La inundación en Buenos Aires ya es la “más grave en 10 años” hay 5,8 millones de hectáreas afectadas y se perderían US$2000 millones

Las inundaciones y anegamientos en el centro bonaerense ya representan el fenómeno hídrico “más grande y grave de al menos los últimos diez años”, según la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), que hoy dio nuevos números contundentes sobre la magnitud de su impacto.

La inundación en Buenos Aires ya es la “más grave en 10 años” hay 5,8 millones de hectáreas afectadas y se perderían US$2000 millones

En medio de nuevas lluvias, los cinco millones de hectáreas que tenía comprometidos el agua hace unas semanas ahora son 5,8 millones de hectáreas. Además, se conoció una alerta de que si no se puede sembrar podrían registrarse pérdidas de ingresos el año que viene por US$2000 millones. La atención está puesta en la campaña de soja y de maíz, cuyo calendario de siembra está abierto.

Según cálculos realizados por la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) sobre imágenes satelitales tomadas entre el 11 y el 13 de noviembre pasado, en el desglose de la afectación total se registran aproximadamente 2 millones hectáreas inundadas/anegadas y casi 3,8 millones de hectáreas afectadas. El epicentro el drama es la Cuenca del Salado, una región de 17 millones de hectáreas.

En este contexto, Carbap aclaró la distinción de la “superficie afectada”, que son áreas que, “aun sin agua visible, no poseen condiciones mínimas para avanzar con las labores de siembra”.

La falta de posibilidades para trabajar se debe a la “falta de piso, caminos intransitables y ausencia total de accesibilidad para maquinaria”. En la práctica, los 5,8 millones “son hectáreas que quedaron fuera de producción”. Incluso donde el campo “parece seco”, las imágenes satelitales demuestran que “las condiciones del suelo hacen prácticamente imposible llevar adelante cualquier tarea agrícola”.

Comentaron que los partidos más golpeados incluyen a Bolívar, 9 de Julio, Pehuajó, 25 de Mayo, Lincoln, Carlos Casares y Las Flores. Estos municipios, que “vienen soportando el fenómeno desde hace tiempo”, representan más de 4,5 millones hectáreas, de las cuales “más de 1,1 millones están directamente bajo agua”.

Fue así que la entidad lanzó un duro informe que retoma “reclamos” que vienen planteando desde hace tiempo ante autoridades municipales, provinciales y nacionales. Para Carbap, este evento climático, que “por ahora no muestra señales de retroceder”, ha expuesto con crudeza las falencias en la infraestructura. La entidad fue categórica al señalar a los responsables: “Todos, sin excepción, cargan con una cuota de responsabilidad que ya no pueden esquivar”.

En diálogo con LA NACION, el secretario de Carbap, Pablo Ginestet, explicó que la situación de desastre ha ido acrecentándose: “Ahora prácticamente tenemos problemas desde la desembocadura [del Salado], en los partidos de Guido, hasta Lincoln y Viamonte; bien extendido en toda la cuenca del río Salado, con mayor o menor afectación según los lugares. Pero seguimos con el epicentro de las inundaciones en Carlos Casares, 9 de Julio, parte de Bolívar, Henderson, Pehuajó y Viamonte, y que se ha ido extendiendo. Lamentablemente, es un desastre lo que está pasando”.

Para Ginestet, este fenómeno climático es “el más grande y grave de al menos los últimos diez años”, principalmente por su duración. “Otras veces ha habido inundaciones. Por ejemplo, en 2012 hubo un evento muy grande y tan extendido en el tiempo como el de este año, pero fue más acotado en la zona”, dijo. Agregó: “Ahora es muy grande también a nivel provincial. Sacando 2012, todas las otras veces quizá eran eventos muy grandes que inundaban muchas hectáreas en otoño, pero ya hacia la salida de la primavera la situación se iba normalizando. Este año, en cambio, en la primavera la situación se agravó”.

“Hay muchísima agua en toda esta zona. Obviamente, no hay caminos y es imposible poder llevar adelante las tareas en los establecimientos y día a día que pasa se nos pasa la fecha de siembra y los campos siguen con agua. Hoy esperar que ese agua se vaya en lo que queda del año es prácticamente imposible”, agregó. Con una mirada esperanzadora, el dirigente dijo: “Ojalá mejore un poco para que, en aquellos lugares donde no hay agua, se pueda avanzar con alguna tarea, que se mejore algún camino para poder llegar con las maquinarias y se pueda trabajar. Pero realmente se avecina una situación muy preocupante”.

Más allá de eso, dijo que lo que la entidad propone un punto de partida: “Fijémonos un plazo, cinco años por delante, de acá al 2030. Compromiso de los tres niveles de gobierno: finalicemos las obras del Plan Salado, asignemos los recursos, porque no podemos seguir así. Ese es el desafío importante de todo esto”.

En este contexto, Leonardo De Benedictis, meteorólogo, señaló que, aunque la situación sigue difícil, las lluvias durante la segunda quincena de noviembre serían más acotadas y eso evitaría que se continúen ampliando las regiones hoy comprometidas. “Se va a mantener el problema”, dijo, y luego agregó: “No creo que se sigan ampliando las zonas afectadas”

Consideró que con mayores temperaturas también aumentará la tasa de evaporación. “Si bien semejante situación de inundación con la evaporación no alcanza, ayuda. Entonces, la situación no creo que se vaya a agravar, pero sí muy probablemente se va a ir manteniendo más allá de que las lluvias van a estar por debajo de los promedios en la segunda quincena de noviembre y el mes de diciembre. No creo que sea suficiente para resolver la situación hídrica de la provincia de Buenos Aires y, sobre todo, la Cuenca del Salado”.

Riesgo productivo

La crisis se da en un momento clave, ya que “la ventana de siembra de soja y maíz se cierra aceleradamente”. En este escenario afirmó que “la posibilidad de que una enorme superficie quede sin producir es cada vez más concreta”. Estimaron que “más de 1,5 millones hectáreas agrícolas tienen un riesgo muy alto de quedar improductivas este año”. Y enfatizaron que si esa superficie no se siembra, se generará una pérdida económica estimada en “alrededor de US$2000 millones que dejarían de ingresar al circuito económico en 2026”. Este cálculo se basa en una relación de siembra estándar de 60% soja y 40% maíz.

Este impacto, remarcaron, recaerá directamente “en los productores”, pero se sentirá también “en toda la cadena de pago que sostiene la vida económica de los pueblos: contratistas, transportistas, proveedores, talleres, comercios y pymes locales”.

El productor Federico Ortiz, quien realiza un 60% de agricultura y un 40% de ganadería en 9 de Julio, describió: “Prevemos que este año solo vamos a poder sembrar el 30% del total que hacemos. Las condiciones de siembra no son óptimas, principalmente por el tema de los caminos. Acá en nuestro campo hay un camino que bordea una parte del establecimiento y en esa calle hay más de un metro y medio de agua que corre, lo cual me da miedo, incluso teniendo caballos, para meterse". Agregó: “Estamos inundados. Lo que antes era productivo hoy está tomado por el agua”. Contó que producen soja, maíz y sorgo, además de moha para hacer rollos para el invierno. “Ojalá podamos hacer la moha, porque si no, no sé qué le vamos a dar a las vacas”, subrayó.

Diego Campión, productor de 25 de Mayo, también describió un duro escenario: “Todavía no pudimos sembrar una hectárea de la campaña gruesa [soja y maíz]”. La zona llegó a tener más del 80% del área bajo el agua en los peores días y, aunque el nivel bajó, el 60% sigue anegado.

En este contexto, Carbap subrayó que, si se suma “la pérdida acumulada de los últimos diez años, tiempo en que “el Plan del Salado ya debería estar terminado”, el costo de la inacción supera con creces el costo total de ejecutar las obras”.

Críticas

La entidad dijo que las responsabilidades son compartidas y que “ya no se admiten excusas”. En primer lugar, los intendentes, que “son responsables del mantenimiento de la red vial rural”. Para ello, indicaron que cobran la “tasa vial, crecientemente onerosa; las guías de traslado y; además reciben el 12% de la recaudación del Impuesto Inmobiliario Rural (Ley 13.010)”. Sin embargo, Carbap afirmó que “una parte significativa de esos fondos se desvía irregularmente hacia otros gastos, y la falta de mantenimiento estructural queda expuesta cada vez que los caminos colapsan”.

Para la entidad ruralista, los caminos rurales son “la base logística del sistema productivo”, ya que “el 90% de los alimentos inicia su recorrido en un camino de tierra”. Si esta red falla, “se disparan los costos logísticos, afectando tanto a productores como a consumidores”.

Por su parte, dijeron que la provincia de Buenos Aires tiene “un rol central y es, por jurisdicción, la responsable principal de ejecutar las obras del Plan Maestro del Río Salado”.

“Hace diez años deberían haber estado finalizadas las obras, pero hoy el avance apenas supera la mitad”, dijeron y agregaron que se trata de una “obligación directa de la provincia de Buenos Aires de llevar adelante estas obras hidráulicas estructurales, que son esenciales para mitigar inundaciones, acelerar los escurrimientos y reducir el tiempo de anegamiento”.

La entidad calificó como “inaceptable” la desproporción presupuestaria, ya que el presupuesto provincial 2026 propone un aumento del 100% en el impuesto inmobiliario (más de US$70 millones), pero solo destina “poco mas de US$4 millones al Plan Maestro”.

Finalmente, el gobierno nacional fue interpelado porque la cuenca es “estratégica”: “Allí se produce el 25% de los granos del país y se concentra el 28% del stock bovino nacional”. Solo de esta región, el Estado recauda “más de US$1000 millones anuales en retenciones, desde hace más de veinte años”.

A pesar de que existe el Fondo Hídrico de Infraestructura, alimentado por un impuesto específico sobre combustibles (Nafta y Gas) y creado “justamente para financiar obras de control de inundaciones, drenajes y mejoras hidráulicas en todo el país”, el presupuesto nacional 2026 “no asigna ni un peso para las obras del Salado”. Esta es “una omisión incomprensible y de un impacto económico gigantesco”.

Ultimátum

En el informe, Carbap exigió a los tres niveles de gobierno que asuman su responsabilidad y establece un “objetivo concreto, urgente e innegociable”. “Para el año 2030, las obras del Plan Maestro del Río Salado deben estar terminadas en su totalidad”.

La entidad aclaró que no se trata de “un eslogan ni de una expresión de deseo sino de una obligación moral, productiva y social”.

Frente al argumento de que “no hay plata”, la respuesta de los ruralistas es “simple y contundente: en esta cuenca sí hay plata: la generan los productores y la recaudan los tres niveles del Estado todos los años”. Carbap concluyó: “2030 no es una meta aspiracional. Es un límite. Es una obligación, las inundaciones no esperan y la producción no espera”.

Fuente: Diario La Nación 

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