Números en rojo advierten sobre una situación muy crítica entre pequeños productores de caña de azúcar
En Tucumán, la provincia azucarera por excelencia, los productores de caña atraviesan, según alertaron, una de las situaciones más críticas de los últimos años. La caída abrupta del precio del producto, sumada al aumento de los costos dolarizados, la falta de crédito y la sobreoferta, dijeron, dejó al sector en un escenario de números en rojo y de incertidumbre.

“Este año, una bolsa de 50 kilos que en 2023 costaba 35.000 pesos ahora vale $19.000”, explicó Silvia Pérez, productora cañera y directora de la Federación Agraria Argentina (FAA) en la región. “Bajó muchísimo, no se cubren los costos. El año pasado, con una bolsa de azúcar comprabas una bolsa de urea. Hoy necesitás tres bolsas de azúcar para comprar la misma urea”, dijo.
Pérez describió que, como en todas las zafras, el precio tiende a bajar cuando arranca la cosecha por la sobreoferta. Sin embargo, esta vez el descenso fue mucho más pronunciado. A esto se agregó que los productores no tienen margen financiero para guardar su producción y venderla en otro momento.
“Si tenés quien te financie, podés esperar y vender cuando no hay tanta oferta. Pero hoy el productor cosecha y tiene que vender en el acto, porque no tiene acceso a crédito”, señaló. Según contó, la mayoría son pequeños productores que viven de 15 o 20 hectáreas, sin maquinarias propias. Otro factor es la extensión de las fronteras de la caña. “Se plantó más y eso significa más azúcar en el mercado. Hay 14 ingenios que muelen durante más meses: antes la zafra duraba 4 meses, ahora llega a 6”, detalló.
Según datos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), la zafra 2025 comenzó con 298.930 hectáreas netas cosechables en Tucumán, un 1,5% más que en la campaña anterior. Si se suman las áreas limítrofes de Santiago del Estero y Catamarca, la superficie total asciende a 301.770 hectáreas, un crecimiento conjunto del 1,8%.
Luis Barrojo, productor cañero y dirigente de FAA, contó que, en los últimos años, el avance tecnológico permitió incorporar variedades más resistentes, que soportan estrés hídrico y rinden más por hectárea. “Hace siete u ocho años sacábamos 800 kilos por surco como máximo. Hoy estamos en 1200 o 1600, según la zona. Eso casi duplicó la producción”, graficó.
“Zonas que antes eran para soja o ganadería hoy son cañeras. En Catamarca ya hay más de 6000 hectáreas nuevas, y en la zona de Morelos, en Tucumán, más de 10.000. Además, con la crisis del limón, en dos años se sumaron entre 12.000 y 15.000 hectáreas desmontadas e implantadas con caña”, precisó.
El resultado, dijo, es una sobreoferta inédita. Otro factor que golpeó al sector es la producción informal. Según Barrojo, “más del 30% se producía sin fiscalización y se iba a Bolivia o Paraguay. En los últimos dos años el Gobierno aumentó los controles y ese azúcar volvió al mercado interno. Eso también hizo caer el precio”.
El desajuste entre la oferta y la capacidad de los ingenios agravó la situación. “El año pasado la cosecha se extendió hasta diciembre y quedó caña en pie porque el clima ya no permitía seguir. Antes la zafra terminaba en septiembre u octubre”, recordó Barrojo.
Hoy, las 14 industrias de Tucumán no logran procesar toda la caña. Y aunque tres de ellas empezaron a invertir en biomasa y alcohol, el resto mantiene estructuras obsoletas, explicó. El problema, advirtió, es que los productores no participan de esos subproductos: solo reciben ingresos por el azúcar.
La falta de rentabilidad está reduciendo el número de productores. “En su momento la Unión Cañeros Independientes de Tucumán llegó a tener 6000 socios. Hoy deben quedar la mitad, y muchos subalquilan sus tierras”, señaló Pérez.
Desde la Unión Cañeros Independientes de Tucumán explicaron que la ecuación económica de los pequeños y medianos productores está cada vez más comprometida. La mayoría trabaja con superficies de 50 hectáreas o menos, e incluso hay quienes producen con apenas 3 o 10 hectáreas. En esas condiciones, la actividad, apuntaron, es inviable. “Hoy la unidad económica de un productor está fijada más o menos en 60 hectáreas para que le sea rentable, para que pueda vivir. No te digo que con eso vas a tirar manteca al techo, pero podés vivir y llevar adelante otra actividad”, afirmó Sergio Fara, presidente de la organización.
“La concentración de tierra y producción prácticamente está en manos de pocos cañeros grandes y de la industria y se les hace muy difícil a los pequeños”, advirtió Fara. En ese marco, señaló, quienes no alcanzan la escala mínima terminan arrendando sus tierras o abandonando la actividad. “Necesitamos que haya una política definida para acompañar al pequeño y mediano productor cañero”, reclamó.
Fuente: Diario La Nación