Las ineficiencias del proceso de producción afectan la competitividad de la carne vacuna (*)

Informe sobre producción ganadera elaborado por los Ing. Agr. Juan C. Elizalde y Sebastián L. Riffel para Sociedad Rural de Rosario.

Las ineficiencias del proceso de producción afectan la competitividad de la carne vacuna (*)

La ganadería vacuna argentina está cambiando permanentemente tanto en aspectos cuanti como cualitativos derivados de las condiciones bajos las cuales se desarrolla la actividad. Los cambios principales de esas condiciones consisten en la disminución de la superficie de la pasturas, aumento de la carga en recursos o sectores de menor aptitud forrajera, por ende, mayor incidencia de efectos climáticos adversos, del marco político, etc. Estos factores generan mayor inestabilidad productiva, aumenta los riesgos y en consecuencia, los costos de producción.  Además, la actividad ganadera se venía desarrollando bajo condiciones de elevada ineficiencia productiva.  Estas ineficiencias estaban enmascaradas durante mucho tiempo debido entre otras causas al bajo valor de alguno de los insumos básicos (costos de la tierra, mano de obra, valor del grano y subproductos, etc.).  Pero, los cambios operados derivados de la pérdida de tierras más productivas, los efectos climáticos, etc. han dejado al descubierto dichas ineficiencias históricamente frecuentes. A continuación se detallan algunas de las ineficiencias en el ciclo productivo de los vacunos de carne tanto a nivel del proceso ganadero global en general como en los procesos de recría y de engorde en particular.

Ineficiencias del proceso de cría

            El ciclo ganadero del vacuno es definido, en forma simplificada,  como el proceso de producción involucrado desde el inicio de la gestación del ternero hasta la faena de los machos castrados y de hembras de descarte y hasta el inicio de la gestación de las hembras de reposición. Desde el punto de vista del requerimiento alimenticio comprende:

a. La demanda energética de la madre durante todo el año (mantenimiento, gestación y lactancia de la cría al pie) y la de los padres del plantel.

b. La demanda de energía para el crecimiento y engorde de los terneros machos destetados y hasta el inicio de la gestación de la hembra destinada al  recambio de la población de madres.

Del total de dichos requerimientos alrededor del 70-80% es utilizado para mantener la población de padres (ítem a) y el resto (20-30%) de la energía demandada corresponde a la lactancia del terneros y a la recría y el engorde de dichos terneros (ítem b). La cría es una actividad biológica y energéticamente muy ineficiente porque se requiere de mucha energía para ser utilizada en el mantenimiento de la población de adultos, además de estar afectada por los índices reproductivos. La recría basa su eficiencia de conversión en la velocidad de crecimiento por encima del gasto de mantenimiento (a mayor ritmo de crecimiento, mayor eficiencia en el uso del alimento).

El porcentaje de los requerimientos globales de la cría o de la recría-engorde dependerá de la eficiencia productiva con que se realicen los respectivos procesos. Cuanto mas baja es la eficiencia reproductiva (baja preñez, un ternero cada dos años, etc.), mayor es el gasto de energía destinado a mantener  la población parental para lograr una producción de carne menor. Aún cuando la eficiencia productiva de la recría sea alta, el proceso global tendrá baja eficiencia global.

El principal componente de alimentación del ciclo ganadero es el forraje obtenido directamente en pastoreo y consumido para mantener la población parental, recriar y  engordar los machos y hembras de descarte (en el caso de la terminación a pasto) o recriar hembras para madres. En un ciclo productivo con preñeces mayores al 70% donde el macho que produce un rodeo es recriado a pasto y terminado a corral, más del 90 al 94% de la energía para el ciclo  es aportado por el forraje (fundamentalmente la cría y la recría).  En consecuencia, no más del 6 al 10% de la energía total es aportada por granos y subproductos (para terminar solo  los animales que se encierran en corral o para suplementar los que se terminan a campo). El bajo porcentaje de preñez/destete de los rodeos de cría en la Argentina (baja marcación de terneros) hace que la participación del forraje sea aún más elevada (mayor al 90%). Esto se debe, en parte, a que una mayor proporción del alimento consumido se destina a mantener una gran cantidad de animales no siempre productivos (Ej: una vaca pare casi cada dos años). Estos bajos índices reproductivos reducen aún más la eficiencia de uso del forraje, aumentando su requerimiento relativo por unidad producida de ternero. Así la cantidad de mega calorías invertidas para producir un kg de novillo terminado desde concepción hasta terminación es mayor cuando el rodeo de cría que lo concibe tiene baja eficiencia  reproductiva. Si a esto se le suma una pobre eficiencia de conversión del pasto en carne durante la recría y engorde a pasto (bajas ganancias diarias), la ineficiencia global del ciclo es peor aún.

            En la Argentina, el costo de producción del proceso de recría-engorde y el margen económico de la actividad se basaba en la utilización de alimentos baratos (pasturas de alta calidad, rastrojos, verdeos de invierno/verano), los que al no tener competencia con la agricultura de escala, se sembraban en superficies considerables. El avance de la agricultura de escala, reduce la superficie de pasturas y de verdeos anuales  con la consecuente disminución del aporte de alimentos considerados “baratos” al ciclo productivo.  Esta situación conduce a aumentar la dependencia del grano en reemplazo parcial o total de alimentos convencionales. La mayor incidencia del grano hace la actividad ganadera más dependiente de las variaciones del precio del grano determinada entre otras causas por sus usos alternativos de estos grano (Ej: etanol) o bien por especulaciones financieras de agentes que presionan en el mercado granario. En la actualidad, en el proceso de engorde intensivo existe una gran dependencia entre el precio del ternero, del precio del animal terminado y el precio del maíz (principal insumo energético). Pero, si bien la agricultura redujo el aporte de alimento llamado “barato” dicha disminución es importante sólo en el segmento del engorde que otrora se realizaba en pasturas de alta calidad. El aumento en la utilización del grano (y sus efectos sobre el costo de producción) tiene mayor incidencia económica en sistemas de producción donde las etapas pastoriles de cría y recría se hacen en forma ineficiente (pobre producción pastoril, bajos porcentajes de destete, bajos engordes en la recría). En efecto, las ineficiencias de la cría-recría limitan la oferta de terneros pueden distorsionar el precio del mismo además de sub-utilizar (por baja producción de terneros) recursos forrajeros que son escasos en forma coyuntural (sequías) y/o estructural (disminución de superficies, menor producción, etc.). Estas ineficiencias deterioran la relación de compra-venta y provocan que el costo del alimento (con participación creciente del grano) tenga, en consecuencia, una incidencia cada vez mayor. 

 

La disminución en la producción de recursos alimenticios puede traer como consecuencia que:

1.             El proceso de cría-recría-engorde se vaya fragmentando y ejecutando por distintas empresas. Esta división surge como consecuencia de relegar la actividad de cría a lugares no agrícolas y vender los terneros a otros productores o empresas que dispondrán de las pasturas donde antes se recriaba y engordaba en un proceso integrado. Si estos recriadores no disponen de recursos de terminación, los animales deberán ser encerrados a corral por cuenta de otras empresas. La excepción son aquellas empresas que continúan con el ciclo completo.

2.             El costo de los procesos productivos en ganadería sean más caros (mayor incidencia del grano y de sus precios), mayor cantidad de seguros (reservas, silajes, etc.) para amortiguar la variabilidad en la oferta forrajera en ambientes más comprometidos de producción (bajos, zonas marginales).

3.             La necesidad de que el proceso de producción de terneros sea lo más eficiente posible como para no incurrir en costos adicionales derivados de mantener una población poco productiva e ineficiente.

 

Los procesos eficientes de engorde (evaluados en términos de conversión) tienen como contrapartida procesos de cría-recría muy eficientes. Los casos más emblemáticos a nivel país,  son los de Estados Unidos y Canadá donde la industria del feedlot y de la recría se asienta sobre un proceso de cría de altos índices productivos. Si no fuera así el precio del producto terminado debería ser mayor y por ende menos competitivo con respecto a otras carnes sustitutas o a otros países exportadores de carne.

En el país, no será posible consolidar un proceso eficiente de recría-terminación (y más aún con mayor participación de granos) si previamente no se cuenta con una transformación importante de la actividad cría, hecho que no curre desde hace más de 50 años. Las ineficiencias de la baja marcación provocan que se necesite proporcionalmente más alimento para producir un kg de carne en Argentina que en otros países debido a:

a. Mantenimiento de animales improductivos en sector gestante sea por problemas sanitarios o de manejo (ej. servicio continuo).

b. Manejo inadecuado del alimento en términos de asignación de forraje  

c. Ausencia de cadena forrajera y de estrategias de consumo y/o manipulación de los gastos energéticos para mantenimiento y producción, deficiencias nutricionales, etc.

d. Altos costos de alimentación generados por reposiciones  muy lentas  (recría de la vaquillona a bajo ritmo de ganancia de peso)

 

Ineficiencias del proceso de recría-engorde

 

a)      Recría

Los procesos de recría han experimentado también un cambio alimenticio más o menos marcado dependiendo de las regiones geográficas en general y de los establecimientos o empresas en particular. En algunos casos, el ternero sigue siendo recriado en campos naturales (otrora utilizado con vacas) sin ningún cambio tecnológico donde experimenta restricciones nutricionales de diversa magnitud. En algunos casos se han realizado mejoras incipientes de la alimentación tales como la suplementación o el logro de alguna mejora forrajera a través del rejuvenecimiento y la fertilización  (promociones de invierno/verano, verdeos de invierno, pasturas megatérmicas, etc.) a los fines de reemplazar la producción de pasturas tradicionales.  Estos sistemas mejorados pueden tener estrategias de suplementación que van desde aquellas más racionales (suplementación controlada tanto en cantidad como en composición) o bien ofrecidos en forma no controlada e imprecisa en cuanto a su efectividad y resultados, por ejemplo, los autoconsumos de silajes.

Finalmente, en otras situaciones se han desarrollado sistemas de recría realizados exclusivamente a corral basados en la utilización de recursos conservados (silajes de maíz/sorgo/cebada entre otros) en raciones balanceadas que buscan maximizar el crecimiento (por ende la eficiencia de conversión) sin lograr altas deposiciones de grasa corporal. Diferentes análisis económicos indican que el costo operativo o variable es, en general, más bajo en los sistemas no mejorados (campos naturales sin suplementación ni recambio de especies, etc.). Sin embargo, el costo total del kg. producido no difiere en gran medida entre los sistemas “mejorados” de recría si en todos se incluye el costo del alquiler de la tierra. También se ha observado que aún cuando dos sistemas no tengan grandes diferencias en costos de producción, la tendencia es adoptar aquellas estrategias de alimentación más intensivas si el objetivo es también crecer  constantemente en escala productiva.

Como se comentó, las ineficiencias de la recría sobre todo en sistemas poco intensivos estaban enmascaradas al presente debido a que se producía en parte a pasto (llamado “barato”) y en donde no se considera el costo del alquiler de la tierra. Las relaciones de compra-venta o el aumento de otros costos (ej. Impuestos) hace que estos sistemas deban crecer en producción y renta. Otra parte de las ineficiencias de las recrías quedó enmascarada dado el ingreso al corral de terminación de animales livianos quienes no eran recriados por la falta de recursos en el campo o de manejo de los mismos, es decir, y del destete pasaban a engorde intensivo en un corral con dietas basadas en alto nivel de grano (terneros bolitas y ahora terneros “livianos”).

 

b)      Engorde

Durante los últimos años, el proceso de engorde ha cambiado desde una alta participación del pasto a una proporción creciente de terminación a corral. De los procesos de terminación de pasto, las ineficiencias productivas surgen porque la máxima producción de forraje junto con la máxima calidad del mismo (situación óptima) sólo es compatible durante 2 o 3 meses en el año, generalmente en primavera. En el resto del año, las ganancias de peso son, en promedio, menores que las primaverales y se logran  menores eficiencias de conversión del pasto en carne. Esto hace que el costo del kilogramo de carne producido sea tanto o más elevado que el de otros procesos de terminación que parecen más caros cuando se analizan sólo los costos variables.  La alternativa de corrección de dichas ineficiencias obtenidas a pasto pueden corregirse a través de la aproximación al consumo voluntario y/o cubrir los requerimientos para elevadas ganancias de peso a través de corregir deficiencias nutricionales o metabólicas (uso de aditivos, suplementación, etc.)

La terminación a corral también presenta muchas ineficiencias productivas derivadas del animal que ingresa, y del manejo y composición de la ración. Los desajustes y las ineficacias propias del engorde a corral de animales recriados fuera del corral pueden provenir de malas historias nutricionales y/o sanitarias previas al ingreso del corral (animales excesivamente flacos o excesivamente gordos).  

La terminación a corral ha ido cambiando en cuanto a la formulación de las raciones y lo irán haciendo a futuro conforme vayan apareciendo nuevos sub productos, desapareciendo otros y en la medida en que crecer en escala permita manejar mejor otros alimentos. Caso típico es el afrechillo de trigo que, frente a una demanda creciente para formular raciones, la oferta se mantiene constante desde hace más 10 años lo cual determina que el costo de la materia seca sea creciente y además con fuertes variaciones en la entrega. De ser el producto mas frecuente en los primeros encierres de la década pasada, hoy se hace necesario buscar otras alternativas dado que por su escasez y porque todos lo usan, ha dejado de ser barato.

La aparición de subproductos será determinante puesto que en la actualidad no sólo basta con disponer de maíz barato sino también de optimizar su uso. Hasta hace no mucho tiempo, el objetivo era incluir la máxima cantidad de maíz posible (90% o más de maíz combinado con algún núcleo proteico al 10%). En la actualidad dicha participación no siempre sería la de máxima inclusión sino la de optimizar su uso con otros subproductos o bien con otros ingredientes. La flexibilidad y la variación en el armado de las raciones permitirán mejorar la eficiencia de producción y su costo.

En cuanto a las ineficiencias de los procesos conjuntos de recría y terminación a corral podemos citar los derivados de circunstancias donde no se puede recriar y engordar al animal encerrado utilizando raciones específicas para cada caso. En este proceso conjunto de recría-engorde a corral se siguen aplicando estrategias erróneas que siguen maximizando el engorde por sobre el crecimiento terminando animales muy livianos con pesos cercanos a los mínimos de faena. Eso ocurre porque muchos corrales no tienen capacidad para producir alimento para recriar, o bien, porque no es negocio vender ración de recría.

Este es un gran desafío a futuro dado que en la etapa de recría-engorde, de hacerse de forma desordenada puede terminar en la principal ineficiencia alimenticia de la ganadería de engorde y en una limitación muy fuerte para producir animales más pesados que los requeridos por el peso mínimo de faena o bien con destino exportación.

Como conclusión, se deduce que cada proceso productivo debe reducir las ineficiencias que le competen, para mantener el costo por kg producido lo más bajo posible y de este modo, producir carne lo menos cara posible. De esta forma el valor del producto será competitivo tanto para exportar como para poder competir con carnes alternativas en el mercado interno.

 

(*) Material extraído del Curso de Recría y Engorde a Corral organizado por la Sociedad Rural de Rosario-Noviembre de 2012)

 

Ing. Agr. Juan C. Elizalde, Ph.D.

(jelizalde@arnet.com.ar)

 

Ing. Agr., M. Sci.  Sebastián L. Riffel

(sebastianriffel@hotmail.com)

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