Cambio de paradigma el fenómeno de pequeños y medianos productores con la última tecnología y la nueva joya del mercado
En el campo argentino se está dando un fenómeno que, hasta hace unos años, era menos habitual: cada vez más productores, medianos y pequeños, piden tecnología de avanzada y analizan la compra de maquinaria con criterios de productividad, retorno sobre inversión y eficiencia operativa
Lo que antes era típico de grandes contratistas o empresas agrícolas —evaluar funciones, medir consumos, comparar ciclos de vida de los equipos y buscar mejoras concretas en el trabajo diario— hoy se extendió a establecimientos más chicos. El fenómeno responde, por un lado, a un productor que se profesionalizó y pasó de renovar equipos “cuando toca” a evaluar cómo una máquina moderna mejora su negocio. Por otra parte, esto tiene que ver con un mercado donde las nuevas tecnologías dejaron de ser accesorios para convertirse en herramientas centrales de productividad.
Así lo describió Sergio Vera, director comercial de Case IH, en el lanzamiento que la marca realizó en la planta industrial en Ferreyra, Córdoba, donde presentó la nueva línea de cosechadoras Axial-Flow Serie 260 Automation. Con la llegada de esta máquina, en la firma dicen que hay “cambio de paradigma”, el cual se explica por la combinación de automatización, inteligencia artificial y conectividad total.
“Incluye inteligencia artificial, conectividad al extremo y todo lo relacionado con Automation, que es la toma de decisiones autónoma de la máquina”, señaló. Ese salto permite que el equipo regule parámetros en tiempo real, trabaje con menos posibilidad de error del operador y acelere el retorno sobre inversión. “Si uno se pone en los zapatos del productor, ve que la máquina mejora productividad con menor posibilidad de error del operador, y eso hace que el retorno sobre inversión llegue más rápido.” Para la empresa, esa nueva arquitectura tecnológica explica por qué “no es un restyling”, sino —en palabras del propio Vera— “uno de los lanzamientos más importantes de los últimos 10 años”.
La adopción de tecnología siempre fue más marcada en productores grandes, pero esa frontera se está rompiendo. “Antes solo los grandes productores y contratistas hacían cálculos de retorno sobre inversión y ciclo de vida del producto. Hoy productores medianos y pequeños, cada vez más profesionalizados, también lo hacen”, comentó.
Ese proceso, remarcó, se acelera por el asesoramiento que reciben los establecimientos de agrónomos, asesores y especialistas financieros que acompañan decisiones de inversión. Para Vera, el cambio de mentalidad es fundamental: “No tienen que pensar solo en ‘espero o no espero’, sino en cuándo es el momento. Si no hay avance tecnológico, cambiar no tiene sentido. Pero cuando sí lo hay, saben que deben corregir cuestiones de productividad que la maquinaria anterior ya no les brinda”.
Remarcó que se da un efecto contagio. “El que adopta más rápido es el que la mira, la analiza y ve cómo mejora. Y el que termina de convencerse es el que ve a un vecino o amigo usando la tecnología y ve los resultados”, agregó. Esto también se ve impulsado por el hecho de que la Argentina es, históricamente, uno de los mercados más rápidos en pedir innovaciones.
“El productor argentino es uno de los que más rápido quiere tener la tecnología. La pide: si se lanza algo en Estados Unidos o Europa, lo quiere inmediatamente”, sostuvo Vera. Al mismo tiempo, ese interés convive con un parque de maquinaria muy envejecido, que ya recorta productividad, pero también abre una oportunidad evidente: cuando aparece un salto tecnológico real, la necesidad de recambio es inmediata y el productor lo aprovecha rápido.
Dijo que ese interés también se refleja en la demanda. Según Vera, este año cerrará mejor que el anterior y el próximo será “un crecimiento pequeño o un año flat”. Pero, aún en ese escenario, sostiene que los lanzamientos son el verdadero disparador de las decisiones de compra. “Cuando aparece un equipo que cambia la productividad, la demanda se acelera”, afirmó. Lo vieron el año pasado con la Serie 160 —cuando muchos productores que no estaban en proceso de compra se interesaron de golpe por el salto tecnológico— y vuelve a repetirse ahora con la 260, indicaron.
Ese “cambio de paradigma” se materializa en la Axial-Flow Serie 260 Automation, fabricada en Córdoba. Rodrigo Lanciotti, gerente de Marketing, explicó que la nueva máquina marca un salto tecnológico dentro de la cosecha inteligente. Señaló que esta generación no implica un paso incremental, sino un cambio estructural basado en automatización real, conectividad total y toma de decisiones basada en datos. “La inteligencia artificial viene a acortar la brecha de capacitación y a poder generar resultados mucho más rápidos”, afirmó.
Uno de los avances centrales es la doble pantalla Pro 1200, que permite separar la operación del monitoreo de calidad. Según Lanciotti, este rediseño mejora la experiencia del operario y acelera la interpretación de datos en tiempo real. “La idea no es solo tener tecnología, sino dejarla de una forma simple para que pueda usarse”, dijo. También destacó la incorporación de Automation 2.0, que amplía el rango de cultivos regulables en forma automática y habilita que la máquina realice más del 90% de las regulaciones por sí misma.
La nueva serie avanza, además, en autonomía, conectividad y capacidad operativa. Remarcó que la máquina “puede tomar más de 1800 decisiones sola en regulaciones” durante una jornada de trabajo, y que la integración con FieldOps y los sistemas de comunicación máquina–máquina prepara el camino hacia funciones como la descarga autónoma. A eso se suman mejoras en confort, mantenimiento y eficiencia, que buscan convertir a la Serie 260 en un equipo más productivo, más simple de usar y con un retorno de inversión más rápido para el productor.
Fuente: Diario La Nación
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