Mitos, engaños y verdades de “La conspiración ganadera”: uno de los documentales más vistos en Netflix

Chequeo de “Cowspiracy”. Uno de los documentales más vistos por los usuarios de la plataforma Netflix es Cowspiracy (juego de palabras que hace referencia a una conspiración ganadera), el cual, sustentado supuestamente en documentos científicos o académicos, expone las principales zonas oscuras de la actividad pecuaria.

Mitos, engaños y verdades de “La conspiración ganadera”: uno de los documentales más vistos en Netflix

Chequeo de “Cowspiracy”.

Uno de los documentales más vistos por los usuarios de la plataforma Netflix es Cowspiracy (juego de palabras que hace referencia a una conspiración ganadera), el cual, sustentado supuestamente en documentos científicos o académicos, expone las principales zonas oscuras de la actividad pecuaria. Sin embargo, no todas las afirmaciones expresadas en el documental se pueden fundamentar. La última edición de la Revista CREA se encargó de verificar la validez de las premisas contenidas en el mismo.

FALSO

“El sector pecuario es el responsable a nivel global del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, una cifra superior a la generada por todos los medios de transporte”. La cita es tomada de un informe desactualizado publicado por la FAO en 2006 (“La larga sombra de la ganadería”). El documento de la FAO más reciente al respecto corresponde al año 2013 (“Enfrentando el cambio climático a través de la ganadería: una evaluación global de las emisiones y oportunidades de mitigación”). En este último se menciona que el total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de las cadenas de suministro ganadero se estima en  7,1 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente para el período de referencia de 2005; se trata de una cifra equivalente al 14,5% de todas las emisiones inducidas por el ser humano en ese período. La producción de carne y leche de vacuno contribuye con el 41% y el 20% respectivamente de las emisiones del sector, mientras que en los siguientes lugares de la lista se ubican la carne de cerdo (9%), carne y leche de búfalo (8%), carne aviar y huevos (8%) y carne y leche de pequeños rumiantes (6%), entre otras fuentes. Es decir: considerando solamente a los bovinos, el aporte de los mismos no supera –según el documento de Naciones Unidas– el 9% del total de GEIs. Al evaluar la composición del cálculo de emisiones de GEIs pecuarias por región, se observa que para América latina se determina que un tercio de las emisiones se originan en la expansión de las pasturas en detrimento de las superficies forestales; en ese sentido, el documento aclara que tal estimación “se debe considerar con prudencia, dadas las numerosas incertidumbres metodológicas y relativas a los datos que afectan a las estimaciones de las emisiones derivadas del cambio de uso de la tierra”.

ENGAÑOSO

“Más de 20.000 litros de agua son necesarios para producir un kilogramo de carne vacuna”. El cálculo proviene de una conferencia ofrecida en 1981 por Georg Borgstrom durante un evento organizado por la American Association for the Advancement of Science. Por entonces Borgstrom era responsable del departamento de Ciencias de la Alimentación y Nutrición Humana del College of Agriculture and Natural Resources de la Michigan State University. Documentos más recientes, como “The green, blue and grey water footprint of farm animals and animal products”, publicado por Unesco-IHE Institute for Water Education en 2010, indican que la huella hídrica promedio absoluta de la carne bovina es estimada en 15.415 metros cúbicos por tonelada versus 5988 m3/tonelada la carne porcina, 4055 m3/tonelada las legumbres, 3295 m3/tonelada los huevos y 1020 m3/tonelada la leche. “Para reducir la presión sobre los recursos hídricos mundiales a partir de patrones de consumo, los individuos tienen la opción de cambiar dietas basadas en carnes hacia otras vegetarianas”, señala el documento de la Unesco. El cálculo resulta engañoso porque el análisis no puede dejar de realizarse en función del costo de oportunidad del recurso hídrico. Por ejemplo: el agua de lluvia caída en un monte pampeano con tierras no aptas para agricultura, no “compite” con ningún otro uso productivo posible, de manera tal que, si no lo empleara la hacienda al comer el pastizal natural, el mismo no se emplearía para ningún otro propósito.

FALSO

“La ganadería cubre el 45% del suelo presente en todo el planeta”. La fuentes citada en Cowspiracy para sustentar este dato es un artículo publicado International Livestock Research Institute, pero en dicho artículo no se cita cuál es el origen primario del dato, con lo cual sería una mera suposición. También se cita como fuente de referencia el capítulo 11, referido al sector agropecuario, de un informe de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Climate Change 2014. Mitigation of Climate Change. Working Group III Contribution to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change), pero en ninguna parte de ese documento se señala que el 45% del tierra se destina a la ganadería. Sí, en cambio, se menciona que la “sustitución de dietas cárnicas por otras basadas en plantas es algo complejo porque, en muchas situaciones, el ganado puede alimentarse de plantas que no son aptas para consumo humano o bien que crecen en ambientes en los cuales no es viable la agricultura, por lo tanto, la producción pecuaria en pastizales contribuye a la seguridad alimentaria en muchas regiones del mundo”.

VERDADERO

“Un tambo con 2500 vacas genera un volumen de desperdicios orgánicos equivalentes al producido por una ciudad de 411.000 habitantes”. Cálculo realizado por un documento de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA por sus siglas en inglés) titulado “Risk Assessment Evaluation for Concentrated Animal Feeding Operations” (2004). Por ese motivo, los establecimientos lecheros y feedlots deben contar con un sistema de gestión de residuos por medio del cual se realice una mitigación de los componentes contaminantes (como por ejemplo con lagunas facultativas) o bien un uso agronómico (fertilizando pasturas) o energético de los mismos (alimentando plantas generadoras de biogás).

VERDADERO

“Más del 80% de los antibióticos vendidos en EE.UU. se destinan a la producción pecuaria”. La cifra fue elaborada por un investigador de Johns Hopkins Center for a Livable Future en base a datos oficiales de la Administración de Alimentos y Drogas de EE.UU (FDA por sus siglas en inglés) correspondientes al año 2009. El uso responsable de antimicrobianos, tanto en humanos como en animales, es esencial para evitar la aparición de bacterias resistentes a una amplia gama de antibióticos. Por ese motivo, en la Argentina las autoridades de Senasa están implementando un “Programa Nacional de Vigilancia de la Resistencia Antimicrobiana” en animales destinados al consumo humano. En esa misma línea de trabajo, desde 1986 viene operando la Red de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos WHONET-Argentina bajo la coordinación del Servicio Antimicrobianos del INEI-ANLIS Dr. C. G. Malbrán.

ENGAÑOSO

“Para alimentar a un vegano durante un año se requiere una superficie de 0,40 hectáreas, mientras que para mantener a un consumidor de proteínas cárnicas se requiere una superficie 18 veces superior”. Dicho cálculo fue publicado en el libro “Diet for a New America” de John Robbins (1987). La comparación es discutible porque es difícil establecer una dieta promedio tanto para veganos como para personas con una dieta variada. Además, la afirmación supone que el 100% del área destinada a la ganadería es apta para cultivos agrícolas, algo que no es cierto, porque muchos ambientes productivos sólo son viables para realizar actividades pecuarias. Considera además que la producción agrícola es constante en el tiempo, cuando eso no es así debido a restricciones climáticas y biológicas que son difíciles de prever. Por otra parte, la producción ganadera, por ejemplo, lejos de generar solamente proteínas cárnicas para consumo humano, provee muchos otros productos, tales como cuero, harina de hueso, sebo y colágeno, de los cuales dependen diferentes sectores agroindustriales.

Fuente: Valor Soja

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