Investigación revelan el fuerte efecto derrame que tendría producir más soja en la Argentina
Las entidades que representan a los productores agropecuarios insisten en la necesidad de la eliminación de las retenciones o, al menos, en su baja gradual sostenida. Una investigación analizó qué debería pasar para que eliminarlas a la soja tuviera costo fiscal cero
Con la base de la campaña 2023-2024, la producción de soja debería crecer el 28%. Debería alcanzar las 61,7 millones de toneladas cosechadas, una cifra de 300.000 toneladas por encima del récord del ciclo 2014-2015.
El dato se desprende de un trabajo de Adrián Gutiérrez Cabello, del Centro de Economía Regional de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). En una década la superficie sembrada de soja se redujo 16,3% (3,22 millones de hectáreas) mientras que en ese período, la destinada a maíz creció en 5,07 millones de hectáreas.
El reporte da cuenta de que Brasil, uno de los mayores productores de soja junto a Estados Unidos, entre las campañas 2020-2021 y 2024-2025 logró una aumento de la producción del 22% sin afectar al resto de los otros cultivos.
En el mismo período en la Argentina, según con las estimaciones de la última campaña, las toneladas cosechadas crecieron 8%, considerando que la campaña 2020-2021 fue una de las más bajas (sin contar las afectadas por la sequía).
Las alrededor de 13,5 millones de toneladas extra para arribar a volumen mencionado representarían un impulso en la economía cercano al 0,82% del PBI, sumando la generación de valor agregado en la industria que podría alcanzar 1%. Además, la exportación de los subproductos rondaría los US$6300 millones.
De ser así, plantea Gutiérrez Cabello, la industria alcanzaría una utilización de la capacidad técnica de 77,4% (según las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, 70,4 millones de toneladas). Además, se eliminaría potencialmente la importación de soja, principalmente de Paraguay.
A ese contexto, el reporte agrega que se produciría un flujo adicional de camiones de 482.000 unidades hacia las zonas portuarias donde se localiza casi en su totalidad de la industria aceitera y de subproductos.
Por las actividades de siembra y cosecha la demanda de gasoil más el transporte se demandarían en total de 511 millones de litros. “No solo se dinamiza la actividad agrícola, sino que también se traslada en forma directa e indirecta al resto de los sectores productores de bienes y servicios”, señala el especialista.
Gutiérrez Cabello ratifica que hay una “muy la baja incidencia” de las materias primas agrícolas en el precio final de los alimentos y, de manera particular, de la soja y sus derivados ya que el consumo interno de porotos de soja, excluyendo la molienda, es significativamente bajo como también de harina y pellets para alimento de animales y el aceite para transformar en biodiésel.
“La alícuota a la soja y la duración en el tiempo explica que los Derechos de Exportación responde más a una necesidad fiscal que atenuar el impacto del precio de esta materia prima en el precio de los alimentos básicos”, subraya.
Fuente: Diario La Nación
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