Lo que mata es el calor. En INTA evalúan el uso de “parches plásticos” que reducen hasta 50% la aparición de malezas
Entre 30 y 45 días de suelo cubierto con plástico bastarían para combatir la aparición de malezas, prescindiendo a la vez del uso de agroquímicos. Así lo evaluaron los investigadores del INTA Castelar, que encontraron la forma de aprovechar la radiación solar del verano a su favor para que ciertos cultivos no tengan que competir con otros yuyos.
La técnica de solarización se basa en la colocación de parches de polietileno transparente al ras del suelo durante los días más calurosos del verano. De ese modo, gracias a esa cubierta, los rayos del sol elevan la temperatura e inhiben la proliferación de malezas en hasta un 50%.
“Es una alternativa simple y de bajo costo, muy eficaz para la desinfección de suelos y sustratos”, explicó Genoveva Pignataro, investigadora del Instituto de Ingeniería Rural (IIR) del INTA Castellar que, junto al Instituto de Floricultura (IF), llevó a cabo los ensayos por 5 meses.
La técnica está pensada en particular para la producción de plantas nativas, que suelen sembrarse en marzo, una vez pasada la temporada más calurosa y, en este caso, retirados los plásticos del suelo. Los registros arrojaron que, en los lugares donde aprovecharon la solarización, proliferó menos de la mitad de las malezas que en otras zonas.
Previo a la colocación de los “parches” plásticos, la especialista Analía Puerta señaló que “es necesario laborear previamente el suelo, ya que debe tener la humedad suficiente para activar las semillas de malezas y los microorganismos”. De ese modo, el impacto de la radiación es efectivo.
Desde ya que, como el único requisito es emplear polietilenos transparentes que permitan la infiltración de los rayos solares, se pueden reutilizar materiales provenientes de otras actividades agrícolas. Sin embargo, eso no consta para los polietilenos de silobolsa, pues ese plástico está diseñado para provocar hermetismo, no cumple con la función buscada.
Los resultados preliminares, tras los primeros ensayos, señalan que son “muy alentadores” ya que, además de reducir la aparición de malezas se observa un impacto positivo en el desarrollo de las plantas.
“Es un modo simple y económico para implantar especies nativas en espacios de conservación de la biodiversidad en los agroecosistemas”, celebró la investigadora Paula Leva, de esa misma estación experimental.
Además de este particular desarrollo, que dio sus primeros pasos hace ya 2 años, los especialistas destacan que estos avances colaboran a que se conozcan las prácticas sustentables de desinfección de suelos en sistemas extensivos, que se caracterizan por su bajo costo y por contribuir a la economía circular.
Fuente: Bichos de Campo
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