UNA MALEZA MUY PROBLEMÁTICA

Las malezas vuelven a estar en las conversaciones diarias de técnicos y productores, y si hay alguna que hace punta en esto es la rama negra. Esta maleza, cuyo nombre científico es Conyza bonariensis , era típica de lotes con pasturas degradadas, ya que no tolera la remoción del suelo y encuentra allí su nicho ideal. Pero con la adopción de la siembra directa en el país esta situación pasó a ser la regla.

UNA MALEZA MUY PROBLEMÁTICA

Fue en 2008 cuando se empezó a hablar frecuentemente de ella porque se hacía presente cada vez en mayor cantidad de lotes y con niveles de importancia, pero circunscribiéndose al corazón de la pampa húmeda y con mucha incidencia también en Entre Ríos. A partir de entonces no ha detenido su crecimiento en superficie y en la presente campaña explotó en zonas que hasta el año pasado sólo se encontraba en manchones. Así, los técnicos y productores de Chaco, Santiago del Estero y hasta del sudeste bonaerense la empezaron a encontrar con gran densidad en sus lotes.

 

Conyza es una maleza latifoliada anual que, según la bibliografía, comienza a germinar a principios de otoño y finaliza a comienzos de primavera, con dos camadas marcadas, la primera en otoño y la segunda en primavera, siendo la primera la de mayor importancia. Sin embargo, los técnicos dicen que están encontrando nacimientos casi todo el año. Esto genera una complicación importante a la hora de elegir el mejor momento de control, porque no puede escogerse una fecha óptima y se requiere más de una aplicación, sumado al uso de herbicidas residuales para evitar nuevos nacimientos.

 

Esta elongación de su período de emergencia hizo que en esta campaña haya plantas chicas de rama negra en los cultivos de segunda, malezas que germinaron luego de finalizado el cultivo de invierno.

 

Si bien no se manifestó en el sudeste bonaerense, sí lo hizo más al norte, donde las temperaturas son mayores y los cultivos de invierno se cosechan anticipadamente.

Sin límites geográficos

Conyza no reconoce límites geográficos. Su semilla es extremadamente liviana y provista de un papus que le permite viajar cientos de kilómetros antes de caer al suelo. Esto le permite conquistar nuevos territorios y estar nuevamente presente en lotes que se han manejado de manera excelente en la campaña anterior.

 

Los cultivos de invierno, con seria tendencia a la disminución, ejercen un poder supresor muy importante sobre esta maleza. En lotes con trigo o cebada, las pocas plantas que sobreviven tienen un tamaño y cantidad de semillas considerablemente menor a los lotes mantenidos bajo barbecho químico.

 

Los años secos complican la situación. En un inicio, con otoños e inviernos secos, el crecimiento de las malezas es más lento pero sufren un proceso de rusticación que dificulta mucho su control químico posterior, sumado a que las condiciones de aplicación en esos casos tampoco son las óptimas. Posteriormente, con primaveras y veranos secos, los cultivos estivales demoran en cerrar el entresurco y la Rama negra sigue creciendo sin competencia.

 

La clave del manejo pasa por controlarla cuando la planta es chica, lo que requiere hacer monitoreos frecuentes y aplicaciones a tiempo. Entre dos cultivos sucesivos de verano, no alcanza con una única aplicación de barbecho, se necesita hacer una primera en otoño y otra en primavera, con herbicidas residuales acompañando al glifosato.

 

La situación se complica cuando la planta comienza a elongar el tallo, momento en que la cantidad de herramientas químicas disminuye y los tratamientos se encarecen y pierden efectividad. Una de las alternativas, aún a prueba, es la técnica del "doble golpe" que consiste en una primera aplicación de glifosato con hormonales y una segunda entre 5 y 10 días, con desecantes. La situación es aún más difícil si se siembra el cultivo de verano con plantas de rama negra vivas, quedando como únicas herramientas algunas triazolopirimidinas.

 

Es importante que las aplicaciones sean efectivas, porque las plantas sobrevivientes son considerablemente más difíciles de controlar en los posteriores tratamientos. El desmalezado tampoco es una buena alternativa, los rebrotes son prácticamente incontrolables para cualquier herbicida, y lo mismo sucede con las plantas que han sido cortadas por las cuchillas de la cosechadora. Se deben rotar los herbicidas para disminuir la probabilidad de generar resistencias.

 

Fuente: La Nacion, Cuenca Rural.

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