La hacienda, de las islas al feedlot
A las corridas. Se estima que hay más de 1,5 millones de cabezas en las islas y zonas bajas de Santa Fe y Entre Ríos.
La crecida del Paraná está obligando a sacar miles de cabezas de una región que se convirtió en una gran productora ganadera: las islas de todo el Litoral. Así, crece fuerte la demanda de servicios de hotelería en los corrales.
Distintos eslabones de la cadena ganadera ya están sufriendo las consecuencias de las inundaciones en el Litoral y la crecida de los niveles del Paraná incluso en su tramo final sobre la provincia de Buenos Aires. Los que están viendo el impacto van desde los criadores e invernadores de la zona de islas hasta los feedlots que están más alejados.
El informe que dio a conocer esta semana la Cámara Argentina de Feedlots da cuenta de una parte concreta de esa situación, y lo deja en claro con números.
A principios de junio, los corrales de los socios de la cámara tenían un 57 % de ocupación. El llenado se venía realizando de acuerdo a lo esperado, pero durante el pasado mes comenzó a quedar en claro un nuevo factor que afectaría la dinámica de llenado: la crecida del Paraná.
"La necesaria desocupación de las islas ya está generando una afluencia a los corrales que no estaba en los pronósticos. Gran cantidad de consultas han llegado en los últimos días a los feedlots que se dedican a brindar servicio de hotelería a terceros, con el objeto de ir reservando lugar para los novillos que deben salir de las islas en los próximos días", dice concretamente el informe.
Los feedloteros sostienen que habrá que esperar a las próximas semanas para ver qué nivel de ocupación les demanda este nuevo fenómeno, pero sin dudas será un factor a tener en cuenta a la hora de analizar el mercado ganadero para el segundo semestre del año, que está comenzando.
Más allá de las consecuencias de esta difícil coyuntura climática, el sector del engorde a corral dijo que tiene una fuerte preocupación por la cantidad de animales que ingresan a faena con peso por debajo de lo permitido (el mínimo debería ser de 300 kilos). "Eso afecta la rentabilidad de toda la cadena", dice el informe.
El engordador que cumple con las normas ve cómo se lo castiga en el precio final del gordo, porque el mercado premia la categoría que está por debajo de los 300 kilos, aunque no esté permitida.
Las consecuencias no serán solo para el feedlotero, dice la cámara. También el criador sufrirá el impacto, ya que la pérdida de margen de ganancia en el engorde repercutirá en el precio que recibe el criador por los animales que vende para invernada.
La industria, por su lado, faena menos kilos con el mismo costo.
"Es todo un ciclo negativo para la cadena; y al final del día el país se encuentra con un stock nacional menos productivo: con las mismas cabezas, menos producción de carne", resume el informe, que plantea también otros desafíos del corto plazo para el sector: lograr la apertura sin aranceles del mercado europeo para carne de feedlot (la llamada Cuota 481) y de EE.UU. y Corea para todo tipo de carnes.
Fuente: Clarín, Cuenca Rural.