Con una nueva tecnología, una empresa brasileña quintuplica su producción de etanol
Raízen Energia, el mayor productor brasileño de etanol a partir de caña de azúcar, planea elevar la producción en su nueva planta de biocombustible de "segunda generación". Se trata de una iniciativa que elevará abruptamente la productividad de una de las industrias más importantes del país.

Raízen Energia, el mayor productor brasileño de etanol a partir de caña de azúcar, planea elevar la producción en su nueva planta de biocombustible de "segunda generación". Se trata de una iniciativa que elevará abruptamente la productividad de una de las industrias más importantes del país.
La compañía señaló que incrementará la producción en más de cinco veces en el término de dos años. La nueva tecnología permitirá que compita con el etanol tradicional y que se utilicen millones de toneladas de residuos de la planta que actualmente se desperdician.
Si bien una serie de países están comercializando celulosa proveniente plantas para su uso como etanol, el desperdicio de la caña de azúcar brasileña, conocido como bagazo, es considerado una de las fuentes más prometedoras debido a su abundancia y la gran infraestructura para procesar etanol convencional.
"La tecnología de segunda generación nos permite extraer más valor de lo que ya se tiene", dijo João Alberto Fernández de Abreu, CEO de Raízen Energia, parte de un joint venture entre la mayor productora de azúcar de Brasil, Cosan, y la petrolera Royal Dutch Shell. "Se produce más etanol en la misma zona. Se está usando materia prima que antes se descartaba", agregó.
La planta de Raízen, en Piracicaba en el estado de San Pablo, produjo 7 millones de litros de etanol de segunda generación en 2016 y va rumbo a duplicar eso en 2017. Se producirán 40 millones en 2018, dijo Abreu.
Esas son cifras diminutas comparado con los cerca de 30.000 millones litros de etanol convencional que se producen anualmente en Brasil, pero sería suficiente para que el producto de segunda generación sea competitivo en cuanto a costos y podría demostrar que la tecnología está lista para ser desplegada más ampliamente.
Si bien las plantas de primera generación convierten la sacarosa extraída de la caña de azúcar en etanol, la tecnología de segunda generación usa enzimas para descomponer el desperdicio del proceso de crushing y convertirlo en azúcares que puedan ser fermentadas en biocombustible.
Esta mayor eficiencia permite una menor huella de carbono. Brasil espera que eso le brinde a sus exportaciones una ventaja sobre la competencia, dado que los países acordaron reducir sus emisiones de carbono.
Fuente: Joe Leahy | Cronista Comercial