Se invirtieron US$100 millones: ya se reciclan tres de cada cuatro envases vacíos de fitosanitarios y se transforman en caños e insumos energéticos
Tres de cada cuatro envases vacíos de fitosanitarios ya se derivan a reciclaje y abastecen así a más de 20 industrias. El dato surge del último balance que realizó la Fundación CampoLimpio, que en un encuentro con medios especializados señaló que desde 2019 a la fecha empresas como Bayer y BASF, entre otras
Esto se da mientras avanza la licitación para implementar en 2026 un nuevo sistema nacional de trazabilidad, hoy bajo obligación judicial para el Estado.
En los seis años que van desde que surgió CampoLimpio se rescataron 22 millones de kilos de plástico que se han transformado en caños para la minería, asfalto, e insumos energéticos. El programa tiene una red de 94 Centros de Almacenamiento Transitorio (CAT) que funcionan a lo largo y ancho del país: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Santiago del Estero manejan un mayor volumen de recuperación que superan el 50%, pero también alcanza a provincias como Tierra del Fuego; el último operador habilitado fue en Río Negro.
Según resaltaron María Julia Pisanu, directora de Campo Limpio, y Juan Manuel Medina, gerente de Relaciones Institucionales y Comunicación, a los medios, la devolución depende del "hábito voluntario del productor", pero todavía hay productores que devuelven envases una vez y después no vuelven a hacerlo.
Los ejecutivos mencionaron que este volumen posiciona al sistema argentino con el segundo crecimiento interanual más alto del mundo, solo detrás de China. En rigor, aclararon que la inversión acumulada ya supera los 100 millones de dólares, sustentando una red federal que une la producción agropecuaria con la economía circular. De esta forma, una parte importante del agro no solo recicla sus residuos, sino que abastece con materia prima a distintas industrias que promueven el desarrollo de las localidades.
“Cuando el productor entiende el rol y adopta el hábito, lo hace. Ahí es donde vemos que la educación y la comunicación son la columna vertebral del sistema”, detallaron. El éxito del sistema descansa sobre los hombros de los productores, quienes son los responsables primarios del lavado y la devolución de los envases vacíos.
El desafío hoy no es solo logístico, sino de hábitos de reciclaje de los consumidores. Para combatir las falencias en las devoluciones, la entidad realizó más de 400 capacitaciones en 2025 con la que buscan implementar que la devolución sea una “construcción de hábito y no solo una imposición legal”.
Actualmente, hay 25.000 CUITs adheridos al sistema. Sin embargo, desde CampoLimpio advirtieron sobre una “falta de internalización de la cultura de clasificación” a nivel nacional y en todos los ámbitos sociales.
Pero, dijeron, el sistema enfrenta una falencia estructural en su eslabón intermedio: los distribuidores. Según explicaron los ejecutivos, ni la ley 27.279 ni algunas normativas provinciales obligan a los distribuidores a recolectar los residuos, lo que genera un cuello de botella en la logística inversa que depende casi exclusivamente de la voluntad del productor de llevar el envase al CAT.
Es así que la deuda pendiente del Estado para 2026 es la trazabilidad, dado que mientras el recupero físico avanza -aumentó un 14% interanual en 2025-, el control digital de los envases sigue siendo una asignatura pendiente que se destrabará el próximo año.
Según señalaron, el Estado nacional está obligado judicialmente a implementar un sistema unificado de trazabilidad tras una sentencia favorable a favor de CampoLimpio. La licitación para este sistema se abrió en julio pasado con siete oferentes, y se prevé su ejecución total para 2026.
La paradoja es técnica, dado que la industria ya declara sus ventas anuales al Senasa y CampoLimpio desarrolló y entregó un software de trazabilidad a la cartera de Ambiente hace tres años. Sin embargo, la integración de ambos sistemas nunca se concretó. La puesta en marcha de esta herramienta será clave para cerrar el círculo, que posibilitará seguir el recorrido de cada bidón desde que sale de la fábrica hasta que vuelve convertido en un caño cloacal o cable para comunicación con fibra óptica, autopartes o caño de conducción de energía, es decir, a la economía real.
Solo en la provincia de Buenos Aires tienen 30 centros de almacenamiento. “En la provincia estamos por encima del 50%: uno de cada dos bidones vuelve. Ese dato con mayor vuelco y con un sistema preexistente, muestra que el engranaje funciona y el productor acompaña”, resumieron.
Fuente: Diario La Nación
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