LA COLZA, UNA ALTERNATIVA VÁLIDA PARA EL INVIERNO.
Es una oleaginosa que incluida en la rotación puede contribuir a la estabilidad del sistema de producción. Fecha de siembra, fertilización y control de malezas son los tres elementos clave a tener en cuenta en este cultivo.
A nivel mundial, traccionada por la industria del biodiesel, es la segunda oleaginosa en importancia --por arriba incluso del girasol--, pero en la Argentina --y en Entre Ríos, sobre todo-- se trata de un cultivo sin tradición, a pesar de que presenta algunas características que la convierten en una alternativa interesante.
La colza, a ella nos referimos, es una oleaginosa invernal que incluida en la rotación puede contribuir a la estabilidad del sistema por sus ventajas agronómicas y económicas.
En tiempos en los que comercializar trigo --el gran competidor de la colza-- se ha vuelto una misión casi imposible, Brassica Napus, tal el nombre científico de la oleaginosa, puede ser una opción para los productores entrerrianos.
Fecha de siembra, fertilización y control de malezas son los tres elementos clave a tener en cuenta en este cultivo no tan barato de hacer pero atractivo si se obtienen buenos rendimientos, que se alcanzan cuando se siguen las pautas de manejo recomendadas.
Desde el punto de vista sanitario, además, la colza no presenta --al menos por ahora-- las complicaciones del trigo.
La fecha de implantación óptima de colza en Entre Ríos se extiende desde el comienzo de abril hasta principios de mayo, aunque variedades de ciclos cortos se pueden sembrar a mediados de este mes con el riesgo, claro, de lograr menores rendimientos.
El ingeniero agrónomo Leonardo Coll, técnico del INTA Paraná, en este sentido, explicó que “si se siembra tarde una variedad de ciclo largo se retrasa el período crítico, la floración --donde se determina el rendimiento--, hacia la primavera, con temperaturas más elevadas, por lo que se corre el riesgo de que las flores aborten y no produzcan vainas, o que el grano quede más liviano, o que el contenido de aceite sea menor”.
Por eso, remarcó, “es conveniente posicionar el período crítico lo antes posible”, ya que las heladas tardías no son tan perjudiciales como para el trigo.
Si se siembra en fecha óptima, la cosecha se realiza a fines de octubre o principios de noviembre. Es decir, “la colza le gana en unos 15 días a la cosecha de trigo, lo cual permite hacer una soja de segunda casi en época de primera”, destacó Coll.
La colza, precisó el profesional, “se siembra a chorrillo con una máquina de granos finos, a 17/20 centímetros entre hileras, y con una densidad de aproximadamente 6 kilos de semillas por hectárea con el objetivo de lograr entre 60 y 80 plantas por metro cuadrado”.
De todas formas, el cultivo “es bastante plástico para producir altos rendimientos aun con densidades menores a las óptimas, siempre y cuando la nutrición sea la adecuada”, ya que la colza es un cultivo altamente demandante de azufre --y también de nitrógeno-- y en Entre Ríos “tiene alta respuesta a la fertilización azufrada”.
En la implantación hay que tener cuidados por el pequeño tamaño de la semilla. “Hay que sembrar a baja velocidad y poca profundidad --alrededor de 2 centímetros-- en un suelo con buen contenido de humedad”, subrayó.
Si bien ya estamos sobre el final de la fecha óptima, hay tiempo para sembrar hasta fines de mayo. “El problema de sembrar tarde, sobre suelos fríos, es que la homogeneidad de emergencia del cultivo es menor. Va naciendo por camadas y, tal vez, entre la primera y segunda planta transcurran 15 días. Esa diferencia se va a trasladar al momento de la cosecha. Y trillar lotes de madurez despareja genera mayores pérdidas”, consignó Coll.
A propósito, la colza se puede cosechar en pie o con corte e hilerado previo.
“Para hacer el corte e hilerado y no perder rendimiento lo que hay que saber es identificar bien el momento de madurez fisiológica del cultivo. Básicamente --explicó Coll-- eso se identifica en la rama principal de la planta, viendo el color de los frutos”, llamados silicuas.
“Cuando van pasando del verde al verde-amarillento y tienen granos en la punta que pueden ser rodados en las yemas de los dedos, mientras en el medio el color ya está virando de verde a marrón, y en la parte basal ya está marrón oscuro o negro, es el momento a partir del cual se puede cortar el cultivo, hilerarlo, y ponerlo a secar sin perder rendimiento”, precisó.
Una vez cortado y, al cabo de cuatro a siete días, ya se puede cosechar con una cosechadora con recolector para andana, o bien con un cabezal triguero tradicional.
La otra opción es hacer la recolección en planta, en pie, pero “para eso necesitamos esperar hasta que las silicuas alcancen un color parduzco, pajizo, y los granos estén marrón oscuro o negro”.
Coll, por último, señaló la importancia de “no empezar a cosechar con menos de 15 ó 16 % de humedad” porque si no las pérdidas “se disparan”. “Cuando el cultivo está muy seco, las silicuas se abren y el grano se cae”, remarcó.
Fuente: Cadena 3.