“Son unos chorros”, ¿fin de la alianza entre gobierno y supermercados?

Denuncias por remarcar precios en góndola.

En medio del paro del campo, el gobierno nacional convalidó una histórica denuncia de los productores: la cadena de comercialización se queda con el grueso del negocio alimentico y por eso ocurre que en Argentina el productor cobra poco por la materia prima (carne, granos o leche) mientras que al consumidor le revienta el bolsillo cada vez que va a la góndola del supermercado.

“Hay algunos a los que se les va la mano con el lapicito”, dijo el ministro de Agricultura Norberto Yahuar, en alusión a los supermercados, a los que tildó de “chorros” porque existe un diferencial de precios entre lo que cobra un productor y el valor al que se vende su producto comercialmente. “Sólo tienen que poner una cajera”, disparó el ministro. Y un ejemplo que le ministro puso fue el lácteo: se compra en la industria a $2,5 o $3 y en la góndola del supermercado está $7,5.

Sus declaraciones fueron apoyadas por una de las cámaras que agrupa a las entidades chinas. "En algunos casos la rentabilidad es de más del 35% ", señaló Miguel Calvete, de la la Cámara de Autoservicios y Supermercados Propiedad de Residentes Chinos en la Argentina.

Por el contrario, y como era de esperarse, Fernando Aguirre, vocero de la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA), negó la acusación. “El análisis de Yahuar es una simplificación ya que un local tiene muchos gastos y “no es una cajera nada más”, dijo y enumeró: “Un supermercado tiene que tener un local, tiene que tener frío, tiene que tener luz y seguridad". Y según el análisis de la entidad supermercadista, la rentabilidad de las góndolas argentinas “son comparables a los de cualquier parte del mundo”.

A mano armada

Lo cierto es que la declaración de Yahuar podría ser puesta en boca de cualquier dirigente del agro, un sector que viene advirtiendo que los recurrentes problemas de las cadenas alimenticias no se solucionarán si queda todo en la negociación campo-industria y no se sientan en la mesa de negociación a los grandes supermercadistas.

Es más, CRA –una de las entidades de la Mesa de Enlace que está de paro- difundió a mediados del año pasado un informe que bien pudo haber leído Yahuar antes de disparar contra los supermercados.

En octubre pasado, según el estudio, la brecha de precios entre lo que reciben los productores agropecuarios por los alimentos que producen y lo que pagan finalmente los consumidores en las góndolas promedia un 1.368% para la gran mayoría de productos que componen la canasta básica alimenticia.

En frutas como la manzana, el durazno, la mandarina y la naranja la brecha de precios entre lo que percibe el productor y lo que paga el consumidor es de más de 450% superior, llegando en el caso de la mandarina a 1025%. En el caso de las hortalizas como la cebolla, el tomate y la lechuga la brecha de precios trepa hasta 698%.

Dentro de los productos lácteos, por el litro de leche el productor tambero recibe en promedio $1,50 mientras que en los supermercados el precio del litro sube hasta $5,60, es decir un 273% más. Finalmente, en arroz la brecha es aún más amplia y crece hasta el 400%, ya que el productor arrocero recibe por kilo $1,46 y el consumidor paga $7,5.

¿Pura política?

En pleno paro, la Mesa de Enlace no salió, al menos ayer, a resaltar el “triunfo discursivo” que significaron las declaraciones de Yahuar y prefirió seguir alimentando la retórica campo versus gobierno. Más allá de que las capacidades dirigenciales constructivas del agro sean puestas en duda por repetidas actitudes sesgadas como esas, también es cierto que las declaraciones de un Ministro de Agricultura no dan para entusiasmarse mucho.

Es que Yahuar no está en la mesa chica de la conducción económica, cónclave al que asisten, entre no muchos más, el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el viceministro de Economía, Axel Kicilof y el tiular de la Afip, Ricardo Echegaray. Es por eso que lo que diga Yahuar, que además se está posicionando en los medios como candidato a diputado nacional, suena más a una declaración de propaganda que a un cambio de rumbo del gobierno. Y por eso está bien que la Mesa de Enlace no se entusiasme mucho esperando un cambio.

En rigor, Kiciliof siempre tuvo el ojo puesto en el tema de los formadores de precios, tanto en la industria como en el campo, y por eso su gente estudia los números finos de cada compañía, incluso pidiendo datos reservados y confidenciales a organismos estatales, una gestión que pone los pelos de punta a las empresas.

Al viceministro le interesa atacar el tema de la inflación por el lado de desmantelar los monopolios, los oligopolios o, como en el caso de los supermercados los monopsonios (funcionan como un oligopolio, pero en este caso, para las compras, ya que cualquier empresa que quiera tener una fuerte presencia en el mercado debe caer inevitablemente en ellas, por eso se terminan convirtiendo en las formadoras de precios).

Pero lo cierto es que todavía no movió o pudo mover fichas en este espinoso tema, ya que los grandes supermercados, como en los noventa, concentran el 60% de la venta minorista de alimentos.

Por el contrario, y más apegado a su visión peronista clásica de la economía planificada, Moreno prefiere y se siente a gusto sentándose a discutir (a las patadas) con tres o cuatro formadores de precios antes que meterse a ver situaciones de falta de competencia generando así todo lo contrario a lo que impulsa el ala más progresista de Kicilof. Es más, la política de Moreno, por caso en los negocios cerealistas, fue (por más que no quisiera) a pedir de los grandes grupos concentrados a los que puede sentar en una mesa.

"Yo te conozco"

En 2005, y cuando la inflación comenzaba a levantar cabeza, fue Néstor Kirchner quien puso en caja a los supermercados. “Coto, yo lo conozco”, disparó el por entonces presidente al dueño de Coto, Alfredo Coto, quien había deslizado algunas alertas amarillas sobre disparadas de precios en el marco de un coloquio de Idea.

Tras el reto presidencial, Coto se fue a “cuarteles de invierno” y nunca más asomó la cabeza. Los grandes del negocio también se cuadraron y siempre, favorecidos por el gobierno que los puso en una caja de cristal, vieron como espectadores y no como actores centrales que lo son las disputas por la inflación o las peleas de precios hacia el interior de las cadenas lácteas y ganaderas entre productores e industriales alimenticios. Es que la cajas registradoras de los supermercados, con mucho dinero en efectivo todos los días, son gran instrumento de financiamiento para todos y todas.

El gobierno empezó a apretar los tornillos sobre las grandes cadenas un poco el año pasado cuando, con la inflación ya desbocada, empezó con las listas de precios máximos y hasta anunció este año la salida de la Super Card, que todavía está en veremos y que, si bien afecta a los super con financiera propia, le pega más a las emisoras bancarias de los plásticos más importantes. Es más, lo que sí logró que le las tarjetas le bajen comisiones a los grandes comercios.

No en vano los grandes supermercados también aceptaron sin chistar la orden no escrita de Moreno de dejar de publicar millonarios avisos en las páginas de los diarios opositores Clarín y Nación. Y recién cuando la pauta comercial de sector despareció, ambos matutinos empezar a sacar del freezer las investigaciones periodísticas sobre las abultadas diferencias de precios entre lo producido en el campo y lo elaborado por la industria con el precio de góndola que paga el consumidor. Una cobertura mediática que cerraba el escudo de protección que ya tenían con el gobierno nacional.

Lo cierto es que hasta ahora, la presidenta Cristina Fernández se inclinó por el “método Moreno” y no por las rectas de Axel para combatir la inflación. Y es por eso que las políticas se reducen a negociaciones y aprietes a los grandes formadores de precios con, hasta ahora, no muy buenos resultados. Y si bien las declaraciones de Yahuar entusiasman a quienes insisten que hay que poner la lupa en el remarque que hay desde la bodega del súper que recibe la mercadería de la fábrica a la góndola, por ahora tienen sabor a poco y habrá que esperar para ver si realmente marcan un cambio de rumbo en la estrategia oficial.

Fuente: Mariano Galíndez, Punto Biz.