EL CAMPO ARGENTINO, MOTOR ECONÓMICO DE DOS SIGLOS.

Desde 1880, el sector rural ha sido el sostén de la economía argentina. En 2009 el país exportó casi 59 millones de toneladas en alimentos y bebidas y, a pesar de las trabas importadoras y altas retenciones, la soja y sus derivados ocupan el primer lugar en las ventas externas de productos nacionales. Además, la Argentina tiene unas 50 millones de cabezas bovinas, pero en los últimos tres años perdió 8 millones por la sequía y la falta de un plan ganadero nacional.

El agro argentino pivoteó una cascada de adelantos durante los dos últimos siglos y el Bicentenario lo encuentra en la búsqueda de definiciones políticas para cumplir con su destino de productor de alimentos para el mundo.
 
Monserrat Llairó, magíster en historia económica argentina, observó que el sector primario, primero el ganadero y luego el agropecuario, en su conjunto, a partir de 1880, ha venido siendo el motor de la economía nacional.
 
La importancia de las exportaciones de alimentos nunca disminuyó, siempre representaron dentro de la economía nacional una de las principales fuentes de provisión de divisas.
 
El agro siempre encontró coyunturas con desafíos por sortear. En estos momentos, a pesar de las trabas importadoras chinas y altas retenciones del 35 %, la soja y sus derivados -pellets, harina y aceite- ocupan el primer lugar en las ventas externas de productos nacionales. A nivel mundial, Argentina es el tercer productor de esta oleaginosa, después de Estados Unidos y Brasil. A su vez, el organismo internacional FAO destacó que en 2007 Argentina ocupó el primer lugar como exportador de aceite y pellets de soja, miel, jugo concentrado de limón y residuos vegetales; y el país es el segundo exportador mundial de maíz, aceite de girasol, pera, preparados y aceite de maní y yerba mate. Desde los tiempos de la Colonia se exporta sebo (grasa vacuna) y hoy Argentina ocupa el décimo tercer lugar entre los países del mundo.
 
Para tener una idea del vigor argentino como productor de alimentos, basta saber que en 2009 exportó casi 59 millones de toneladas en alimentos y bebidas por un valor de 27.832 millones de dólares. La carne bovina ocupó el cuarto sitio con 1.671 millones de dólares.
Expansión
 
El crecimiento fue una constante que le dio identidad al agro argentino, con saltos enormes. De este modo dio un paso gigante de un siglo a otro cuando entre 1870 y 1915 pasó de 200 mil a 12 millones de hectáreas sembradas, lo que hizo llamar a la Argentina como "el granero del mundo".
 
En 1905, Argentina fue el primer exportador mundial de maíz y en 1907 el máximo vendedor de trigo al mundo. Durante el siglo XX, las transformaciones tecnológicas cambiaron la visión de los productores, que en sólo 22 años (de 1962 a 1984) llevaron la superficie destinada a la agricultura a un incremento del 30 por ciento, hasta el presente donde se cultivan alrededor de 32 millones de hectáreas, casi un tercio del territorio nacional.
 
En la estructura productiva, la reasignación de la tierra es un proceso dinámico que perjudica a algunos y favorece a otros sectores. Actualmente existe un fuerte proceso de concentración a manos de grandes productores, pooles y grupos de siembra argentinos y extranjeros.
 
A raíz de la agricultura, el valor de la hectárea comenzó una carrera en alza durante la última década y alcanzó los 15 mil dólares en la zona núcleo maicera mientras la rentabilidad se hizo difícil de conseguir.
 
El campo se despobló también por la alta mecanización que ocupa una persona cada 500 hectáreas de soja y debido a la carencia de incentivos para la vida rural. Según los datos del Censo Nacional Agropecuario, en 1988 había 421.221 productores y en 14 años descendió a 317.816, es decir el 24,5 % menos. Mientras que el último conteo reflejó que en sólo siete años desaparecieron 60 mil productores.
 
Uno de los cambios que se perciben en el Bicentenario es el éxodo de la ganadería que se expande hacia áreas antes marginales por lo que el noroeste concentra el 10 % del stock ganadero luego de que la región pampeana liquidó animales, proceso que según Daniel Rearte, del INTA, ahora se "está revirtiendo". La Argentina tiene unas 50 millones de cabezas bovinas y en los últimos tres años perdió 8 millones por la sequía y la falta de un plan ganadero nacional.
 
Mientras la ganadería cede espacio a la agricultura, el proceso de afianzamiento del monocultivo de soja, la "sojización" ha crecido hasta copar en la presente campaña 19 millones de hectáreas contra la caída del trigo, que tuvo en 2009-2010 el peor ciclo en 100 años.
Sin rotación en los campos y con una alta extracción de nutrientes que no son repuestos por la desventajosa relación costo-insumo (fertilizante), los técnicos de 2010 están preocupados por la sanidad del recurso suelo, una degradación que por ahora es irreversible.
 
La riqueza ganadera
 
La Revolución de Mayo se encontró con la explosión de cientos y miles de animales que pastaban sin dueño, ya que durante siglos, desde fueron introducidos por los españoles, vacas y caballos se reprodujeron solos en la pradera pampeana. Así se forjó la riqueza ganadera argentina.
 
"No existe en el mundo cosa igual, si miramos el hemisferio descubrimos agua y sólo un poco de tierra, ahí está la pradera argentina templada y de buenos pastos y como excepción un trozo de Australia y Nueva Zelanda", explicó el criador Carlos Dowdall. Era una época en la que dominaban las vaquerías, la caza del ganado cimarrón para obtener cuero y sebo que enviaban a España.
 
En 1730, el Cabildo autorizó la primera marca a fuego a un particular y como no existía el alambrado que ingresará con Jorge Newton recién 1845 para terminar mediante los potreros con la hacienda salvaje, se intentaba la encerrona en rincones naturales, zanjas y cercos vivos de arbustos espinosos: un hacendado llegó a "alambrar" dos mil hectáreas con "tunas".
 
En los días de mayo existieron voces de defensa del agro: Mariano Moreno fue señero y trascendió con su manifiesto en el que pidió la libertad de comercio para que los nuevos hacendados no deban pasar la venta de cueros por un intermediario español.
 
A partir de 1880 aparecerá la llamada "vanguardia ganadera", son los estancieros que empiezan a importar toros de Europa. John Miller trajo el Shorton Tarquin, famoso toro que tuvo muchísimos hijos, "los tarquinos" con las vacas criollas, lo que mejoró rápidamente la ganadería. Leonardo Pereya incorporó Hereford y Carlos Guerrero la raza Angus. Hoy Argentina compite en igualdad con Estados Unidos e Inglaterra y países europeos vienen a buscar genética nacional.
 
La transferencia de recursos
 
Una constante de variable intensidad ha sido la exigencia al agro de transferir recursos. El ex presidente del INTA, Félix Cirio, analizó que las políticas de gravámenes a la exportación de granos fueron recurrentes.
 
Hoy el dólar sojero es de 2,30 pesos, menos de un 60 % del que se encuentra en cualquier casa de cambio, quizá el más bajo de la historia.
 
En los últimos 50 años el traspaso de valores del campo a otros agentes económicos fue cíclico y conflictivo, de tal modo que derivó en la última lucha agraria para evitar las retenciones móviles lo que dio origen a la Comisión de Enlace de entidades agropecuarias, unidad reclamada por los productores de todo el país.
 
No podría señalarse la historia del agro ni finalizar cualquier travesía por sus hitos, sin recordar que hubo un visionario del país agropecuario y que fue Manuel Belgrano. El 15 de junio de 1796 escribió y leyó durante la Sesión del Real Consulado de Buenos Aires los "Medios generales de fomentar la Agricultura, animar la Industria y Proteger el Comercio, en un País Agricultor".
 
"Todo depende y resulta del cultivo de las tierras, sin él, no hay materias para las artes, por consiguiente la industria que no tiene cómo ejercitarse, no puede proporcionar materias para que el comercio se ejecute. Cualquier otra riqueza que exista en un Estado Agricultor, será una riqueza precaria", predijo Belgrano.
 
Mucha agua, sudor y sangre han corrido por los surcos y las pasturas del agro argentino, que trasciende sus propias fronteras y seguirá siempre, hacia el futuro, para cumplir con su destino de producir alimentos.
 
Fuente: Matilde Fierro, El Diario; Cuenca Rural.

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