La recría, con alto potencial para crecer en zonas semiáridas

Un grupo de expertos coincidió en Mendoza que tanto la recría como el engorde tienen muchas herramientas disponibles incluso en las zonas semiáridas. Cinco años después de la dramática crisis que le hizo perder diez millones de cabezas, la ganadería argentina vislumbra un horizonte completamente diferente y aprovecha la madurez que brindan las lecciones aprendidas.

La recría, con alto potencial para crecer en zonas semiáridas

Un grupo de expertos coincidió en Mendoza que tanto la recría como el engorde tienen muchas herramientas disponibles incluso en las zonas semiáridas.

Cinco años después de la dramática crisis que le hizo perder diez millones de cabezas, la ganadería argentina vislumbra un horizonte completamente diferente y aprovecha la madurez que brindan las lecciones aprendidas. En ese contexto, incluso las regiones con campos marginales se animan a apostar al crecimiento, y para eso es clave el conocimiento del ambiente y los recursos.

“En una jaula de novillos pueden viajar entre 400 y 600 millones de litros de agua según el manejo que se haga, y el efecto que eso genera es muy diferente en cada ambiente”, explicó Alberto Quiroga, técnico del INTA Anguil, durante un seminario organizado la semana pasada en San Carlos, Mendoza, por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA).

Durante su disertación, Quiroga puso el foco en la producción en zonas semiáridas y remarcó que la naturaleza siempre ofrece herramientas adecuadas a cada realidad, pero que hay que saber aprovecharlas. “Siempre alguna de las especies presentes en las zonas semiáridas se va a destacar según la época en la que llueva. A la naturaleza no le importa cuándo caerá el agua, porque hay especies con raíces más largas o más cortas, y alguna crecerá en cada circunstancia. Para cada kilo de materia seca que hay en la superficie hay otros seis kilos de raíces”, detalló el técnico.

La estructura del suelo, aseguró, tiene naturalmente los recursos para hidratarse y nutrirse correctamente, pero para no degradar esa estructura y cuidar la productividad se deben seguir algunos fundamentos. “El sobrepastoreo y la falta de cobertura pueden reducir los poros del suelo; por eso es importante la planificación forrajera teniendo en cuenta la demanda, la oferta y la estructura disponible”, afirmó Quiroga. Y recomendó la utilización en zonas semiáridas de especies como el pasto llorón, panicum y digitaria, que tienen raíces largas y mayor capacidad de uso del agua. Además, mencionó herramientas de conservación como el pastoreo rotativo, la intersiembra, la fertilización y el rolado.

Por su parte, el asesor privado Juan Elizalde aportó datos para plantear la recría y el engorde de animales en campos aptos para la siembra de alfalfa y maíz, como los que son regados por el deshielo de la cordillera en el sur mendocino. “Una hectárea de alfalfa puede producir 15 toneladas de materia seca y recibir hasta nueve cabezas, mientras que una hectárea de maíz para silo puede dar 15 toneladas de materia seca y soportar quince cabezas”, detalló. Luego añadió: “Siempre es conveniente usar ambos recursos porque se suplementan bien nutricionalmente, la alfalfa brinda la proteína que el maíz no aporta. Estos sistemas requieren mayor planificación y control”. Elizalde dijo que un buen sistema en la región sería tener 0,3 hectáreas de pastura cada 0,7 hectáreas de maíz silero, y mantener una carga aproximada de 12,5 cabezas por hectárea.

A su turno, Fabio Tacchini, de la Universidad de Cuyo, habló de las posibilidades que presentan los subproductos de la agroindustria de esa región para ser complementados con la ganadería. El orujo de tomate, por ejemplo, contiene un 17% de proteína y puede ser suministrado como alimento a razón de tres kilos diarios por animal, pero al igual que el orujo de uva, la chala de ajo y el capote de almendra, tiene algunos inconvenientes logísticos. “Son alternativas, pero tienen dificultades de conservación, altos costos de fletes, baja digestibilidad… aun quedan problemas por resolver. Además, más allá de la calidad nutricional se debe pensar en la calidad final de la carne”, explicó el especialista.

Sobre el final, el analista del mercado de carnes Jorge Torelli aseguró que todo lo que se produzca va a ser absorbido por el mercado, y que en ese escenario es importante pensar en un aumento de la producción. “Podemos aumentar cuarenta kilos el peso de faena, lograr mayor producción y mayor saldo exportable -dijo-. El mercado internacional es muy volátil, pero los precios de la carne son los únicos que se mantienen en alza”. Con este mensaje, la recría toma impulso en todas las regiones.

Fuente: Clarín Rural

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