Gobierno pretende no mostrar intervención

Falta de confianza, de conocimiento, de consenso y sobre todo de políticas atinadas son las que no dan sustento a la producción en tiempos de crisis y subas de costos. Liberar las exportaciones podría ser el primer paso que dé el Gobierno para dejar de intervenir, por primera vez desde 2005, el mercado de carnes, aunque la cosa no es tan sencilla.

Gobierno pretende no mostrar intervención

Falta de confianza, de conocimiento, de consenso y sobre todo de políticas atinadas son las que no dan sustento a la producción en tiempos de crisis y subas de costos.  Liberar las exportaciones podría ser el primer paso que dé el Gobierno para dejar de intervenir, por primera vez desde 2005, el mercado de carnes, aunque la cosa no es tan sencilla.

La inflación, la suba de costos, los vericuetos de las ventas hacen que esta cadena productiva tenga, una vez más, un panorama complejo por delante.

Hubo en las últimas horas una reunión que emula aquellos encuentros de “la escuelita de los viernes” de Guillermo Moreno. Allí la industria frigorífica se encontró con su sucesor, Augusto Costa, quien pidió bajar los precios de la hacienda en pie y sostenerlos, para que los consumidores perciban la reducción, mientras que así el Gobierno podría otorgar el beneficio de liberar los permisos de exportación.

Mientras la industria (JBS, Bancalari, Friar, Gorina, Ecocarnes, Exportaciones Agroindustriales-Carnes Pampeanas, La Anónima y Arre Beef, según trascendió) elabora la respuesta para mañana, ya deben ir planificando también el modo de abastecer de manera más importante con cortes parrilleros como asado, vacío y matambre, para poder ampliar de cierta manera el programa "Precios Cuidados".

“No intervenir, ese es el punto, pero detrás de esto debe venir la oportunidad de crecer, no de achicarse para muchos. Pero estos mensajes tienen que darse por igual a todos los sectores de la economía, mientras que el gobierno tiene que ser creíbles”. Así entiende esta movida política el Dr. Cristian Bianchi, que sin dudar llama a que “en serio se defina un programa de ganados y carnes que incluya a todos los sectores, sin dejar de lado a los consumidores, ese es el único camino, no es otro, pero para eso hace falta voluntad política y conocimiento, además de convocatoria para todos los actores de la cadena”.

Pero la cosa no va a ser tan fácil, porque no lo fue hasta el momento.

LEJOS DE LA RECONSTRUCCION

Bianchi no duda en definir este momento. “Hemos entrado en una etapa de turbulencia”.

“Después de una gran pelea que hemos tenido, cuando para 2010 y 2011 habíamos empezado a reconstruir parte de lo perdido, con cierto freno a la liquidación de vientres”, sostiene Bianchi, cuando se supera el 40 por ciento de la composición de los animales de ese sexo destinados a frigoríficos. Aquí coincide con la mirada de Celso Alessiatto, de Hacendados de Rafaela, cuando compara los precios actuales de entre 13 y 16 pesos el novillo, con los de hace tres o cuatro años atrás.

“Esa mejora sustancial que había ocurrido con los precios, terminó cuando empezó a crecer la inflación y así se fueron deteriorando los recursos del productor, a la que se debe sumar el manoseo y la intervención permanente del Estado, de forma arbitraria, sobre los actores de la cadena”.

El especialista habla de su comprensión sobre la intervención que se puede dar a la vista de todos, pero no “extorsionar a los actores de la cadena”, como era el método de sometimiento de Moreno que se traducía en las grandes baratas de carne, que eran lotes de materia prima que se le daban al estado a precios irrisorios, para que sean comercializados de manera no habitual en programas para el consumo que no tuvieron la repercusión inicialmente pensada.

Pero el control constante no cae nunca lejos de la falta de éxito, en cualquiera de los sentidos y en la carne las muestras están a la vista.

“Desde 2007 no dejamos de perder mercados, incluso en los termoprocesados, en las conservas, que estuvieron prohibidas durante un tiempo, por lo tanto esto abrió un mercado alternativo para pocos actores de la cadena”.

La cuenta que hay que hacer es que el argentino gusta del consumo de carne de vaca, por eso siempre se intenta mantener en la dieta una gran proporción, que hoy llega a los 64 kilos por habitante anualmente, con medias reses de hasta 110 kilos, que precisan al menos 30 kilos más de carne con hueso para hacerlo llegar al consumo y de esta manera, poder complementar de una mejor manera al consumo interno con la exportación, sin superponer intereses.

“Tendríamos que usar la misma matriz de hace casi 50 años, donde el mercado interno que es demandante por naturaleza se pudo vincular a la exportación ya que es lo que en definitiva le terminó dando al país una gran fortaleza, que incluso sirve para el reconocimiento de los productos”. Bianchi entiende que en estos últimos años se perdieron más de 15 mil puestos de trabajo, dejando en el camino a más de 60 mil productores que abandonaron las explotaciones, favoreciendo a los más grandes con la concentración productiva, como siempre sucede. “Nada de esto va a poder revertir la pérdida de 12 millones de cabezas, que se suponía que debía sumar en 2013 más de un millón de animales, quedó en la nada ante este incremento de costos, en la que la hectárea de pasturas cuesta unos 500 dólares, que no son inversiones que se hagan con confianza, sino que se disponen a los vaivenes de la naturaleza y la política”.

El asesor del IPCVA llama a “entender que en el negocio de la carne tienen que estar integrados todos los actores de la cadena, donde los productores en este esquema son tomadores de precios y no formadores, porque cuando tiene terminado el peso del animal tiene que salir a vender, igual cuando llegan las inundaciones o cuando ya no tiene con qué alimentarlos”.

Claramente, “en esto no hay especuladores, sino productores que exponen su capital, su campo, a partir del cual hay un sinnúmero de actores que dependen de él y pueden romper los eslabones productivos”.

El desánimo es mucho, hay algunos “en retirada”, que van reduciendo sus stocks, a pesar de tener muchas condiciones para poder agregar valor a través de subir el peso de faena e incluso quitando las trabas para el comercio exterior que hoy sólo representa el nueve por ciento, que es mucho menos de la mitad del máximo conseguido en otros momentos, mientras nuestros vecinos de Uruguay en estos tiempos supieron abrir más de cien mercados, sin descuidar al consumo interno, pero siempre de la mano del entendimiento que la ganadería es una parte esencial de la política agropecuaria y eso conforma la estructura económica nacional.

Fuente: Cristian Bianchi  |  Diario La Opinión (Rafaela)

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