), y en soja de 4,1 a 4,4 toneladas (un 6% más). El margen bruto mejoró en 95 dólares por hectárea en maíz y 60 en soja.

La experiencia formó parte del programa Brechas, coordinado por Pioneer, que convocó a más de 200 asesores técnicos en zonas como NOA, NEA, Córdoba Norte, Litoral, Río Cuarto, Venado Tuerto, Oeste (Alvear) y Sur (Miramar), con el objetivo de reducir la distancia entre el rinde promedio y el potencial mediante manejos ajustados.

En diálogo con LA NACION, los especialistas que participaron del programa coincidieron en que con un manejo agronómico ajustado es posible acercarse al techo productivo sin perder margen económico.

En algunas regiones, los rindes obtenidos por los técnicos igualaron o superaron los alcanzados en las parcelas de máximo potencial, incluso con decisiones tomadas bajo criterios de eficiencia y costo-beneficio. La elección del híbrido o variedad, la nutrición balanceada y la densidad de siembra adecuada fueron algunas de las prácticas que más impactaron en los resultados.

José Andrade, especialista de la Facultad de Agronomía de la UBA y asesor del programa, advirtió que la persistencia de brechas tan marcadas en la Argentina responde, en gran parte, a un sistema productivo que extrae más nutrientes del suelo de los que repone. “Los productores fertilizan, pero cuando uno compara la cantidad de nitrógeno, fósforo y azufre que se va en los granos con la que se aporta, el balance es negativo. Eso implica un minado de nutrientes”, afirmó. Ese déficit se repite campaña tras campaña y genera un efecto acumulativo importante.

Para Andrade, la solución no es simplemente aplicar más fertilizantes, sino hacerlo con precisión. “Si se aumentan las dosis, hay que acompañarlo con conocimiento técnico: cuándo aplicar, cómo, con qué fuente, en una o varias etapas, y en qué momento del ciclo del cultivo. Solo así se logra una alta eficiencia de recuperación”.

El especialista detalló que en maíz, el suelo pierde en promedio 35 kg de nitrógeno por hectárea por año, además de 9 kg de fósforo. En soja, la pérdida de fósforo asciende a 11 kg, y en trigo, se pierden 6 kg de nitrógeno, 4 kg de azufre, mientras que el balance de fósforo está más equilibrado. “Los rindes actuales no se sostienen solo con fertilización. El sistema se mantiene gracias a lo que se sigue extrayendo del suelo”, advirtió. Y fue más allá: “Para cerrar la brecha, no solo habría que reponer lo que se pierde, sino aplicar incluso más. Eso implicaría duplicar o más las dosis actuales de fertilizantes”.

Además de la nutrición, Andrade subrayó que hay otros factores clave para mejorar la productividad: la elección del grupo de madurez en soja, la densidad de siembra, la fecha de implantación y el manejo de malezas. “El desafío es diseñar estrategias que permitan producir más sin aumentar innecesariamente los costos”, sostuvo.

Y agregó que, aunque el contexto actual impone límites, “cuando los márgenes mejoran y baja la incertidumbre climática, el productor se anima a invertir más”. En ese sentido, recomendó trabajar con información propia: “Cada productor tiene que conocer cuál es su rendimiento alcanzable y armar su sistema productivo en función de ese dato”.

Andrade explicó que en cada zona se trabajó con tres parcelas: un testigo con manejo promedio, otra con manejo de máximo potencial sin restricciones de insumos, y una tercera diseñada por los asesores, que debía acercarse al techo productivo con decisiones costo-efectivas.

Sebastián Bernis, asesor del NOA e integrante del grupo “Los Picantes del Oeste”, destacó que uno de los puntos clave fue la selección de materiales adaptados a cada ambiente. “Elegimos una variedad de soja grupo 7, y en maíz un híbrido con buena tolerancia a Spiroplasma”, explicó.

En soja incorporaron nutrición balanceada con fósforo, azufre y zinc, algo poco habitual en la zona. “Pasamos de 3200 a casi 3900 kilos por hectárea”, detalló. También ajustaron la densidad de siembra en maíz y aumentaron el uso de fertilizantes. “A pesar del mayor gasto en insumos, el resultado económico fue positivo”, aseguró. Pero advirtió sobre un factor limitante: el flete desde el norte de Salta al puerto cuesta entre 70 y 80 dólares por tonelada. “Por eso se fertiliza menos. Pero cuando las decisiones son correctas, los números cierran igual“, dijo.

En la región oeste Agustín Picardi, trabajó en la zona de Intendente Alvear. Los principales cambios fueron en la elección de híbridos y variedades, fechas de siembra y manejo de fertilización. En maíz, pasaron de 7300 kilos por hectárea (testigo) a 9691 kilos, igualando el rendimiento de la parcela de máximo potencial. En soja, de 4210 a 4915 kilos, con un potencial estimado en 5105.

“El gran aprendizaje es que para tomar buenas decisiones hay que medir. Hacer análisis de suelo, conocer los materiales disponibles y ajustar el sistema con base en datos concretos. Aunque los costos suben con tecnología, el margen bruto también mejora. Lo importante es que cada decisión esté respaldada técnicamente y se pague en kilos”, cerró.

Fuente: Diario La Nación 

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