CRISTINA Y LOS GRANOS: ¿Y AHORA QUÉ?
¿Más intervención en los mercados? El estilo de gobierno induce a contestar afirmativamente.
Los problemas que el mundo enfrenta, sobre todo EE.UU. y la U.E., dejan un gusto amargo por la certidumbre de que hemos entrado en un tiempo con menos viento de cola. Un tiempo de menor crecimiento, de crisis bancarias y de baja credibilidad.
Vale esperar, entonces, que los problemas acumulados en estos ocho años de gobierno se hagan patentes. Y, seguramente, con poca amortiguación.
¿A qué nos referimos? Principalmente, a cuatro problemas. Veamos.
1) El creciente problema en el balance de pagos externo que se potencia con la fuga de dólares. Este problema lleva a prever, a muy corto plazo, el ingreso en situación de déficit en cuenta corriente (básicamente de la balanza comercial) por la combinación de tres factores:
a) La demanda interna que ha estado subiendo por encima de la producción. Es lo que se denomina una economía recalentada.
b) La baja (suave, pero baja al fin) de los precios internacionales de los principales productos de exportación, así como el problema de un tipo de cambio más competitivo por parte de nuestros países vecinos, sobre todo de Brasil.
c) El problema estructural energético que requiere a una creciente dependencia externa pues la producción cae sistemáticamente y la demanda sigue en aumento, de la mano de precios subsidiados.
2) La inflación en suba que induce a la apreciación del peso (en términos reales) y la pérdida de valor del dólar y de las demás divisas (en términos reales). Ella ha originado la trampa de la inflación-devaluación. La corrección del ritmo de devaluación, para lidiar con el problema externo, presiona sobre la tasa de inflación y ésta, a su vez, presiona sobre la necesidad de devaluar. Así se ha diseñado este círculo pernicioso.
3) El problema fiscal que sigue en aumento. El monto en subsidios, dirigidos a atenuar o evitar las correcciones en los precios de los servicios bajo regulación estatal, crece en forma exponencial. Cada vez es mayor la fracción sobre la cobertura del costo de los servicios.
4) La descapitalización en las reservas de gas y petróleo y en la seguridad social.
Como vemos, el escenario inmediato parece complicado.
El gobierno para sortear, o al menos evadir, estos problemas por un tiempo, deberá recurrir a nuevas formas de financiación y a una tasa de devaluación más acentuada.
Y para contener la inflación, probablemente, actúe sobre un programa de acuerdo multisectorial al estilo de los años 70.
Respecto a lo primero y dada la dificultad de acceder al crédito en el mundo, no parece probable que intente un ajuste que implique esfuerzo a la sociedad. En definitiva, de ello se trata el “modelo”: de evitar ajustes.
Más bien, parece que, envalentonado con el apoyo obtenido y con la vista nublada por éste, va a buscar alternativas financieras distantes de la lógica económica.
Como bien dice Rosendo Fraga, los políticos pueden cambiar de ideología pero no de personalidad. Así, es dable prever un mayor grado de intervención en los mercados con el fin de encontrar fondos para atemperar los problemas del fisco.
Respecto al tipo de cambio, seguramente busque incrementar la tasa mensual de devaluación. Pero como tal medida acentuaría la inflación, es posible que intente establecer un mercado de divisas con diferentes cambios. Uno podría ser financiero, otro comercial y otro agropecuario. Este último quedaría muy rezagado respecto a los otros. Esta es una posibilidad a tomar en cuenta…
En el mercado de los granos, es posible que se establezca un sistema más intervenido aún, que provea al fisco de fondos en forma ágil.
En fin, es casi imposible prever el futuro ya que no hay un programa futuro.
Lo que sí uno podría asegurar es que la tendencia a intervenir se acentuará.
Fuente: Manuel Alvarado Ledesma, Agrositio.